miércoles, octubre 29, 2025
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Extremadura se adelanta

Por Alfonso de la Vega

La Guardiola ha dado la campanada convocando elecciones regionales para diciembre. La decisión no ha gustado en su partido en perenne siesta del dolce far niente opositor pues resulta una lección de política coherente y asaz democrática: carece de apoyo para aprobar presupuestos, pero que deja con el culo falsario al aire a unos y a otros.

He de confesar que no deja de sorprenderme tal rapto democrático en este personaje que tanto llamó la atención con sus balbuceos y pataletas iniciales. Que una señora o señorita antigua alumna de colegio de monjas con las ideas o consignas que manifestaba propias de una feminista roja pudiese ser la cabecilla del partido pretendidamente de derecha, o más bien del socialismo azul. Decía ser partidaria de las aberraciones anticonstitucionales de la ley de violencia de género. Consideraba el aborto un derecho irrenunciable de las mujeres. Le gustaban las invasiones de seres de luz, protagonistas del multiculturalismo más abigarrado y filantrópico, un parasitario género paga pensiones pese a que el paro autóctono extremeño, sobre todo de gente sin cualificar, tras decenios de pertinaz socialismo es asaz empoderado, coherente, sostenible, resiliente y estupefaciente. Y también muy partidaria de lo que llama Colectivo LGTBi. De modo que le repugnaba la idea de que participase nadie de la “extrema” en “su” gobierno. No quiere a los malvados cayetanos pero sí sus votos gratis total para traicionarlos.

Los media oficiales venden la idea equivocada de que el PP de Feijoo y VOX viene a ser cosa similar. Y que lo importante es desalojar al falsario y demás terrorífica patulea, para lo que los cayetanos aunque den mucho asquito a la fina progrez semoviente deben arrimar el hombro y aupar al no menos peligroso nacionalista gallego a la poltrona gubernamental. O ahora en este caso a la progre extremeña. Pero no, no es lo mismo ni lo puede ser si el PP no cambia o si  VOX quiere hacer honor a su supuesta naturaleza de derecha identitaria, es decir si fuese coherente con su pretendida misión en la política española de recuperar soberanía para supuestamente oponerse a las imposiciones devastadoras del globalismo dominante y de la agenda 2030.

Extremadura es una muy querida y preciosa región española de recia raigambre histórica y reserva de la naturaleza ibérica con la joya ecológica de la dehesa. Ahora también llena de ZEPA y otras de formas de protección ambiental de su diversa fauna. Las ZEPA son zonas de especial protección de aves en el peculiar argot ecologista actual. En realidad, ya casi toda Extremadura es una descomunal ZEPA con los problemas que tal declaración ocasiona a la arrumbada actividad agraria. Se pueden atravesar kilómetros y kilómetros entre dehesas y estepas sin ver un simple cochino de pata negra ni apenas alguna res. Ni, salvo en las áreas de regadío fruto de los extraordinarios proyectos de colonización del régimen anterior, tampoco labor agrícola ni personal atendiendo las fincas desiertas. Donde antes vegetaba el suculento pipirigallo o los tréboles hoy medran la jara y las malas hierbas. 

Lo urgente sería una ZEPE, o zona de especial protección de extremeños, especie a extinguir salvo para los cuidados en cautividad, que no tiene menos méritos que el más favorecido oficialmente buitre leonado o la cigüeña negra. Para la mentalidad del socialismo ecologista dominante en Extremadura lo que sobran son los extremeños, que son una molestia para las aves y para otra especie protegida: los funcionarios. Resultado del devastador socialismo, en Extremadura más de uno de cada tres resulta ser agraciado funcionario, lo que explica la situación de ruina de esta hermosa y querida región española. Funcionarios o parados con paguitas apenas nadie trabaja salvo en la hostelería y pequeño comercio menguante.

Sin embargo, justo es reconocer que la responsabilidad de la relativa postración extremeña viene de lejos. Desde la feliz Transición, el PSOE viene actuando de modo mohatrero, engañando a sus votantes, trasladando riqueza desde las regiones pobres a las más ricas. Y convirtiendo a tan bella región española en una especie de parque temático dotado con la mayor abundancia de políticos y funcionarios desocupados de Europa dedicados a enredar y dar la lata con normativas, inspecciones, impuestos y reglamentos a la acosada y menguante clase currante parasitada. Todo ello junto con variedad de cigüeñas y buitres negros o leonados aunque ya pocas avutardas, ortegas, alcaravanes u otras singulares especies esteparias. Un paraíso de avifauna donde sólo sobra la gente: El pueblo dicen que soberano. 

En realidad, toda Extremadura es también una gigantesca ZEPF, porque en efecto, los funcionarios disfrutan de un hábitat natural magnifico en el que apenas resultan molestados. A la luz de la literatura científica existente existen casos insólitos como un personaje arquetípico que ha logrado una especial relación con la homeostasis resilente, sostenible y demás atributos propios de la moda ecologista de salón. Este funcionario no solo no trabaja, cosa que en realidad tampoco tendría especial mérito ni merecería demasiado interés en este curioso ecosistema, sino que ni siquiera va. En realidad carece incluso de área territorial propia definida en el vasto biotopo administrativo pacense.

Extremadura sufre el acoso de las nefastas políticas de la Agenda 2030: la devastación del sector agrario, la proliferación de normativas absurdas o inapropiadas a la realidad empresarial extremeña, la persecución de la movilidad y con ella el turismo y el automovilismo. Pero el lenguaraz y metepatas Margallo ha tenido a bien dignarse a explicar al populacho votante las contundentes líneas rojas que separan su partido socialista azul del malvado socialista rojo. Los tales límites serían, según Margallo: 1 no dan paso atrás en materia de libertades; 2 apoyan la ley violencia de género; 3 no creen en economía «trumpiana», sin regulación ni compensación social a los vulnerables; 4 somos profundamente europeístas; 5 no somos soberanistas; 6 creemos en las instituciones internacionales y en lo que las instituciones internacionales dicen: 7 creemos en el cambio climático, 8 creemos en la agenda 2030 y 9 en el pacto contra la pobreza (que vienen anunciando los grandes plutócratas desde hace décadas con el logro de cada vez mayores desigualdades y la desestabilización de la atacada clase media).

Sí. Según Margallo esas son las líneas rojas que el PP no va a traspasar nunca. Y remachaba: «Y confesar esto es lo que somos, y por lo que somos reconocidos»

Es decir, el PP confiesa que no cree en la soberanía española. Y debe ser «reconocido» porque en nada se distingue de un partido socialdemócrata o fabiano. Lo que no se entiende es la cerrazón mental, la terquedad o contumacia de los votantes del PP para seguir tropezando una y otra vez en la misma piedra. Aunque esta vez hay que reconocer que ahora ni siquiera ya engañan pues reconocen su condición.

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