Por Alfonso de la Vega
En el circo borbónico siguen creciendo los enanos. Arruinar nos están arruinando y envileciendo pero en honor a la verdad nadie podrá decir que la Monarquía no ofrece espectáculo al tan poco respetado público. La última o penúltima o antepenúltima ha sido el escándalo de una popular figura de la Dinastía emergente Rocasolano. Nada menos que Telma, la hermana de la consorte que tan exquisita y voluntariosa pretendía nada más y nada menos que rehabilitar la deteriorada imagen de dignidad y honradez pública de los Borbones.
Si es verdad lo que cuentan diversos medios recogiendo una primicia exclusiva del director de la revista Lecturas, la hermana de Letizia habría dejado a los propietarios un pufo de unos 25.000 euros, correspondientes a la renta de cinco meses de alquiler de una mansión que disfrutaba en La Moraleja madrileña. La cuñada del don Felipe se habría marchado antes de recibir la orden desahucio sin pagar, ni entregar las llaves ni resolver el contrato de arrendamiento. Los propietarios habrían visto burlada su buena fe al no haber pedido seguro de impago a la arrendataria debido a su cercanía con la Casa Real.
Al parecer este escandaloso asunto tendría que ver con su nuevo divorcio, ya van tres, y según esas fuentes se alega que el marido poco menos que vivía del cuento disfrutando de las prebendas de su casorio con la cuñada del rey. El asunto tan turbio y poco ejemplar no sorprende en sí mismo, visto lo visto, pero sí que se haya dejado llegar tan lejos, por si no hubiera ya bastantes escándalos. Además, de acuerdo a lo publicado en varios libros sin haber sido desmentido, la hermana habría tapado el presunto adulterio de la reina al casarse con su amante de entonces, en un giro de la trama dinástica que parece sacado de un culebrón para teleidiotas. La reina consorte tiene un sueldo oficial de cerca de 150.000 euros anuales y, según se ha publicado en medios nacionales e internacionales, una fortuna personal que quizás ascendería a varios millones de euros. De modo que la cosa aún se entiende menos. Pero siempre habrá algún zarzuelólogo más o menos cortesano ditirambo alabancioso disponible que nos lo explique. Y no, no se trata de simples cotilleos sobre asuntos particulares en la medida que afecten a la Casa Real.