lunes, noviembre 24, 2025
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Incertidumbres y certezas

Por Alfonso de la Vega

Esta última semana de noviembre viene especialmente cargada de acontecimientos. El jueves expiraría el teórico plazo fijado para que Zelesnki se sume al nuevo acuerdo o plan de paz de la administración Trump en 28 puntos para poner fin a la guerra en Ucrania. Un plan al parecer elaborado en secreto entre el enviado especial de Trump, Witkoff, y el asesor del Kremlin, Dmitriev, como un corolario de la pasada cumbre Trump-Putin en Alaska. El plan consolidaría la posición rusa y está siendo rechazado hasta ahora tanto por Zelenski como por los corrompidos políticos de la UE. Desde luego que el plan de paz tendría consecuencias muy importantes para la UE que pretende ganar tiempo quizás hasta noviembre del año que viene, para las elecciones americanas de media legislatura que debilitaran la posición de Trump. Pero recuerda el cuento de la lechera, puede que tal cosa no pase ni que menos aún pueda resistir la posición militar ucraniana si fuese verdad la amenaza de que Trump le terminase retirando el apoyo.

El momento elegido es malo para el régimen sionista de Kiev, con varios graves contratiempos en el frente, parte de las infraestructuras energéticas destruidas y la publicación de otro grave caso más de corrupción de Zelenski o su círculo más cercano, que aún desacredita más su corrupto régimen totalitario. Lo que no impide que Zelenski siga gorroneando apoyo financiero de políticos semejantes a él. El martes pasado estuvo en España para sacarnos gracias a su indigno colega casi novecientos millones de euros dirigidos a comprar más armas al deep state USA.

La moral ucraniana está bajando, se multiplican las deserciones ante una movilización cada vez más difícil. Afirman que las noticias en el frente son malas: Pokrovsk estaría perdido. Zaporizhzye, Kupiansk y Seversk también se estarían derrumbando. Si Zelensky se negase es muy posible que la actuación que ha sido tan suave con la gravedad de los escándalos de corrupción se decidiera insoportable. Los propios organismos anticorrupción de Ucrania de los que ya hemos hablado en otras entregas como NABU, SAPO, o bien los americanos, acaso  puedan tener una repentina iluminación como el capitán Renault en Casablanca para oportunamente descubrir que en el antro de Zelenski se juega y pueden terminar cerrando el chiringuito.

Zelenski no deja de tener una posición subordinada, de ser un corrupto títere respaldado por Occidente colocado tras un golpe de Estado para acosar a Rusia y como una especie de jefe comercial o agente de ventas de armamentos. Y parece ser que ya le hubieran fijado la fecha de caducidad, como también ya caducara su propia legislatura. A Sadam Hussein o a Noriega les ocurrió otro tanto y fueron luego oportunamente sacrificados.

¿Pueden soportar la UE con el RU, pero sin EEUU, el peso de mantener la contienda? Los llamamientos a que sus propios pueblos vayan a combatir en la guerra por parte de los degenerados líderes europeos no despiertan demasiado entusiasmo entre las futuras víctimas a sacrificar. De modo que al final no va a quedar más remedio que buscar la manera menos mala de salir de lo que resultado una ratonera y recomponer la figura hasta como sea posible.

Si la posición de Zelenski es mala, la de muchos gobernantes europeos no es mucho mejor. Los partidos “patrióticos” calumniados como «fascistas» o de «extrema derecha» están subiendo en todos los países como respuesta a tanta traición y sabotaje institucional, de modo que el horizonte electoral de los prostituidos se oscurece salvo el recurso a los pucherazos cada vez más notorios.

Tampoco Trump pasa por una buena etapa. El movimiento MAGA ha sufrido el aldabonazo del oscuro asesinato de Charlie Kirk, cuya mujer ahora está siendo acusada de ser agente del Mossad y de traficar con niños. Parte de la credibilidad depende de las relaciones con el sionismo. Lo de Nueva York aunque pueda tener efecto boomerang ha resultado un revolcón a la imagen republicana. Y está el turbio asunto del famoso caso Epstein, también relacionado con los servicios secretos de Israel, en el que estaría implicado el propio Trump hasta un punto aún no bien aclarado, pero en el que tampoco se puede descartar nada. Un asunto que también está dividiendo al propio Partido Republicano y puede terminar teniendo consecuencias imprevisibles.

Para algunos autores norteamericanos la evasiva de Trump hasta ahora sobre dar publicidad al material de Epstein se debería a un deseo de proteger a la CIA y al Mossad de la opinión pública. Su  intento de enterrar el caso Epstein como un crimen únicamente demócrata estaría vinculado a su política de «Israel Primero que no USA», lo que está destrozando a la base del movimiento MAGA, que se siente traicionado. Otros entienden lo de Epstein ahora como un intento de distracción del escándalo de la corrupción de los Clinton, ahora que se han entregado al Senado nuevas pruebas incriminatorias.

Por otra parte, lo errático de la política de Trump también se muestra en el asunto de Venezuela, o en la amenaza de invadir Méjico, de modo que algunos se malician que lo del Plan de Ucrania se pudiera tratar de otra columna de humo para enmascarar el caso Epstein distrayendo a la opinión pública. Corrupción moral y material, divino tesoro.

Mientras tanto, en el desquiciado Reino de España celebramos los fastos del cincuentenario de la Monarquía aunque algo deslucidos sin el monarca al que hoy se trata paradójicamente de apestado y con la certeza de una corrupción galopante.

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