martes, septiembre 23, 2025
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Sánchez recibe un premio «sostenible» que ha costado millones de euros a los españoles

En un gesto que roza lo grotesco, el presiMiente del Gobierno, ha recibido el Premio Global Goalkeepers por su «compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)» de manos del figura, Bill Gates, uno de los hombres más polémicos y odiados del planeta. Este trofeo, presentado con una sonrisa ensayada en Nueva York durante la 80ª Asamblea General de la ONU, no es más que un espejismo de prestigio comprado con el dinero de los contribuyentes españoles. Detrás de esta ceremonia de autocomplacencia se esconde una realidad preocupante: el gobierno de Sánchez ha destinado cientos de millones de euros a la fundación de Gates, mientras España se tambalea bajo el de una deuda pública en máximos históricos, un paro endémico y una corrupción que parece no tener fin.

El Coste de un Trofeo de Plástico

Sánc-hez se jacta en su cuenta de X de reforzar el compromiso de España con la Ayuda Oficial al Desarrollo, pero lo que no menciona es el precio exorbitante que los españoles hemos pagado por este supuesto honor. Según diversas fuentes, el gobierno ha inyectado al menos 130 millones de euros en la Fundación Bill y Melinda Gates en los últimos años, una cifra que se suma a aportaciones previas que ascienden a cientos de millones desde que Sánchez llegó al poder. Entre estas contribuciones destaca la donación de 41 millones de euros a la Alianza GAVI para la inmunización de niños, y otros 530 millones al Fondo Global para combatir el SIDA, la tuberculosis y la malaria. Todo esto, mientras los hospitales españoles están al borde del colapso, los enfermos de ELA se quedan sin tratamientos y las familias luchan por llegar a fin de mes.

Este ridículo premio de plástico, que Sánchez exhibe con orgullo, no es más que un pago simbólico por su lealtad a las agendas globalistas de Gates. Los españoles no estamos para financiar los caprichos de un multimillonario que acumula fortunas mientras dicta políticas de salud y desarrollo a escala mundial. Es un insulto que nuestro dinero se utilice para engordar los proyectos de una fundación que, lejos de ser altruista, responde a los intereses de un hombre cuya influencia despierta sospechas y rechazo en todo el mundo.

Bill Gates, el pretendido filántropo

Con una fortuna que supera los 100.000 millones de dólares, este ex magnate de la tecnología se ha reinventado como un «salvador» del mundo a través de su fundación. Sin embargo, su historial está plagado de escándalos oscuros. Desde su estrecha relación con el ped0filo Jeffrey Epstein, las polémicas declaraciones sobre reducir la población mundial con las banderillas, la promoción de la carne sintética, hasta su apoyo a políticas que muchos consideran una amenaza a la soberanía nacional, Gates ha sido acusado de usar su riqueza para imponer una agenda globalista que beneficia a las élites.

En España, su nombre se asocia ahora con el escándalo de los 130 millones de euros que Sánchez le ha «regalado», un dinero que podría haber salvado vidas y sostenido servicios esenciales en nuestro país. La ironía es brutal: un hombre que amasó su fortuna en parte gracias a prácticas monopólicas con Microsoft ahora se presenta como un campeón de la igualdad, mientras Sánchez, su fiel aliado, sonríe ante una cámara por un premio comprado con dinero público.

El discurso de Sánchez sobre un «futuro más próspero, igualitario y seguro» suena hueco cuando observamos la verdadera realidad. España sufre una inflación descontrolada, un mercado inmobiliario que expulsa a los jóvenes y una dependencia creciente de las políticas extranjeras. Mientras tanto, el gobierno destina fondos millonarios a la fundación de Gates, que no rinde cuentas directas a los ciudadanos españoles. ¿Dónde está la transparencia? ¿Quién supervisa que ese dinero no se desvía a proyectos que benefician más a las corporaciones que a los pobres que supuestamente ayuda?

Este premio no es un reconocimiento al liderazgo de Sánchez, sino una medalla al mejor lacayo de las élites globalistas. Gates y Sánchez forman un dúo perfecto: uno con el dinero y la influencia, y el otro con la voluntad de hipotecar el bienestar de su pueblo por un aplauso internacional.

Es hora de que Sánchez rinda cuentas. Que detalle cómo se han gastado esos cientos de millones de euros y qué retorno hemos obtenido a cambio. Y que deje de vender como un triunfo lo que no es más que una transacción vergonzosa. El Premio Global Goalkeepers no es un honor para España; es una humillación que hemos pagado con nuestro sudor y nuestras lágrimas. Basta de engaños. Basta de regalar nuestro futuro a Bill Gates y su séquito.

(Por Laura González)

 

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