Estos días estoy viendo como la frustración de muchos derechistas, se traduce en un sentimiento muy español “… que les den, me voy de vacaciones…”
Esa frase tan cañí, representa un claro síntoma del trastorno de estrés postraumático electoral (TEPTE), el cual es una afección de la salud mental que ataca a las personas y que se desarrolla tras experimentar o ver algún evento traumático tras los resultados electorales. La causa de este trastorno es el “gurú del PP”, Narciso Michavila, presidente de Gad 3, que literalmente la ha cagado. Sus predicciones han sido tan desastrosamente desacertadas, que los engañados peperos tendrán que llenar los gabinetes de psiquiatría de toda España para entender lo sucedido. Ni el PP ha sacado 150 diputados, ni el socialista Núñez Feijoo podrá ser presidente del Gobierno sin necesidad de pactar con VOX. El PP, basándose en los datos facilitados por esta agencia, había dirigido toda su estrategia electoral según lo había vaticinado este campeón de la demoscopia.
Este episodio tan triste para un blandito votante del PP, o para un dirigente de ese partido ataviado con calcetines llenos de muñequitos, es consecuencia de su voto inconsciente a un partido que puede poner en peligro la vida psicológica de sus votantes.
Ser responsable colegiado del desastre en el cual la derecha a metido a España, trae como consecuencia que los votantes del PP no puedan dormir. Todos juntos, Michavila, Feijoo, sus chicos y los votantes del PP, han conseguido que Sánchez vuelva a ir a veranear a La Mareta, que viaje en Falcon con sus amiguetes y que se vaya de conciertos en Superpuma.
Esos simpatizantes del PP que nos han traído el desastre “Sánchez 2.0”, no podrán quejarse nunca más de haber tenido como efímero líder, a Núñez Feijoo. Este antiguo votante socialista, gris funcionario y admirador de Felipe González (al cual tendría como consejero cuando fuera presidente), que en sus delirios dictatoriales llevo a proponer la obligatoriedad de pinchar en Galicia el invento del COVID-19 a todos los ciudadanos, amenazándoles con 60.000 euros de multa, hubo de ser parado por el Tribunal Constitucional para que no instaurara esa diarrea mental, nacida de sus simples conocimientos globalistas de la Agenda 2030.
Ahora, estos vagos mentales que han llenado las urnas de papelitos inútiles con el símbolo del PP, ven como quién era el único que estaba dispuesto a defenderles hasta la extenuación, sólo ha conseguido 33 diputados. Quien antaño les defendió, ahora ni puede presentar recursos de inconstitucionalidad, a tenor del artículo 162 de la Constitución, ni puede defender a todos aquellos que en el campo y las ciudades, les votaron con la esperanza de ver cumplidos sus justas reivindicaciones. Gracias peperos.
¿Y ahora qué hacemos cuando Sánchez baladronee de ser presidente del Gobierno con el voto de comunistas, terroristas y separatistas? ¿Qué hará por ellos Núñez Feijoo? ¿Cuál será su centrado, centrista y centrípeto heroico acto para defender a sus electores?
Puede que presente un recurso ante el siervo moral de Sánchez, llamado Conde Punpido, con su ejército de bizarros abobados del estado, que forman las plantillas aguerridas del PP.
Mientras, los españoles esperaremos para saber que va a decidir el Tribunal Constitucional con esos recursos, la gente estará abrasada a impuestos, la inflación comunista se tomará cientos de miles de víctimas y Núñez Feijoo (y su caterva de inútiles), estarán buscando como centrarse centradamente, para no coincidir con VOX.
Este complejo que agrava la enfermedad del PP, le está llevando a convertirse en un sucedáneo de oposición a la “progresía”, incapaz de plantar una guerra cultural contra la izquierda dictadora, autoproclamada repartidora de carnets de demócrata.
El PP tiene un síndrome que le lleva a su destrucción como partido de alternativa al gobierno. Actuar con el objetivo de agradar a los comunistas sobre su relación con VOX, es un suicidio político y sociológico. Contribuir con dirigentes de poca monta, como la Guardiola, a que la izquierda consiga una victoria moral electoral por insultar a VOX con quién estaba obligada a entenderse, es ridículo.
En el PP cada gallinero tiene su gallo, y cada “jefecillo” de baronía tiene su criterio. La de Extremadura, con su inexplicable necedad y con su actitud de podemita intelectual, consiguió movilizar a toda la izquierda nacional contra VOX. Esta individua elegida por el tirahuesos de Casado, desmovilizó a parte del electorado del PP con su actitud inexplicable y llevó a Núñez Feijoo al borde del precipicio. Después de lo de Extremadura, todo lo sucedido en el resto de España, ha sido su consecuencia.
El PP de Feijoo en Madrid, obtuvo en las elecciones generales 500.000 votos menos que Ayuso en las autonómicas. La hormiga traidora consiguió 250.000 votos menos en las elecciones municipales, que en las generales; mientras que Sánchez, en las regiones donde abunda el separatismo, recibió más votos en las elecciones generales, que en las autonómicas y municipales.
Insultar y vilipendiar a VOX le ha salido caro al PP, sobre todo cuando no ha sabido reaccionar ante un PSOE apoyado por comunistas, terroristas y delincuentes separatistas. El líder del popular ha dicho “urbi et Orbi”, que esta “más cerca del PSOE que de Vox”, haciendo suyo el discurso de los progres y acomplejándose de haber pactado con VOX en Castilla León, en Valencia y en Mallorca.
¿Creéis que un tipo tan fatuo, blandito y centrado de centrismo puede enfrentarse a Sánchez durante toda una legislatura? Evidentemente no.
