Por Alfonso de la Vega
Felizmente recuperado en apariencia de su viaje a China, inasequible al desaliento dentro de los fastos propios del undécimo año triunfal de su magnífico reinado don Felipe Borbón y Schleswig-Holstein se ha aparecido con su varonil planta prócer vestido con unirme lleno de bandas, borlones y condecoraciones varias para presidir el acto del 40º aniversario de su promoción en la Academia Militar de Zaragoza, institución de la que fuera ilustre director nada más y nada menos que Su Excelencia el general don Francisco Franco, al que Su Majestad le debe su actual momio.
Don Felipe pasó revista a las tropas y muy contento y complacido se echó unas risas con el siniestro general jefe de la Unidad Militar de Emergencias tristemente célebre por su inacción mortal durante la catástrofe de Valencia.
Pero su vibrante patriótico discurso a los cadetes ha sido muy comentado. Entre otras cosas el Preparado confesó que:
“El camino que os queda por delante no será fácil, así de simple. (…) Sacrificio, entrega, días incontables de intenso trabajo y de ejercicios; destinos, misiones, largos periodos lejos de casa y mucha comprensión de la familia ante cada nuevo reto; sudor, esfuerzo, multitud de momentos que parecían interminables y que, sin embargo, aportaban calidad y sentido a la exigente preparación; y así un largo etcétera”. Para remachar su estupefaciente arenga con un incoherente: “La fórmula es sencilla: ¡Servicio, compromiso y deber!”.
La verdad sea dicha. Cuando todo va manga por hombro, la constitución es violada impunemente por su gobierno y, acabamos de conmemorar los luctuosos sucesos de Valencia agravados por la inacción del Ejército del que tan ufano presume, estas palabras resuenan como un burla cruel no solo a la memoria de las víctimas, familiares y amigos, muchas de ellas se hubieran podido evitar, sino a todos los españoles que aún se mantienen indignados y horrorizados.
Pero lo mismo todo está bien y el problema soy yo que padezco disonancia cognitiva aún no diagnosticada. Me preocupa el que mi percepción de las cosas cada vez tenga menos que ver con la realidad. ¿Acaso vivo en una realidad paralela en la que todo está al revés?
¿Su Majestad en verdad se cree lo que dice? ¿Acaso no se da cuenta de su creciente ridículo? ¿Qué opinaría un militar de verdad como el antiguo director del centro, el general Franco? Me gustaría saberlo.

