viernes, mayo 9, 2025
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Un día triste para el catolicismo: León XIV, un nuevo Francisco jaleado por progres, globalistas, comunistas y enemigos de la Iglesia

Una vez más se cumplió el tan citado vaticinio: “Quien entra como papa sale como cardenal”. Como casi todos los periodistas, tenía mi lista de papables de las dos facciones, con mis preferidos, los cardenales Robert Sarah, Péter Erdö, Willem Eijk y Raymond Burke, y mis rechazados, entre ellos Pietro Parolin y el resto de progres nombrados por Francisco. Confieso que Robert Prevost supuso para mí una sorpresa, a la vez que una gran decepción. Por mucho que supusiésemos que estaba todo atado y bien atado, nos quedaba la esperanza.

Así que no vamos a unirnos a la fiesta mediática, Si nos equivocamos –y ojalá fuese así– en el análisis que intentamos hacer sobre el recién elegido papa no tendríamos ningún inconveniente en rectificar. Pero estamos vacunados contra la manipulación y demasiado acostumbrados a navegar en aguas procelosas y oscuras en las que el fondo no es fácilmente visible, a hacer incursiones en las cloacas del sistema y a escuchar sus altavoces. Si no fuera así, ahora seríamos parte de los miles de fascinados ante el nuevo pontífice repitiendo las banalidades oficiales y las opiniones de los voceros. Pero no.

Está visto que nuestras oraciones no fueron suficientes, pero el Espíritu Santo tampoco estuvo atinado en esta ocasión tan trascendente. ¿Será para que se cumplan las escrituras? Se desinfló la esperanza de muchos creyentes de buena voluntad, al tanto de las intrigas y conspiraciones en los altos niveles jerárquicos. Lo que muchos católicos temían, así como gente no católica, pero muy sensibilizada con la marcha del mundo, se hizo realidad: la elección de un Sumo pontífice de perfil progresista, al que ni siquiera le podemos dar una oportunidad, conociendo de antemano que será un remedo de Francisco, un continuista que avanzará en el proceso de convertir a la Iglesia en una religión relativista en la que cabe todo, es decir, su destrucción, para rematar un viejo plan y que ahora  apuntillan las élites globalistas, con la complicidad del Vaticano, que ha vendido a sus fieles, tal como anuncia el Apocalipsis y varias profecías sobre el fin de los tiempos.


Esto no es un alegato contra la llamada Iglesia triunfante, con sus cientos de santos, beatos y mártires que han dado su vida por defender la fe. Y tampoco contra la Iglesia militante conformada por fieles esforzados en ser buenos católicos, a pesar de contar con escasos pastores. Tampoco es una crítica a tantos sacerdotes ejemplares y cumplidores del mensaje de Jesús de Nazaret, que trabajan de sol a sol atendiendo varias parroquias, porque los seminarios están vacíos y los están vendiendo; además de ser señalados por los delitos de otros.

La infiltración de masones en la curia con un fin claro de desestabilización y un lobby gay con más poder que el propio Santo Padre, han conseguido que, en el imaginario colectivo, la simple visión de un sacerdote traiga a la mente la idea de los abusos sexuales, lo cual es muy injusto. Es un calvario que tienen que sufrir quienes no tienen culpa. También entre la jerarquía existen obispos y cardenales devotos, dignos del estatus que representan, pero pesa sobre ellos la losa de los pervertidos de la parte oscura de la curia, cuyos gravísimos hechos siempre se han tapado y protegido hasta que estalló el escándalo. La desmedida atracción por los bienes materiales también ha carcomido la institución milenaria. Es paradójico que los representantes de “Aquel que no tenía dónde reclinar la cabeza” hayan protagonizado escándalos financieros, a la par, o quizá más, de los gobiernos más corruptos del mundo. Por eso la Iglesia tiene tan mala fama y está tan mal visto declararse católico.

Teníamos muchas reservas sobre el cónclave porque la mafia del Vaticano nunca fue erradicada. El cáncer de la curia ha hecho metástasis y haría falta, si no un milagro de los de verdad, una quimioterapia especial o un remedio milagroso. La ideología que colocó a Francisco en el solio creció exponencialmente en la Iglesia, y muy posiblemente el sucesor ya estuviese  consensuado con el difunto y sus afines. Si Francisco nombró al ochenta por ciento de los cardenales con voto en el cónclave, el resultado era esperable. (Y aún nos enteraremos de algunos secretos sobre los tejemanejes de las últimas semanas antes de su muerte).

Las ideas de la mafia de San Galo –llamada así por el cardenal Godfried Danneels, uno de los integrantes–, que maquinó para elevar a Francisco a la silla de Pedro, han contaminado a la Iglesia y, aunque ya no existe y de sus miembros solo queda vivo el cardenal Walter Kasper, sus nefastos postulados y su avidez reformista han enraizado. Es decir, sus ideas no solo continúan vivas, sino que se han acentuado y han captado muchos más seguidores en los últimos doce años.



