sábado, febrero 22, 2025
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La industria del nopor no está diseñada para el ocio y el placer, sino para esclavizar al ser humano

El eufemismo aterriza en la industria de la pornografía. Ahora, a las actrices porno se les llama “creadoras de contenido para adultos”. En el programa de ingeniería verbal/social, al que estamos siendo sometidos, como método de domesticación, la sociedad está cambiando a toda velocidad. Las cosas han perdido sus denominaciones objetivas y reina la confusión. Algunas expresiones, sustantivos, o adjetivos no solo es políticamente incorrecto emplearlos, sino que pueden ser constitutivos de delito. ¡Así estamos! Incluso, la Academia de la Lengua, igual de politizada que otras instituciones, se ve y se desea para camuflar algunos de estos vocablos. En algunos países adscritos a la subcultura woke está prohibido utilizar los sustantivos porno o pornografía para referirse a las personas trabajadoras del sector. Por razones obvias, hasta hace no mucho, estas profesionales no solían aparecer en programas emitidos en horarios de máxima audiencia. Pero la dinámica ha cambiado y ahora estas mujeres llamativamente recauchutadas son entrevistadas a las diez de la noche, con la gente menuda aún levantada, y no como actrices porno, sino bajo el disfraz eufemístico de “creadoras de contenido para adultos”. Lo de “llamar a las cosas por su nombre” y la clásica frase originada en las disquisiciones de la Reforma protestante, “al pan pan y al vino vino” es algo desfasado, porque no se trata de hablar claro, sino de engañar, confundir al ciudadano carente de una formación mínimamente sólida y cierto grado de discernimiento para ver la manipulación y el engaño del que está siendo víctima. ¡Y esto es muy peligroso! No en un sentido moral, sino de salud mental.

Se dice con cierta frecuencia que la manera de hacer televisión ha cambiado, así como sus contenidos. Cierto. Y gracias sobre todo a un tipo de televisión dirigida a las masas, con temas en muchas ocasiones de mal gusto, y en otras en la frontera de lo legal, con apariciones frecuentes de las “estrellas” del porno, o imágenes explícitas de sexo, la sociedad va admitiendo la pornografía como una opción de ocio e incluso como un trabajo. En efecto, desde una perspectiva relativista, la pornografía genera muchos puestos de trabajo, ya que las cifras que mueve este negocio son comparables a las del cine convencional.

Lo más preocupante de todo esto es que estos “contenidos para adultos”, es decir, películas porno, algunas con contenidos violentos y aberrantes son visionadas por menores. Según algunos estudios de 2021, los niños empiezan a visionar porno antes de los diez años, mientras los papás están en la luna preocupados por sus cosas “importantes”. ¿Hay algo más prioritario para unos padres que la salud de los hijos? Claro que no. Y esto abarca su sexualidad, cuyo inicio debe producirse de manera ordenada en tiempo y forma. No está de más decir a este respecto que niños y niñas son diferentes. La biología no se equivoca y así lo ha demostrado a través de la evolución; por mucho que las nuevas y disparatadas teorías acientíficas y antihumanas quieran inculcar lo contrario.

Vivimos en una sociedad erotizada y sexualizada hasta límites que superan lo razonable. Basta con echar una ojeada a la televisión, a la publicidad, a los quioscos o a internet. No hay película o serie en la que no esté presente el sexo de manera explícita, lo exija el guion o no. Ahora todo parece estar permitido y la promiscuidad también ha adquirido rango de normalidad. Algún lector puede pensar que esta proliferación del sexo se debe a las cotas de libertad que hemos alcanzado: una sociedad plural y libre, en la que cada uno debe elegir sus preferencias; un bien más de consumo del estado del bienestar. Sin embargo, muchas personas no consumen sexo por elección, sino porque el sistema se ha encargado de aficionarlas para convertirlas en adictas.

La sociedad ve todos estos cambios y los contempla pasivamente, sin pararse a pensar que el sexo se está utilizando como arma de manipulación y control. Por extraño que pueda parecer, el sexo es una de las variadas estrategias del Nuevo Orden Mundial para esclavizar a la raza humana y evitar que evolucione; no porque el sexo sea algo negativo o malo per se, sino porque practicado de manera descontrolada lleva a la animalización del individuo y a la atrofia de algunas funciones cerebrales.

La pornografía, así como el resto de las drogas y otras perversiones, tiene su origen en las clases altas, en las élites aristocráticas y políticas, amantes siempre de este tipo de “refinamientos”. Eran los nobles europeos y los industriales norteamericanos de aficiones pervertidas y relajadas quienes la utilizaban en sus reuniones privadas. Y esto continúa, con el agravante de la masificación y normalización en otros estratos de población. Las revoluciones culturales de los años sesenta y setenta, sustanciadas en el feminismo radical, el universo foucaultiano, los queer, y otras minorías extravagantes, propiciaron la apertura a la pornografía, a través de empresas con el mismo origen que las cinematográficas. Hay que señalar que Hollywood y San Fernando Valley, la capital del mundo del cine porno, son vecinos y no solo geográficamente.

Contrariamente a lo que pudiera parecer, la industria del porno no está diseñada para el ocio y el placer, sino para esclavizar al ser humano. El porno crea adicción, y el sistema quiere consumidores, y mejor, adictos amansados, porque son mucho más fáciles de manipular. Una investigación realizada por la Universidad de Cambridge concluyó que el cerebro de aquellas personas enganchadas al porno reacciona de la misma forma que el de las personas adictas a las drogas.

