Wibur Ross ha dicho en la Casa Blanca, en una reunión en la sala oval, en un acto protocolario de firma de órdenes ejecutivas, en una medida de creación de fondos para los EEUU, la compra de 2 mil millones de vacunas covid 19. Este hecho, no sólo por ser desfasado, supone la confirmación de la alerta ante ciertas ideologías no precisamente de izquierdas que defienden el uso de la compra de estos venenos.
Bien sea por activa o por pasiva, siempre incurren en lo mismo. Por un lado, se nos muestran claramente contra la cultura woke, el LGTBI, el aborto y otras atrocidades de la nauseabunda izquierda, haciendo una guerra feroz (no sé si teatralizada) contra estas corrientes vomitivas y, por otro, o bien no se pronuncian o bien deciden hacerlo a escondidas.
Si hacemos un análisis de todo lo que supuso la crisis del covid 19, una crisis como todas provocadas y escenificadas como si se tratasen de guiones de Hollywood, supuso el encarcelamiento de millones de personas, su ruina, su enfermedad, su muerte y el uso de protocolos asesinos por parte de la OMS, la dictadura reinante y la censura, junto al remedio secreto, ése que a fecha de hoy sigue matando a gente por doquier, dejando efectos secundarios muy graves como turbocánceres, muertes cerebrales repentinas y otros resultados supuestamente zombis en quienes se han inyectado esta suerte de veneno. Pero, fíjense, de eso ya no se dice nada, la gente parece olvidarlo por completo cuando, siendo un episodio de delito de lesa humanidad al estilo de los nazis, nadie ha juzgado sus responsables, a los gobiernos que han comprado estas armas biológicas tratando con mafias (ahora sabemos que ellos también lo son) y sin denunciar a los gobiernos y autoridades médicas que permitieron y siguen autorizando esta matanza indiscriminada.
Llama poderosamente mucho la atención que ningún partido político haya puesto el grito en el cielo. Que nos salga el criminal de Sánchez diciendo que “la libertad es vacunar, vacunar y vacunar” no es nada raro pues ya lo ha hecho con los valencianos, olvidados y sepultados por una avalancha de agua y barro sin que el gobierno haga absolutamente nada, que lo haga Feijóo, el cual firmó una orden para multar a aquéllos que no quisieran vacunarse o que fuese el primero en poner la mascarilla como algo obligatorio, tampoco lo es. Sí lo es que Vox no haya hecho jamás una declaración oficial sobre este asunto, denunciando los abusos, limitándose a poner un recurso en el TC para paralizar los decretos de urgencia del mafioso Sánchez, lo cual este tribunal confirmó, tampoco lo es Ayuso, la gran heroína de la derecha española, la cual tampoco se ha pronunciado y, muy al contrario, ha permitido la matanza de miles de personas en las residencias de la tercera edad, cuando era presidente de la Comunidad de Madrid. Abascal, hasta el momento no te hemos oído y es lógico preguntarse las razones; no sabemos si estás atado a una hoja de ruta, como lo está el mismo secretario de comercio de los EEUU, cuyo jefe parece tener mucha sintonía contigo. Igual ocurría con el programa de Meloni en Italia, en el que se hablaba muy claramente de la conveniencia de hacer algo al respecto, o en el caso del mismo Putín, que muchos califican como héroe anti OTAN, en declaraciones en no pocos de sus encuentros. ¿Pensará lo mismo Alice Weidel del partido AfD alemán?
Parecen todos alineados en este propósito geogenésico de reducción de población mundial, cumpliendo órdenes y tapándose como puede para que la gente no reaccione y los mire como deben, como mentirosos y criminales en potencia o reales, en el caso de que hayan cometido tales atrocidades. Parece claro que a las élites les molestan las personas, sobre todo si piensan y son desobedientes, dado que su número comienza a ser algo excesivo y hay que calmarlos como a los niños. Tras tanto wokismo y maloliente discurso comunista, que parece haber llevado al hartazgo a millones de personas, nos imponen este cambio de rumbo, aparentemente sorprendente, en el que ciertos temas no se tocan por decoro. Se puede criticar la agenda 2045, claro que sí, sin problemas, pero no toquemos ciertos asuntos, por favor, porque en eso todos debemos estar de acuerdo, como hacen todos los capos de la mafia que luchan juntos por el mismo pastel.
Si atamos cabos, si unimos todos los datos, nos percataremos de la desagradable realidad de que la política ya no es arte de servir al pueblo, sino de hacer cumplir las órdenes de las organizaciones sionistas que dirigen el planeta partiendo de apellidos de mucho renombre, como los Rothschild, los Rockefeller, los Morgan u otros, cuyas relaciones con Trump desconocemos, porque al respecto tampoco ha dicho nada. ¿Otra coincidencia? Mientras tanto, el mundo mira anonadado al nuevo presidente de los EEUU firmando decretos en la Casa Blanca como si fuese un pedazo de la serie de la historia de Springfield.
Esto no es Springfield, ni Cincinati, ni nada parecido. Ésta es nuestra realidad y el paradigma capitalista ha de cambiar para no centrarse sólo en el beneficio sino en el trabajo por merito en la sociedad porque el valor humano es lo que puede salvarnos. La política necesita un cambio radical, sin asesinos, sin criminales, sin personas desequilibradas para un manicomio, sin dictadores, sin carniceros sin escrúpulos y sin mentirosos. Si de esto va la política norteamericana es lo mismo que la izquierda fascista que nos atenaza con su ideología destructiva y escatológica hacia lo más íntimo de lo humano. Si ésta va a ser la senda y los de arriba mueven ficha, quitan a unos muñecos para ponernos a otros como si tal cosa, entonces nada cambia, lo cual nos demuestra, una vez más, que la izquierda y la derecha juegan a lo mismo: al timo de la estampita, mientras les conviene que estemos vivos, porque cuando no sea así harán lo mismo que cometieron tanto con la primera y segunda guerra mundiales. ¿O es acaso Trump no sabe nada de eso? En el supuesto de que no se haya enterado tenemos un gran problema porque es un ignorante como los otros o ha sido puesto allí a dedo, en el caso de que lo sea completamente, lo siento, otra raya más al tigre.