Como sabrán, Pedro Sánchez ha visitado Valencia para reunirse con algunas asociaciones de víctimas de las devastadoras riadas de octubre de 2024. Esta visita se ha convertido en un nuevo capítulo de la polarización política que asola España, donde los intereses partidistas parecen prevalecer incluso en tragedias de tal magnitud.
Se han viralizado en las redes algunos vídeos de su llegada a Valencia donde se podía escuchar tímidamente a un grupo de personas abucheándolo, pero la realidad ha debido ser otra: Según el artículo publicado por El Debate y contado por un reportero que se encontraba allí acreditado, la llegada de Sánchez a la Delegación del Gobierno en Valencia ha estado marcada por un despliegue policial que no solo dispersó y alejó a grupos de manifestantes en contra del presidente para mantenerlos lo más lejos posible del edificio, sino que también permitió que simpatizantes del PSOE, algunos incluso con camisetas partidistas, se posicionaran estratégicamente cerca de la Delegación para aplaudirle y corear lemas a su favor. Esta maniobra, lejos de ser casual, revela una clara intención de manipular la percepción pública: mientras los gritos de protesta eran silenciados y alejados, los aplausos de los «sanchistas» sonaban como un eco artificial de apoyo.
La escena que hemos visto no puede ser más reveladora. Mientras un grupo de afectados por las riadas, legítimamente indignados por la gestión del desastre, eran relegados a un lugar distante, junto a la muralla del antiguo cauce del Turia, los militantes del PSOE, convenientemente ubicados dentro del cordón policial, entonaban consignas como «Mazón dimisión» o «Pedro, no estás solo». Esta desigualdad en el tratamiento por parte de las fuerzas de seguridad no solo es una muestra de parcialidad, sino también un insulto a la memoria de las víctimas y a la dignidad de quienes aún sufren las consecuencias de la tragedia.
Pero hay algo aún más grave: Sánchez no tiene previsto acercarse a las zonas afectadas por las riadas, como Paiporta, donde en noviembre de 2024 fue recibido con insultos y abucheos por parte de vecinos desesperados. Aquel episodio, que evidenció claramente la percepción pública que se tiene del presidente, parece haberlo convencido de evitar cualquier contacto directo con la realidad del desastre. En lugar de enfrentar las críticas y asumir responsabilidades, opta por reuniones controladas con asociaciones afines, donde el guion está escrito de antemano.
Esta actitud no es aislada. Desde el principio, la gestión de las riadas ha estado plagada de errores y omisiones por parte de todas las administraciones involucradas: ayuntamientos, diputación, la Generalidad Valenciana y, por su puesto, el Gobierno central. Sin embargo, en lugar de unir esfuerzos para juzgar a los verdaderos culpables, la tragedia ha sido instrumentalizada para alimentar la polarización entre izquierdas y derechas. Mientras Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, es acusado por unos, Sánchez es defendido por otros, y viceversa, los ciudadanos afectados quedan atrapados en el fuego cruzado de una guerra política que no les beneficia en absoluto.
La riada de octubre de 2024 no fue solo una tragedia imposible de olvidar, fue también un fracaso colectivo de las instituciones y de los políticos inútiles responsables de las mismas. Los avisos llegaron tarde, las ayudas fueron insuficientes, y la respuesta inicial fue prácticamente nula. Sin embargo, en lugar de exigir responsabilidades de manera transversal, la narrativa se ha centrado en culpar a unos u otros según el color político. Esta falta de unidad nacional ante una catástrofe de tal envergadura es, quizás, el mayor que se está cometiendo.
Sánc-hez, en particular, ha demostrado una vez más su incapacidad para liderar en momentos críticos. Su visita a Valencia ha sido un ejercicio de propaganda cuidadosamente orquestado. Los aplausos de los militantes del PSOE no son más que un telón de fondo para ocultar la realidad: un presidente que huye de las zonas afectadas, que evita el contacto con los ciudadanos más damnificados y que prefiere reuniones controladas antes que enfrentar la verdad.
La visita de Sánchez a Valencia no ha sido más que una farsa. Mientras los verdaderos afectados por las riadas siguen esperando respuestas, la polarización política sigue alimentándose.
Un montón de mierda se va a reunir con otros mierdas de su cuerda, pero ese desgraciado no va a hacer nada por los afectados, deberían de correrlo a pedradas que es lo que se merece ese sinvergüenza, el tirano va a hacer su teatro, no os imagináis que asco me da ese fulano.
El tirano se trasladó a un pueblo valenciano para reunirse el muy marrano con asociaciones afines para hablar de la riada de la cual es el mayor culpable ese ser miserable. el dictador tiene una cara dura y una sangre fría como una víbora. El sinvergüenza le echa la culpa de todos los daños que está causando él y su banda de delincuentes corruptos a Franco que ya lleva 50 años muerto pero este traidor a España lo ha resucitado y a Rusia, estos masones de mierda son unos seres de luz de la luz de Lucifer a quien rinden culto en sis logias.