Por Pascual Uceda
Les resulta tan fácil engañarnos, que, en ocasiones, uno se pregunta si en verdad nos toman por imbéciles o, en el mejor de los casos, por niños a los que haya que mantenerlos en un continuo estado de infantilidad, cercenando nuestro espíritu crítico como eternos castratis.
A la cadena de mentiras con resultado de muerte y devastación, servidas de manera sibilina formando parte del menú apocalíptico de la funesta agenda 2030, viene a sumarse ahora uno de los “platos estrella” largamente cocinado en los fogones del Estado profundo, quizás, como antesala de lo que ¡carajo! haya de ser el postre de este siniestro banquete: el apagón del 28-A.
A los españoles y a nuestros vecinos los portugueses nos han cortado la luz, y mucho más… Así como suena. En nuestro caso, y habida cuenta el papel de conejillo de indias que nos han asignado en este cruento circo europeo, no deberíamos extrañarnos. En cuanto a Portugal, no se descarta su función de mero acompañante para acallar las voces que señalan a España como laboratorio experimental del Nuevo Orden Mundial.
Así las cosas, nuestros dirigentes y toda la caterva de lacayos a su servicio, barrigas agradecidas al servicio de los intereses de una Europa que se devora a sí misma como el ouroboros, hacen “mutis por el foro” y se dedican a “marear la perdiz” con explicaciones peregrinas o a excusarse de manera pueril. Recuérdese, en este sentido, aquel regio “m’equivocao”, que tan buenos resultados cosechó entre la chiquillería patria.
Nos tratan como niños. Y lo peor de todo es que funciona ¿Será que somos una sociedad infantilizada? No me cabe la menor duda, aunque duela reconocerlo. Sin embargo, no deberían mostrarse tan confiados como últimamente estamos acostumbrados a ver: en sus desvergonzadas actitudes de todo tipo (mintiendo con descaro), apariciones con dudosos personajes (George Soros) o adelantando de manera irónica ciertos acontecimientos (el tweet de Pedro Sánchez, donde calificaba de “Final eléctrica” al partido que decidía la Copa del Rey, dos días antes del apagón).
En su chulesca actitud, se olvidan de la fuerza que puede llegar a generar la masa infantilizada si se “pasan de rosca”. Además, subestiman el poder de la imaginación como rasgo distintivo de la presencia de la Divinidad asimilado a la infancia, en cuanto a que es consustancial a su naturaleza creadora. En este sentido, quizás no sería una mala idea acometer una respuesta desde estos mismos planteamientos. Por ejemplo:
“¿Dónde están las llaves?, matarile, rile, rile”…
¿Quién, en su infancia, no ha coreado esa canción alguna vez? Les propongo el ejercicio de volver, por un instante, a esos momentos felices de patio de colegio; ahora bien, debiendo sustituir “las llaves” del estribillo por los 15 gigavatios que declaró el presidente del gobierno que se habían perdido en el apagón del 28-A, según se extrae de la rueda de prensa en la que compareció seis horas después de producirse el “fundido a negro”.
“¿Dónde están los 15 gigavatios?, matarile, rile, ron”.
La pregunta es: ¿a dónde han ido a parar, pues, esos 15 gigavatios? ¿Se puede perder algo tan ingente y tan caro y mostrarse tan desvergonzado e irresponsable? ¿Cómo se puede comparecer ante la opinión pública y soltar la pueril disculpa del “se me ha perdido”? Muy sencillo, porque es una excusa infantil, que es, a la postre, la que mejor funciona entre la chiquillería de bocata y patio del colegio.
