Un encuentro de alto nivel en el Despacho Oval entre el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, y el primer ministro británico, Keir Starmer, se ha convertido en escenario de un enfrentamiento verbal sobre la libertad de expresión. Vance ha acusado al Reino Unido de violar este derecho fundamental, afirmando que tales restricciones no solo afectan a los ciudadanos británicos, sino también a empresas tecnológicas estadounidenses y a ciudadanos de su país. La réplica de Starmer fue inmediata y contundente, defendiendo la tradición de libertad de expresión en su nación. Este intercambio pone de relieve las fricciones en la relación entre ambos países bajo la administración de Donald Trump.
«Violaciones de la libertad de expresión en el Reino Unido afectan a los ciudadanos británicos, pero también a las empresas tecnológicas estadounidenses y a los ciudadanos estadounidenses». En el clip, se observa al vicepresidente, con un tono firme, dirigiéndose a Starmer en presencia de otros funcionarios y del Presidente Trump.
JD Vance humiliates Keir Starmer: «We also know that there have been violations of free speech that actually affect not only the English, but also affect American technology and, by extension, American citizens. We’ll talk about this at lunch today.» pic.twitter.com/9yGjJUSTQC
— RadioGenoa (@RadioGenoa) February 27, 2025
Las palabras de Vance no surgen de la nada. Durante la Conferencia de Seguridad de Múnich a principios de 2025, el vicepresidente ya había arremetido contra lo que calificó como un retroceso en los valores democráticos en Europa, con el Reino Unido en el punto de mira. En esa ocasión, mencionó el caso de un veterano del ejército británico condenado por rezar silenciosamente cerca de una clínica de abortos, un incidente que, según Vance, ejemplifica cómo las leyes británicas están restringiendo derechos básicos. Este precedente parece haber inspirado su desafío directo a Starmer, en un momento en que las relaciones entre Washington y Londres se redefinen tras el regreso de Trump al poder.
Keir Starmer, que realizaba su primera visita oficial a la Casa Blanca desde que Trump asumió la presidencia, no dudó en responder. En el vídeo, se le escucha replicar con orgullo: «Hemos tenido libertad de expresión durante mucho, mucho tiempo en el Reino Unido, y la tendremos por mucho, mucho tiempo más».
Este intercambio no es un incidente aislado, sino un reflejo de las tensiones emergentes entre Estados Unidos y el Reino Unido bajo la administración Trump-Vance. El vicepresidente, alineado con la visión de Trump de exigir a los aliados que refuercen sus compromisos democráticos, parece haber elegido la libertad de expresión como un punto de presión.
El debate también se inserta en discusiones globales más amplias. En el Reino Unido, leyes recientes como la Ley de Zonas de Acceso Seguro de Escocia, que prohíbe protestas cerca de clínicas de abortos, han avivado el choque entre regulación y libertad de expresión. Para Vance, estas medidas son un síntoma de un problema mayor; para Starmer, son un equilibrio necesario en una sociedad moderna.
Este choque en el Despacho Oval no solo subraya las diferencias ideológicas entre ambos líderes, sino que también plantea preguntas sobre el futuro de la «relación especial» entre Estados Unidos y el Reino Unido. En un mundo donde la libertad de expresión sigue siendo un tema candente, este diálogo promete ser solo el comienzo de debates mucho más largos.