Del mismo modo que los controladores de la sociedad han difundido las drogas, han impulsado esta industria como un arma de control, una más, pero muy poderosa. Es curioso que algunos de los magnates del porno lo sean también de las farmacéuticas, de la industria agroquímica y de las semillas genéticamente modificadas, entre ellos, el inefable Bill Gates, al que solemos darle el protagonismo merecido.

El periódico inglés, The Independent, publicó en su día que Bill Gates, en su árbol genealógico William Henry Gates III, había adquirido la mayoría del grupo PlanetOut. Se trata de un consorcio de empresas dedicadas a la pornografía homosexual o “pornografía dura”, como dicen los anglosajones. La inversión se hizo a través de la financiera Cascade Investment, una de las firmas que controla el magnate. Pertenecen al grupo PlanetOut la revista pornográfica Out, la web Gay.com –un instrumento para organizar citas y encuentros entre homosexuales aficionados a las fantasías extremas— y la empresa RSVP Cruises, de turismo sexual para gente de la LGTBIQ+, organizadora de los cruceros trasatlánticos de homosexuales.

La nueva humanidad debe ser esclavizada y animalizada. Así figura en el plan de los diseñadores. Y la pornografía es un atajo para conseguirlo, igual que otras adicciones como las redes sociales y el mundillo del audiovisual en general. El fin no es fabricar pornografía para un sector aficionado, con estos gustos específicos, sino que esta sea considerada como un producto más de consumo. Así se explican las buenas relaciones entre adalides de la industria del porno, como Larry Flint o Hugh Hefner y gente tan sospechosa como el maquiavélico, pasado a mejor vida, Henry Kissinger, David Rockefeller o el citado Bill Gates, en cuya agenda tienen escrito en letras de oro el dominio del mundo.

No estamos analizando el boom de la pornografía en clave moral, aunque nuestro pensamiento al respecto es harto conocido. Alertamos sobre ello porque no se trata de una diversión inocua. De hecho, los profesionales de la salud ya llevan tiempo advirtiendo de los graves trastornos que causa en la persona. Se suele empezar por curiosidad, por probar algo nuevo, pero como ocurre con la cocaína u otras drogas, se repite hasta convertirse en adicción, y entonces ya no se puede parar.

La red es el medio que más ha contribuido a la masificación de la pornografía. Es una vía barata, accesible, al alcance de cualquiera, incluso de los niños, y se puede obtener de manera anónima. Por eso el índice de consumidores va in crescendo.

El cibersexo es la manera más fácil de tener una relación por internet. Aunque muchos adultos lo practican, preocupa que cada vez sea mayor el número de adolescentes que se apunta a esta modalidad. Esto puede producir su aislamiento, llegando a preferir permanecer en su habitación para visionar estas imágenes, que relacionarse presencialmente con personas de su edad.

Otra peligrosa moda que se ha ido implantando con las nuevas tecnologías es el envío de material erótico-pornográfico entre adolescentes. Las víctimas suelen ser chicas que envían fotos íntimas a sus novietes del instituto o a desconocidos que contactan en la red, en general, perfiles falsos y pederastas. En un próximo artículo abordaremos las consecuencias de la pornografía, lo peligroso que puede llegar a ser su consumo desordenado y la difícil recuperación de la normalidad cuando se ha caído en este pozo sin fondo.

 

Magdalena del Amo
Periodista, psicóloga, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.
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2 COMENTARIOS

  1. El porno es sano y no hace daño a nadie,solo se debe impedir el acceso a menores con mejores filtros.No seamos inquisidores con el porno por favor.

  2. Pilar Miro,legalizó la pornografía,HBO una explosión de porno en España,todo legalizado:bestialismo,coprofagia,abuso a menores.Recordamos unas películas con niñas muñeca de trapo,o niñas que hacían el uso de retretes humanos,si nosotros vimos a Kathy Obrian antes de leer su historia muchos años después.

    Hoy en día las productoras son exclusivamente de judíos,que dirigen toda la pornografía mundial,y que permiten que se pueda ver gratis,y que residen en los EEUU,excepto las de pornografía infantil que se encuentran en los Países Bajos.

    La única testigo protegida en España del caso Torbe,fue una actriz porno?,actriz?…está palabra es ofensiva,fue una niña raptada drogada y violada,a la que la obligaron a realizar esas películas denigrantes contra su voluntad,por estar amenazada de muerte,la vestían de látex como esclava sexual para exhibirla en la feria porno de Barcelona.La prostituyeron en casas aisladas,y lo más fuerte:jamás le pagaron ni un solo euro.Como consiguió salir?,ella solo lo sabe,lo primero que hizo fue acudir a la policía.

    Entonces,son actrices?,es divertido?,están ahí frente a nuestros ojos pidiendo ayuda de forma silenciosa,y la sociedad sigue creyendo que es un trabajo!.Y si intentas,ayudarles,te amenazan,te drogan e intentan hacerte lo mismo.

    El porno es un submundo donde nada es real,desnudan a los jóvenes y tienen percheros de ropa,para vestirles o disfrazarles.Seguimos sin entender,como los medios sacan a estas víctimas como estrellas mediáticas,y como los padres son tan irresponsables con sus hijos.

    Ni a la CEEvni al Estado les importa un bledo.

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