viernes, diciembre 26, 2025
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Vengan días, vengan ollas y vengan sermones

Por Alfonso de la Vega

Tras un prescindible publirreportaje almibarado no apto para súbditos diabéticos acerca de las gloriosas hazañas de los personajes de esta Monarquía que no nos merecemos, vino otro patético mensaje estupefaciente y otra oportunidad perdida. Esta vez entre columnas, en el frío escenario del Palacio Real, demasiado grandioso para el personaje que aparece ya sin trono, sin apenas símbolos navideños cristianos perceptibles, presumiendo de una lujosa solución habitacional poco oportuna cuando se pretende lamentar el número de españoles sin vivienda accesible gracias en parte al sabotaje de la inmigración incontrolada consentida cuando no promovida.

Don Felipe hizo un canto a la nostalgia de tiempos mejores. Contados a su manera. Esconde que si está en Palacio disfrutando del momio es gracias a la traicionada monarquía del 18 de julio jurada por su antecesor e instaurada, no se olvide, por el general Franco,”la forma política del Estado es la monarquía tradicional, católica, social y representativa”. Poco queda ya de eso, el tinglado actual no es ni tradicional, ni católico, ni social, ni representativo sino ateo, partitocrático, WOKE, falaz, ruinoso y liberticida. Pero no deja de ser otra incoherencia más el que se celebre el cincuentenario de la Monarquía instaurada por el ahora denostado Franco vetando además la presencia del que fuera su primer protagonista, su padre: don Juan Carlos I. 

Nos encontramos al final de un año magnífico, de grandes logros. El gobierno de Su Majestad se dedica a descalificar a los jueces que administran justicia en nombre del rey, que investigan la corrupción político empresarial e incluso condenan al Fiscal General del Estado. Una incoherencia absoluta pero que pese a la gravedad del asunto la cosa no merece comentario real, ¿no sea que se enfaden? El gobierno de Su Majestad se burla del Congreso y viola la constitución no presentando los Presupuestos generales del Estado. No pasa nada. Su Majestad como garante de nuestro ordenamiento jurídico que no gobierna pero legitima, tampoco protesta ¿Incompetencia cognitiva?, ¿moral? ¿acaso chantaje? 

Entretenidos y también asombrados con los escándalos y desfalcos que prosperan a sus anchas por el desquiciado reino borbónico, con tantos y variopintos personajes en esta comedia de enredo transformada en drama coral de corrupción, mentiras, traición, latrocinio, abusos sexuales, pucherazos, cornudería, deuda odiosa… observamos no sin cierta estupefacción que entre las infinitas instituciones de la Monarquía sólo vienen resistiendo hasta ahora con dignidad y eficacia algunos jueces y miembros de las Fuerzas de Seguridad u Orden público, que hacen honor a su vocación y juramentos. 

En este fallo multiorgánico destaca por propios deméritos la postura real, penosa mezcla de impotencia, cobardía y ridículo. Cuando se calla ante la corrupción, la legitima, en cierto modo se convierte en co responsable por omisión. Es lamentable tener que constatar que por mucho que salga en el Palacio Real no tenemos rey, al menos en calidad de auténtico Jefe de Estado en ejercicio, garante de la constitución y del buen funcionamiento de las instituciones pretendidamente democráticas. Su labor no debiera limitarse a presidir desfiles, dar premios, ir de viaje a donde le manden, felicitarnos las “fiestas” con una foto postal familiar entre hortera y ridícula. O soltar otro estupefaciente sermón que ya termina sonando a burla del saqueado y humillado súbdito. Como decía don Sabino en frase célebre con ocasión de otra jornada especialmente “gloriosa” de la Monarquía, “ni está ni se le espera”. 

Con sus consentidos o con sus críticas a los “extremismos”, ¿cuales? ¿Los de los cohonestados filoetarras o los golpistas catalanes forajidos socios de Su gobierno? ¿Acaso los movimientos patriotas europeos como puedan ser VOX u otros? De manera incomprensible para el ciudadano común don Felipe estaría ligando su suerte personal y de la Institución que hoy tan penosamente representa a la de su propio gobierno, el tenebroso Sánchez y el corrompido PSOE.

Es paradójica tradición de los Borbones el aliarse con el socialismo. Pero si en la etapa del reinado de su padre se cubrían algunas formas democráticas ahora nos encontramos en un proceso golpista en curso sólo obstaculizado por parte de la Judicatura y de las FOP: Al parecer lo de la democracia es un adorno prescindible. El gobierno y la Corona tienen la misma meta: mantenerse a costa de lo que sea, aún incumpliendo la C78. 

Hoy las categorías clásicas de derechas e izquierdas van quedando obsoletas. Lo fundamental ahora es intentar mantener un mínimo de soberanía para defender los legítimos intereses de la Patria. Mueven a la mayor perplejidad otros discursos recientes de Su Majestad en los que también atacaba a los movimientos patriotas para apoyar al que se muestra como enemigo vampiro insaciable de nuestra dignidad y soberanía. Siendo consecuentes con tales ideologías globalistas liberticidas y ruinosas como las de la UE, como corolario de tal postura, la abdicación no estaría demasiado lejos. 

La dignidad, el bienestar, el futuro de España están siendo arrastrados al albañal. A este paso incluso vamos a necesitar observadores internacionales para intentar que los pucherazos denunciados no sean costumbre habitual. 

Pero la situación del reino se va degradando penosamente durante el reinado de don Felipe, no solo en aspectos políticos o morales. Ya que glosa nuestra entrada en Europa podemos observar algunos índices estadísticos de carácter material. Eurostat es la oficina de estadística de la Unión Europea y publica periódicamente resultados acerca de la pobreza en sus países miembros. Principalmente utiliza dos índices: El primero mide la tasa o riesgo de pobreza utilizando la renta mediana, que es aquella que divide las rentas de los hogares en dos grupos: las que están por encima y las que están por debajo. El segundo es el Índice Arope resultado de la combinación de tres conjuntos de subíndices: riesgo de pobreza, privación material severa (no poder permitirse siete de trece privaciones básicas definidas a nivel europeo) y baja intensidad de empleo en el hogar. 

Los datos para 2024 de ambos índices nos sitúan en puestos quinto o sexto empezando por la cola y nuestro fracaso al menos relativo o comparado durante las últimas décadas. Podemos observar con tristeza como tras cincuenta años de Monarquía el reino de España retrocede y retrocede. Sí, aparece entre los países europeos con peores índices y con mayores riesgos de pobreza y exclusión. Cabe hablar de un fracaso nacional influido por unas instituciones lamentables al menos en su desempeño. 

El sermón real terminó con otra concesión progre: la felicitación en las lenguas indígenas. 

Pero “fuese y no hubo nada”, otro año será y probablemente peor.

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