miércoles, febrero 5, 2025
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Erre que erre: cómo introducir una ideología e insistir en ella

La reciente nominación al Óscar de Carla Gascón es un nuevo detonante no sólo para la defensa de la ideología woke, sino para expandirla y buscar un chivo expiatorio.  Del mismo modo que los nazis buscaban a los judíos, los socialistas a los fachas y un largo etcétera, lo que no soportan los que defienden estas corrientes agonizantes es que la gente vea la contradicción de sus planteamientos.

En el caso que nos ocupa no nos vamos ni tan siquiera a fijar en la vida de este ser humano, que es patrimonio de su individualidad como lo es en el caso de cualquiera de nosotros. De hecho, que sea trans es lo más irrelevante del caso. Lo grave de ello es que aprovechándose de un rasgo personal que a nadie le incumbe, se proyecta toda una película con la intención de imponernos un discurso.

De la mera insinuación (¿Cómo es posible que siendo trans haya redactado twits en contra de la izquierda?), que más que nada suena a incitación o curiosidad a través del chisme, como aquél que tira la piedra y esconde la mano, si es que alguien quedó herido (lo cual no es extraño dada la gran irresponsabilidad de quien actúan de ese modo), se lanza la insidia. Como ciertas personas están aún erre que erre con esa doctrina de cambio de sexo y la relacionan con el progresismo y con la izquierda radical, es como si se apropiaran de ciertos colectivos para construir heurísticos del tipo si eres gay eres LGTBI, si eres trans has de ser un rojo de narices y defender al gobierno de España porque todo lo hace muy bien (al tenerte en una pecera de placer) o si no eres ni gay ni trans las posibilidades de que seas un facha se incrementan, de acuerdo con el grado de heterosualidad. Estas ideas no son para que nos la tomemos a chiste pues encierran mucha trampa. Toda secta necesita protegerse de sus propias incongruencias y de quienes las ponen de manifiesto y en el caso de Carla Gascón está clarísimo.

 Máxime cuando a todos los progres, incluyendo a nuestro modernísimo presi, les ha faltado tiempo para felicitarla por el papel en su película, la expectativa era clara. Poner en el listón del número uno lo trans como una heroica lección de la historia. Mas, la alegría les ha durado poco cuando, desde Washington, donde los pederastas están que trinan porque ha llegado Trump  (no pocos actores de allende los mares se dedican a esas cosas), han puesto el grito en el cielo cuando el discurso de Carla es claramente negacionista, hasta el punto de que en España, donde los medios se escandalizan como niños y juegan al chisme barato, no han tardado en apuntarse a la moda, lo que ha provocado que su perfil de X haya sido borrado. ¿Es que nadie puede expresar sus opiniones, sean del tipo que sean? ¿Es ético medir la dignidad de las personas por el tipo de sus opiniones en vez de utilizar su calidad humana, la cual cada vez vale menos? ¿Será por ello que se inventaron la cultura de la cancelación, un constructo absurdo, que sería la excomunión que se te declara en la religión católica? Está claro que han copiado estrategias de la religión que tanto critican.

El párrafo anterior introduce un dato muy preocupante. La cantidad de espiritualidad que tengas es indiferente. Puedes ser un satanista, un criminal, un asesino, actuar como el mismo demonio y eres un admirable miembro de su secta. ¿Será por eso que el gobierno está lleno de psicópatas hasta las trancas? O yendo más lejos, nos podemos preguntar si, en función del grado en el que seas más indigno de ser de la especie humana se te consideran más LGTBI y, a lo mejor, será por eso que estas personas defienden ciertas actitudes llamativamente pedófilas. No puede haber entre sus miembros ni buenas personas, ni personas como Carla Gascón que se expresan libremente y de manera transparente porque eso, curiosamente, rompe la reglas, convirtiendo su conducta pecaminosa (lo cual aplaudo, por cierto) en un ejemplo de que la secta sigue en vigor y que castiga con fuerza a quien la cuestiona, intentando actuar de manera ridícula como la masonería, cuando, tras haber sido iniciado, decides retirarte y contar al mundo lo demoniacos que son y los sacrificios que hacen con bebés y las orgias que con prostitutas que montan. Lo que ocurre es que les falta fuerza, a pesar del episodio del besito famoso aquél, cuya pobre víctima se fue a la República Dominicana para vivir en paz, o el caso reciente del ´pobre político de Más Madrid que creía que no existían las denuncias falsas de las mujeres hacia los hombres.

