Él estuvo, está y estará siempre buscando, encontrando y difundiendo la Verdad. Forma parte de su naturaleza, de su núcleo profundo, de su ser. Perspicaz hasta el tuétano, con su aguda intuición, arruina con sus palabras, cual flechas lanzadas que dan todas en el blanco, los planes de la avernal élite.
Lo que más me sorprendió de Luis ha sido que, a pesar de ser sin duda alguna el mejor periodista en lengua española que existe hoy, no le ha sido permitido ejercer el periodismo como profesión (de forma remunerada) ni en los diarios digitales, ni en la radio. No ha podido desarrollar su don de informar verdaderamente a los lectores y la implacable censura ha obstaculizado su verbo, ha silenciado su voz, bloqueando su talento.
Aunque resulta ser un excelente profesor y docente, es un inmenso desperdicio el privarnos de su juicio clarividente sobre los acontecimientos de la actualidad.
Nos queda poco tiempo antes de que la censura sea total, aunque quizá todavía exista la posibilidad de difundir lo que realmente importa, la Verdad exacta y fidedigna.
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