Si Sánchez va a estar cuatro años más en el poder, no es más que el resultado de que el PP no ha hecho oposición al partido del gobierno, durante la campaña electoral. El Partido Popular sólo se ha preocupado de quitarle votos a VOX y de buscar la quimera de que podría atraer votos de los socialistas moderados, cuando esta raza nunca existió. La palabra socialista rima con guerracivilista. El PP sólo ha fagocitado a los inservibles Ciudadanos y a algún tonto y cobarde del voto útil, que ha dejado a VOX y a España en la estacada.
En estas elecciones, la baba que cae de la boca de los dirigentes del PP cuando a veces piensan, ha manchado las expectativas de largar a Sánchez al lugar de donde le trajo su suegro, que no es precisamente el más decente del mundo.
A cambio, la estrategia del PSOE ha sido más simple que la neurona de uno de sus votantes: “La ultraderecha viene”. “Habéis visto lo sucedido en autonómicas y municipales: El fascismo y la homofobia os quitarán vuestros derechos y pensiones”. “Votadme a mí”.
Este partido, siguiendo a Goebbels, ha buscado un solo enemigo. Todas sus iras y miedos las ha lanzado contra Abascal y su partido. Sus fanáticos votantes no dan para más: el malo es uno y es ese.
Los rojos son más fáciles que el mecanismo de un chupete y le han votado a Sánchez en masa. El presidente del gobierno ha carecido de oposición. En estas elecciones el Felón sólo ha tenido enfrente a Abascal. Eso es todo lo que ha sucedido.
A pesar de ello, a día de hoy ni PP ni VOX han hecho autocrítica. Creo que esta es necesaria para afrontar la legislatura que viene, con un Sánchez más débil y más dañino.
El PP no tiene solución. Es un gigante administrativo corrupto, repartidor de cargos y sueldos, sin alma ni corazón. Sus dirigentes son tragicómicos y ridículos.
Vox tiene que analizar en profundidad, cuál es la causa de su inflexión desde las elecciones autonómicas de Andalucía. Debe de cambiar de caras y de líderes. Los que le sirvieron para su lanzamiento, ahora son inservibles de puertas afuera. Su línea ideológica se ha mutado, y algunos de sus antiguos votantes no se han identificado con la nueva estrategia política marcada desde la dirección. Falta explicar y formar a su electorado para que llegue a comprender lo que ahora pretenden sus dirigentes. VOX no era un partido, era un movimiento rebelde contra los enemigos de España. Se ha convertido en un partido rígido y jerárquicamente dirigido. Necesita que se le vuelva a dotar de frescura, de objetivos fáciles, reconocibles y sencillos, para que sus electores identifiquen quienes son los enemigos de España. Ha de abrirse para que participen todos.
Pero volvamos a Sánchez. Para él sólo quedan dos enemigos, es decir, sólo teme y odia a dos personas: Díaz Ayuso y Abascal.
Pedro Sánchez es un depredador, intuye cuales pueden sus competidores y como animal político, intentará destruirlos cuanto antes.
Teme a Díaz Ayuso. Es lista como él. Con una personalidad básica y atrayente para el gran público. Indirectamente se ha enfrentado a Sánchez con éxito y siempre le ha derrotado. Nunca ha competido en la misma contienda con el monstruo del doctorado fake. Este combate aun esta inédito y lo veremos en muy poco tiempo, cuando Ayuso supla a Feijoo más pronto que tarde.
Díaz Ayuso nunca fue de mi gusto por diversos motivos, y es evidente que a ella le importará muy poco lo que yo piense. No me gusta porque ideológicamente nada tiene que ver conmigo. Su moral católica es aparentemente inexistente. Mantiene las leyes LGTBI en Madrid, aprobadas por la “robacremas”, y sigue sin derogarlas. Se continúa adoctrinando a los niños en su Comunidad Autónoma con la basura de la ideología Woke, sin que ella mueva ni un dedo, y según sus propias declaraciones en público, es abortista. Mantiene los chiringuitos comunistas, subvencionados por ella, de “violencia de género” y paga religiosamente a los sindicatos, sin suprimirlos sus subvenciones.
Pero a partir de lo acontecido en la calle Génova en la noche del 23 de julio, donde bailaban disfrazados los dirigentes del PP, me di cuenta que esta mujer es alguien fuera de lo común. Apareció vestida de rojo, cariacontecida por lo sucedido y con ganas de poco baile.
Vio lo crítico y ridículo del momento y se comportó como el único líder dentro de ese grupo de payasos grotescos y bailarines. Con sus declaraciones posteriores sobre la traición de Sánchez negociando con Puigdemont, me percaté de que Díaz Ayuso es uno de los verdaderos obstáculos para que Sánchez pueda ser el presidente perpetuo de la III República. De su peculiaridad no fui consciente hasta el día 23 de julio. Sánchez, con más cultura parda que yo, lo sabía desde hacía mucho tiempo y por eso la odia.
El traidor también teme a Abascal. Le teme por lo que representa: La España Eterna. Le tiene miedo por lo que lleva en su mochila: valor. Para derrotar a España ha de destruir a Abascal y a VOX. A ese movimiento político que representa Abascal, no puede destruirlo. Puede atacar las siglas, pero lo que no puede es acabar con esos hombres y mujeres que cada día sienten a España en su alma y en sus venas y que luchan por ella en sus trabajos, en sus pupitres, en sus campos, en sus granjas y en sus barcos. Esos hombres son España y los representa Abascal. Nadie puede con ellos.Nos espera una dura legislatura donde Sánchez intentará dar el último golpe de mano para consumar su golpe de estado. Delante de los suyos, sólo estarán Abascal y Díaz Ayuso. El resto no son enemigos. Detrás de ellos, como siempre, sólo un puñado de españoles para emprender la Reconquista.