Por José Miguel Alvarado, alias Apellido Obligatorio
Recientemente, pude subir a youtube mi canción “El vacunado arrepentido”. Ya saben el motivo: gracias al informe del Congreso de EEUU «Revisión posterior a la acción de la pandemia de COVID-19», ya es oficial que los “negacionistas” teníamos la razón en muchas de nuestras afirmaciones.
Una de ellas fue que las vacunas, o bien eran un placebo, o bien eran nocivas para la salud, tesis que ahora avala dicho informe de 2024.
¡Lástima que las oligarquías y sus lacayos impidiesen durante la dictadura sanitaria que nuestra voz llegara a los ingenuos que se las inocularon y ahora sufren sus efectos adversos!
Actualmente la censura es muchísimo menor. Aprovechemos la ocasión para seguir concienciando a nuestros conciudadanos. ¿Cómo? Por ejemplo, difundiendo mi canción, la cual podréis escuchar pinchando este enlace y cuya letra es la siguiente:
EL VACUNADO ARREPENTIDO
(José Miguel Alvarado)
Confiado
como un perro con su amo,
obedecí
a papá estado
y me vacuné
sin saber muy bien con qué:
en la ciencia
puse toda mi fe.
Me felicitaron
por ser buen ciudadano.
Me dieron un caramelo
y me lo fui comiendo.
Pero al llegar a casa
sentí un escalofrío,
un vértigo abismal
y rápidos latidos.
Metíme en la cama,
al fin logré dormir,
pero al día siguiente
el mal seguía ahí.
…
Deje pasar el tiempo.
No quise ir al médico.
Me negaba a creer
lo que estaba padeciendo.
Pues sólo había una causa
de mi salud deteriorada
y esa era la vacuna,
la que tanto idolatraba.
Si ella era mala,
papá estado era una mafia,
su sistema un holograma
de falsa democracia
y la ciencia una fulana
vendida a la Big Pharma.
Ay, que tormento;
herido por la sospecha
además de enfermo.
Y para calmar mis dudas,
al fin fui a consultar al médico,
que me dijo:
…
—¡Pero que dice, hombre!
¿Cómo se va a haber puesto malo debido a la vacuna?
Todas las vacunas son inocuas y efectivas por definición; más aún las del covid, en las que se ha invertido tanto dinero en tan poco tiempo.
¿No se estará dejando influenciar por las teorías de la conspiración, verdad?
Quite, quite, no sea negacionista y confíe en las grandes farmacéuticas. Y lo más importante: protéjase y proteja con la nueva dosis de refuerzo que, además, le permitirá tener el pasaporte verde en regla.
Por lo que respecta a sus síntomas… eh, deben de ser culpa del cambio climático. Le recomiendo que no se quede encerrado todo el día en casa: es muy malo para la salud. Tomé el sol y el aire; haga ejercicio en el parque; ¡relaciónese con la gente, hombre!… ¡Ah, y no coma carne!
…
Aliviado
por las palabras del sabio
me creí
sano y a salvo.
Y recuperé
de nuevo la fe
en la ciencia y en sus santos,
en papá estado también.
Pero al cabo de un rato
volvió la pesadilla
rompiendo mi ilusión
con sus extraños síntomas.
Me pellizqué bien fuerte intentando despertar,
pero no era un sueño: era la realidad.
¡Ay, qué suplicio!,
mi concepción del mundo
otra vez en vilo.
Mas por no ser negacionista
me lo guardé para mí mismo.
…
No podía trabajar,
no me podía levantar,
y eso que solía
montar en bici y escalar.
Pero lo peor
era el terror de ser consciente
de que a mi alrededor
estaban muriendo de repente
(de ictus, trombos, cáncer, abortos e infartos de miocardio)
amigos, conocidos, familiares que se habían vacunado.
Y ya aterrorizado
volví a ver al doctor santo.
—Ay, ¿qué me pasa?
Doctor, sea sincero,
dígame la verdad,
ha sido la vacuna,
no me vuelva a engañar.
…
—Bueno, los médicos nunca dijimos que la vacuna fuese inocua y segura. Tampoco le obligamos a pincharse. La decisión fue suya y sólo suya.
Cierto que no le informamos de algunos detalles, pero usted debía de saber que la vacuna se encontraba en fase experimental.
¡Era una emergencia, había que correr riesgos, hacer sacrificios…!
Los médicos no somos responsables, sólo obedecíamos órdenes.
…
—Hijo de puta,
cabrón, asesino, embustero, traidor.
No descansaré
hasta verte en prisión:
a ti y a tu colegio de médicos,
por genocidio y corrupción,
por inyectar un veneno
cobrando una comisión.
Por engatusar, por extorsionar, por mentir y por envenenar…
a los niños, a las mujeres, a los ancianos, a tus hermanos.
¡Matasanos!

