Por Alfonso de la Vega
La derrota por goleada de la moción de confianza del gobierno de Bayrou en la Asamblea francesa representa también otro paso más en el actual proceso de descomposición de la UE tal como la conocemos. Otro rechazo a las imposiciones antidemocráticas contra los diferentes pueblos europeos perpetradas por las actuales instituciones comunitarias y sus títeres nacionales, una sonora bofetada al tenebroso presidente Macron en la cara de su primer ministro François Bayrou. Quien habría planteado esta moción de confianza para evitar otra de censura.
El encanallado rothschildiano Macron es uno de esos valerosos guerreros dispuestos a promover, desde los lujos de palacio y tras las fementidas faldas de su Brigitte, una terrible guerra generalizada en Europa y a mandar a hijos ajenos a morir en el frente ucraniano por mejorar la cuenta de resultados de las grandes corporaciones norteamericanas. Aunque en realidad todo sea verdaderamente demencial y satánico es vendido por la prensa mercenaria globalista como muy filantrópico, democrático y dirigido al bien común de la sociedad, como bien puede comprenderse.
El caso es que, por desgracia, bastardeadas sus instituciones Europa está siendo saboteada desde dentro por sus dirigentes nacionales y supranacionales. Las sanciones a Rusia han resultado un fiasco monumental, un boomerang, no compensado con el robo de los importantes fondos rusos depositados en diferentes instituciones occidentales. La voladura del gasoducto Nord Stream, aparte de ser un acto terrorista condenable en sí mismo, resulta una calamidad de grandes consecuencias negativas para el eficaz y barato suministro energético de la economía europea.
Al contrario, la actual política empuja a Rusia a estrechar su alianzas sinérgicas con China y a reforzar la emergencia de nuevas potencias no occidentales. Todo lo opuesto a lo que interesaría en verdad a los legítimos intereses de la Europa de los pueblos que debiera tener la prioridad de una ventajosa mutua coexistencia pacífica con esa parte de la Europa oriental que en realidad es Rusia.
Pero la orgía otanista en beneficio anglojudío, que no europeo, y las nuevas imposiciones presupuestarias del emperador Trump hacen que haya que rascarse los presupuestos y pagarlas a escote. Así que Bayrou había planteado un recorte presupuestario de unos 44.000 millones en un intento «vendido» como para controlar el aumento de la deuda pública, pero para hacer ahorros a fin de poder pagar las exigencias bélicas imperiales. Para el New York Times: “Bayrou ha intentado reducir el gasto público que durante mucho tiempo ha sido el más elevado de Europa, por una razón: gran parte se destina a financiar un generoso sistema de bienestar social. El año pasado, la friolera del 57 por ciento de la producción económica nacional se destinó a financiar hospitales, medicinas, educación, reproducción familiar, cultura y defensa, por no hablar de las generosas pensiones y subsidios de desempleo.
El déficit presupuestario de Francia alcanzó los 168.600 millones de euros, o el 5,8 por ciento de su producción económica en 2024, el mayor desde la Segunda Guerra Mundial y muy por encima del límite del 3 por ciento exigido en la eurozona. El pago de intereses se ha disparado hasta los 66.000 millones de euros desde los 26.000 millones de 2020, una cifra mayor que el presupuesto para educación o el ejército.”
Lo de los intereses es un escándalo. Es obvio que la deuda resulta una calamidad desde todos los puntos de vista. Por eso es promovida por los poderes globalistas disolventes. Pero habría que investigar qué parte de esa deuda se debe a cada cuestión. Por ejemplo, a sostener a la población no integrada en Francia, que ni quiere hacerlo, pero que consume una importante fracción del presupuesto. Ahora bien en la idea gubernamental está hacer hueco presupuestario a las nuevas exigencias belicistas. El coste del bienestar social sería “malo”, el de armarse hasta los dientes y sabotear el funcionamiento de la economía nacional para contentar intereses ajenos, “filantrópico y buenísimo”.
El cálculo gubernamental de la aritmética parlamentaria que ha resultado fallido incluía la abstención de la principal fuerza opositora de Le Pen, a la que por cierto intentan neutralizar o quitar de en medio con toda clase malas artes incluida la de unos «jueces que hacen política» como asegura aquí el falsario. La Agrupación Nacional no ha caído en la encerrona globalista. Sin embargo, contrasta la debilidad política del presidente francés con sus ambiciones más desquiciadas. Así el nuevo número de lo que se ha venido en llamar la “coalición de los dispuestos” cuya última reunión convocada por Macron se produce después del impresionante desfile militar en China. La operación, que como es fácil comprender puede resultar muy peligrosa, consiste en colocar tropas de países de la OTAN en Ucrania, en la creencia de que Rusia no esté dispuesta a entrar en un conflicto directo sin intermediarios ucranianos con los países miembros de la OTAN. Esta sería una de las líneas rojas que Putin habría indicado a Trump en Alaska.
Por otra parte, cualquier bloqueo físico terrestre, aéreo y marítimo pudiera considerarse un casus belli. Un escenario muy peligroso sería el de hostigamientos contra la flota rusa acaso con un posible intento de bloquearla en el Mar Báltico. El reino de España con su aguerrido rey a la cabeza mantiene desplegadas fuerzas allí, mientras nuestras propias fronteras han devenido en un ridículo coladero.
Y es que muchos de los males que asolan a Francia y demás países europeos tienen su origen en políticas de la UE y de la OTAN. El revolcón del primer ministro francés no solo se agota en la vecina y desquiciada Francia sino que representa otra escaramuza más de una especie sui generis de guerra de guerrillas en la que con los restos remanentes de las instituciones democráticas fuerzas patrióticas tratan de combatir las calamidades contra los pueblos inducidas por los grandes poderes globalitarios incontrolados por los ciudadanos. De ahí su interés en vaciar de contenido patriótico y democrático las instituciones para lograr dictaduras del Gran Capital globalizado más o menos encubiertas.