Se nos permitirá, en nuestra intención de responder desde ese mismo nivel al que nos tienen acostumbrados, continuar con esta pesquisa mientras entonamos la cantinela. Porque, “matarile”, en una de sus acepciones, significa “dejar algo por terminado” o, en aplicación de un posible origen árabe, “viaje de muerte”. En este sentido, podría interpretarse como que los 15 gigavatios habrían emprendido un “viaje de muerte” desde España, para acabar…
– “En el fondo del mar, matarile, rile, rile”…
No parece la hipótesis más plausible, aunque sí pueda tratarse de otro tipo de “fondo”, pero este artificial e intencionadamente excavado en la tierra, para más señas. Nos referimos a la idea de que no existen muchas instalaciones en el mundo en las que esa ingente cantidad de energía, liberada en tan escaso margen de tiempo, pueda ser aceptada y consumida. Solo se nos ocurre una: el gigante acelerador de partículas ubicado en Suiza, el CERN, al cual dedicábamos un artículo en esta misma publicación.
Pues bien, en defensa de estos argumentos, aportamos el hecho de que España contribuye al presupuesto de esta empresa europeo-israelí con la nada despreciable cantidad de 70 millones de euros. En principio, debería llamarnos la atención, no solo la ingente cantidad de dinero destinada a este laboratorio, sino el tufillo sulfuroso que emana de su patrocinador principal, Israel.
Pues bien, el altísimo consumo energético que necesita este acelerador de partículas (hadrones) para llevar a cabo sus dudosos fines científicos, no solo justificaría el desvío intencionado de esa potencia extra supuestamente perdida tras el apagón; sino, como ya anunciábamos en nuestro pasado artículo sobre el CERN, podría servir a intereses más oscuros relacionados con el poder de los campos electromagnéticos y con la intención de las élites oscuras de utilizarlos con fines poco esperanzadores para el género humano.
Lucifer, etimológicamente, el portador de la luz, aquel bichejo volador que se pavoneaba por los campos devastados del estadio olímpico en la ceremonia de clausura de los pasados Juegos, se esconde ahora entre los túneles de este Dédalo energético de 27 kilómetros de recorrido (el CERN) para, literalmente, ¿robarnos?, a través de ese colisionador de l(h)adrones, la luz que habría de servir a españoles y portugueses para alumbrarnos en la oscuridad.
Ya ni siquiera tratan de disimular sus oscuras intenciones, y la mentira, justificada desde las más rocambolescas y perentorias excusas, se ha convertido en su pauta habitual de conducta. Sobre el CERN, sabemos, aparte de su evidente sesgo satánico, presente no solo en sus siglas (CERNUNNOS, antigua deidad pagana de origen europeo: “el que tiene cuernos”) sino en el largo historial de oscuras ceremonias y aquelarres de todo tipo que se han venido celebrando, incluso de manera pública, desde su fundación en 1954; que su altísimo consumo de energía requiere, cada vez más, de la participación de “donantes ocasionales de electricidad” (que deberán ser muy bien remunerados), ¿Quizás nos podríamos estar refiriendo a la energía que consumen países enteros, sibilinamente desviada a este ciclópeo electroimán, con unos fines que ya podemos empezar a vislumbrar?
En cualquier caso, alguien que es capaz de anunciar el descubrimiento de “la partícula de Dios”, es decir, el bosón de Higgs, que se cuenta como la principal aportación del CERN al campo de la ciencia, ¿no nos estaría dando la clave de otro descubrimiento de una naturaleza diametralmente opuesta de la que se nos pretende mostrar? Porque, ¿desde cuándo Dios se puede sintetizar en materia? ¿No consiste eso mismo en negar la propia existencia de Dios? Nos engañan una vez más, y todo apunta a que lo que buscan no es la imposible materialización de la Divinidad, sino algo más caro a sus fines satánicos: la materialización del Mal: la llegada del anticristo.
Cuando Jesús dijo (Mateo 19:14): “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos”, no hacía otra cosa que transmitirnos la enseñanza de que solo desde la pureza de espíritu, que es la esencia espiritual que habita en la infancia del ser humano, se puede vencer al Mal.
“- ¿Quién irá a buscarlas?, matarile, rile, rile / ¿quién irá a buscarlas? / matarile, rile, ron”.