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Un médico se hace una limpieza de sangre y revela todos los tóxicos que ha encontrado

En un mundo saturado de químicos invisibles, el médico y defensor de la salud natural Paul Saladino ha decidido enfrentar sus demonios internos de la manera más literal posible: limpiando su sangre. En un hilo publicado en X este 5 de diciembre, Saladino comparte una experiencia que califica de revolucionaria. Con imágenes impactantes de una bolsa llena de sedimentos tóxicos, detalla cómo un procedimiento llamado Inuspheresis ha extraído décadas de contaminantes de su plasma sanguíneo. Lo que ha encontrado no solo le ha sorprendido, sino que plantea preguntas urgentes sobre la salud moderna y el sistema médico occidental.

Saladino, fundador de Heart & Soil y Lineage, y autodenominado «Chief Radical Officer» del movimiento #TheRemembering, explica que esta «limpieza de sangre» no es un capricho. Durante años ha promovido una dieta basada en alimentos animales y un estilo de vida en sintonía con la naturaleza, pero reconoce que sus primeros 38 años de vida —llenos de comida chatarra, suburbios contaminados y el pecado confesado de calentar alimentos en envases plásticos— dejaron huellas profundas.

El procedimiento en cuestión, Inuspheresis, se realizó en dos sesiones de 2.5 horas cada una, con un día de descanso intermedio, mientras estaba en Mallorca, España. A través del sitio web inuspheresis.com, su sangre se separó en plasma y glóbulos rojos. El plasma se filtró con un filtro ultrafino de hasta 10 nanómetros, eliminando toxinas sin desechar el resto del fluido corporal. Luego, todo se reintegró al cuerpo.

Saladino contrasta esto con la Terapia de Plasma Exchange Total (TPE), que ha ganado popularidad entre biohackers y celebridades. La TPE elimina alrededor del 70% del plasma y lo reemplaza con albúmina purificada de donantes, lo que puede causar reacciones alérgicas en un 5-10% de los casos y obliga al cuerpo a reponer inmunoglobulinas, factores de coagulación y hormonas perdidas. «Remueve todo, lo bueno y lo malo», advierte. Inuspheresis, en cambio, es más selectiva y usa el plasma propio, minimizando riesgos.

La estrella del hilo es la «eluate», el residuo filtrado que Saladino muestra en fotos escalofriantes: una bolsa transparente con una capa marrón sedimentada en el fondo, como lodo acumulado de un río contaminado. «Aquí está 48 años de toxinas acumuladas», escribe. Pesticidas, residuos plásticos, químicos eternos (PFAS), metales pesados y microplásticos: todos difíciles de eliminar sin intervenciones drásticas.

Análisis posteriores revelaron niveles alarmantes de contaminantes persistentes orgánicos (COPs), compuestos que perduran en el medio ambiente y en nuestros tejidos grasos por décadas. Aquí va un resumen de los hallazgos clave:

Toxina Nivel Detectado (ng/L) Fuentes Comunes Riesgos para la Salud
p,p-DDE (producto de degradación del DDT) 1220 Insecticidas, alimentos rociados Disruptor hormonal, daño espermático, riesgo de cáncer
Gamma-hexaclorociclohexano (lindano) 202 Residuos de pesticidas en alimentos y agua Disruptor hormonal, daño espermático, inmunotoxicidad
Diclorometano 9417 Adhesivos, pinturas, plásticos Toxicidad hepática, dolores de cabeza, cáncer
Trimetilbenceno 2960 Industrias químicas Daño hepático, renal, tiroideo e inmunológico
Benceno 446 Combustibles, escapes, solventes Cánceres sanguíneos (LEA), supresión inmune, fatiga
Xileno 163 Combustibles y gases de escape Dolores de cabeza, fatiga, daño hepático/renal, problemas reproductivos
Bifenilos policlorados (PCB 180) 57 Plásticos, electrodomésticos, peces de piscifactoría Baja testosterona, disrupción tiroidea, supresión inmune, linfoma

 

Estos niveles son «todos elevados», enfatiza Saladino, quien nunca ha trabajado directamente con pesticidas ni vivido en granjas. Su exposición, dice, proviene de una «vida americana normal»: dieta procesada, contaminación ambiental y hábitos cotidianos.

Saladino, con su fondo médico, critica duramente al sistema occidental: «Durante mi formación, nunca nos enseñaron a considerar estas toxicidades ambientales como causas de cáncer, disrupción hormonal, infertilidad o problemas inmunológicos». En su lugar, el enfoque está en fármacos y cirugías, ignorando la raíz: nuestra carga tóxica invisible.

«Estamos expuestos a mucho más de lo que creemos», reflexiona. Estos químicos se almacenan en grasa y persisten años, haciendo difícil distinguir exposiciones antiguas de actuales. Planea repetir el procedimiento en un año para comparar. Su pregunta final resuena: «¿Cuántas enfermedades crónicas y cánceres se podrían prevenir reduciendo nuestra exposición a estas toxinas desde el principio? Esa es la pregunta que cada vez más me quita el sueño».

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