Por Alfonso de la Vega
Tanto en uno u otro lado del Atlántico la comidilla política de actualidad es la famosa lista Epstein junto a los prostíbulos del suegro y filántropo mecenas en dinero negro del excelentísimo señor presidente del gobierno de Su Majestad católica.
En América el emperador, quien basase parte de sus promesas electorales en publicar la famosa lista de indeseables reunida por el depravado agente del Mossad, ahora va y dice que «si te he visto no me acuerdo» o que “verdes las han segao”. Como en la Sodoma bíblica apenas habría prócer ilustre a salvo. Con la publicación se perderían lucrativas oportunidades de chantaje amén de mostrar sin tapujos la verdadera naturaleza degenerada del régimen. Otro fiasco más en el ya largo suma y sigue del pintoresco y veleidoso lenguaraz habitante de la Casa Blanca.
Aquí en el degradado reino filipino algunas voces incluso de su propio partido critican a Feijoo por haberse atrevido a mentar la bicha de la influencia de la prostitución y el proxenetismo en el irresistible ascenso a la máxima poltrona del valido real. Dicen que lo rechazan por presunto decoro pues según ellos se trataría de algo de incumbencia estrictamente personal. Pero, ¡cualquiera sabe! cuando aparezcan relaciones de ilustres usuarios de chaperos y putas lo mismo están algunos de los críticos indignados, temerosos que con la “imprudencia” del gallego pueda emerger también lo suyo. Y no solo una mera relación de la infamia sino fotos o vídeos en plena faena grabados oportunamente por si su divulgación fuese menester.
El asunto de la prostitución, aparte que delata la catadura moral del tipo, peor aún desde luego los proxenetas, de ningún modo es privado en la medida que afecta o puede afectar al correcto desempeño de autoridades del Estado en ejercicio de sus funciones y responsabilidades.
Es verdad que siempre ha existido, aquí tenemos el ejemplo del impresionante testimonio de la duquesa de Medina Sidonia en su obra La Ilustre Degeneración, y ha sido utilizada como arma de promoción o disuasoria. Sin embargo, en lo que va de maravilloso siglo XXI han crecido las sospechas acerca que prostitución y pederastia formarían parte sine qua non del cemento de unión de la mayor parte de la más encopetada y empoderada clase político empresarial mundial. Las actividades prostibulares sirven mejor que cualquiera otra para hacer currículo, reclutar dirigentes dóciles, y por eso ciertos burdeles pata negra son montados o protegidos por el poder.
Cuando se observan con cierto detenimiento el catálogo y biografías de próceres y “próceras” mundiales no se puede evitar que un escalofrío recorra la espalda. Con la publicación se perderían oportunidades de chantaje amén de mostrar sin tapujos la verdadera naturaleza del régimen político degenerado que campa a sus anchas en la arrumbada civilización occidental.
Al menos en Sodoma cuenta la Biblia que había un hombre honrado.