Volviendo a nuestro tema, se trata de llenar todos los programas con el rumor con la sola intención de informar (no desinformar, ojo) y que no se hable de otra cosa. El objetivo es hacer ruido, lanzar mensajes por X utilizando a personas tan impresentables e indecentes como Irene Montero, firme defensora de las dictaduras comunistas y criminales, incluso del mismo Maduro, pero que pone el grito en el cielo cuando le tocan cualquier figurita de su santuario delirante. Existen muchísimos, entre politicuchos inservibles y los que se llaman periodistas y están ahí para estas ocasiones, con el cerebro más lavado que si hubiesen salido hace poco de un buen centrifugado (será por eso que no saben ni lo que dicen).

Lo cierto es que abrirán la ventana de Overton y comenzarán con rumores, la gente girará la cabeza, escuchará, dejará de prestar de atención a asuntos mucho más graves como la dictadura sanchista en España, que amenaza con convertir a España en un país de miseria, o los crímenes cometidos en Valencia por la indiferencia del gobierno, y serán espectadores del show como aquél que va a un circo, introduciendo cuestiones morales satánicas e ideologías para manicomios en la población, gracias a la repetición constante, más no el convencimiento racional, pues sus planteamientos lógicos, al ser inexistentes, son como meras torres de naipes sobre una mesa con amenaza de temblor.

Es el ridículo disfrazado de gloria y palabras grandilocuentes, llenas aparentemente de sabiduría, cuando, realidad, sus bocas están tan repletas de tanta escoria nauseabunda que apestan desde los estudios de televisión donde las pronuncia, cual pastores improvisados y sin conocimiento de lo que quieren ellos decirnos.

Finalmente, hacen virales noticias en las redes sociales, en las que millones de personas se hacen eco de un escándalo inmoral y vergonzoso para su moral de corte victoriano y los hay que caen, especialmente los que adoran a Pedro Sánchez y poco más ponen una foto en su casa, como ocurre en Corea del Norte.

Finalmente, van creando ideas inconscientes hasta que te convencen de su simpleza de argumentos, de manera claramente subliminal con la ideología de la secta bien diseminada y suelta sin que la veas, pero todo juntito, si es que escuchas a estos seres de luz, con lo que te van llenado de espíritus inmundos.

Es así como lo hacen. Hoy es con Carla Gascón. Mañana será con otra persona que pillarán de manera inocente para sus estrategias psico demoníacas.

 

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2 COMENTARIOS

  1. El vídeo teovnilogia,lo explica muy bien.Ademas felicitamos al diestro por este tipo de información.
    Posesiones demoníacas y control mental.

  2. A mi entender, Carla Gascón tuvo un acierto y un error:

    El acierto fue ejercer su Derecho Fundamental, e irrenunciable, a la libertad de expresión. Al respecto de unos movimientos minoritarios ideados, impulsados y manejados por Soros & Co. (amenazas públicas contra la soberanía de EEUU y de todos). Minorías que pretenden imponer su MUY particular idiosincrasia, visión e inclinaciones a todos los demás.

    Y, aún más, mediante el pretexto, de su supuesta superioridad moral, condicionar e imponer al conjunto mayoritario que su woke-singularidad medre y perviva a costa de incesantes ayudas, canonjías, chiringuitos y subsidios.

    Y el error de desdecirse. Que es peor que tropezar en la piedra de los bienquedas. Pues supone renunciar a sus fundamentadas convicciones personales. Y, por ende, renegar de la autenticidad de sí misma.

    «La tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles.» (F. Dostoyevski)

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