En una sociedad que no se adaptaba a la Iglesia, Francisco recorrió el camino inverso y adecuó el magisterio y la doctrina al gusto de la dinámica social de los antivalores y la distopía; muy aplaudido, eso sí, por medios de comunicación y enemigos seculares de la institución. Francisco labró su camino destituyendo o rebajando de categoría a los prelados más fieles a la doctrina de la Iglesia tradicional y nombrando obispos y cardenales de su cuerda, es decir, adscritos a la Agenda 2030. Este es el auténtico nudo gordiano. No podemos hablar de Francisco sin hacerlo de la Agenda 2030, de la que fue su cómplice más significativo. Y su continuador, León XIV, por lo mucho que lo ensalzan y jalean en estas primeras horas, podemos columbrar que redoblará la dosis de relativismo y de servicio a la citada Agenda de los diecisiete abstrusos objetivos. Cuando los malos hablan bien es muy significativo.

En la alocución de León XIV, la frase “construir puentes” fue demasiado repetida, lo cual deja ver su buenismo, un síndrome letal de nuestros días. Lo más acertado sería dinamitar algunos de los puentes construidos por Francisco. El Mal vuela sin necesidad de puentes, y más bien hay que protegerse.

¿Continuará León XIV intimando con los asesinos  regímenes comunistas, generadores de pobreza y cercenadores de libertades, tan venerados por Francisco? ¿Continuará condenando la gesta de la Hispanidad? ¿Continuará fomentando la gran mentira del cambio climático? ¿Continuará invitando a los inmigrantes a ocupar e islamizar Europa? ¿Continuará “bendiciendo” las aberraciones de la Agenda 2030 y el plan transhumanista del Foro de Davos y todos los enemigos de la humanidad? Si a todo esto la respuesta es NO, pediré disculpas por este artículo. Ojalá tenga que hacerlo.

Para terminar, una pregunta para un SÍ. ¿Restablecerá León XIV la oración al patriarca san Miguel, al final de la misa, para defendernos del Maligno, como hizo su antecesor Gioacchino Vincenzo Raffaele Luigi Pecci, León XIII? Hoy es más necesaria incluso que en aquellos tiempos.

 

Magdalena del Amo
Periodista, psicóloga, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.
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2 COMENTARIOS

  1. Cada uno tiene, o ha tenido, su propia experiencia en este escenario terráqueo. Algunas de ellas pudieron ser muy parecidas. Sin embargo, hasta hoy no hubo dos andanzas idénticas ni entre almas gemelas de un mismo grupo.
    (Tal vez con el Transhumanismo globalista uniformizador en ciernes ansiado por los -inhumanos- controladores, sí se parecerán todos mucho más entre sí con sus cyborgs predecibles y estabulados de la BestIA).

    Mi infancia y adolescencia, hasta los dieciocho (años), rebosaron de adoctrinamiento religioso noche y día. ¿Esa programación dogmática me hizo mejor persona? No necesariamente. ¿Tales inculcamientos ajenos, incluídos los de culpa, me hicieron más feliz? Tampoco. ¿Hubo sacerdotes dignos de estima? Sí, ni más ni menos que los que encontré en otros establecimientos de credos.
    (Ni siquiera el buen Enoc tuvo la exclusiva de La Palabra del Ser Uno ni Sus Hijos más próximos conocen todos sus predios y designios).

    Así que, gracias a la Providencia, me di de baja de aquélla institución. Esto es, no me excomulgó ella sino que lo hice yo. ¿Pues qué se podía esperar de un rebelde? «Hagamos lo que hagamos, los demás no dejarán de ser lo que son.» (Marco Aurelio)

    Posteriormente, me llevó más de tres décadas recorrer y averiguar a través de innumerables fuentes (entre ellas estudiando a D. Salvador Freixedo) cómo surgen como setas y proliferan las incontables sucursales de la Religión Organizada.

    «Esas ínfimas cosas que uno adora, y sin saber porqué. Esa alteración de la sangre de los crédulos que se doblegan. Esos dioses que el hombre ha creado, y que ellos no pueden crear al hombre. De los más firmes Estados qué fantástico sostén. Ve, Ve, Terencio, quien las cree, no cree en nada.» (Cyrano de Bergerac)

    Por el camino descubrí a un Jesús de Nazaret ciertamente diferente de la versión canónica de la narrativa autorizada. El cual, por cierto, cuando su envase/vehículo fue pequeño/niño era aún más indómito y rebelde que yo (¡y ya es decir!).

    De modo que salvando la inmensa distancia, y mi insignificancia ante lo sublime, aprendí en lo posible de su ejemplo y vicisitudes en este plano y, hasta donde pude, de algunas de sus mismas fuentes: Las que le precedieron y las que le continuaron.

    Creer, la creencia, es suponer, conjeturar y elucubrar a partir de hipótesis. Y saber que no se sabe es ya un enorme paso adelante.

    Con todo, y por mi parte, el mayor respeto a cualquier creyente (en tanto que prójimo buscador de sí mismo). Y desagrado hacia la alienación que anida y se oculta tras los tentáculos del multibillonario negociado de la Religión Organizada.

    «Sólamente quien ara modestamente su terruño es capaz de cambiar la faz de la tierra.» (Ramón Gómez de la Serna)

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