miércoles, enero 22, 2025
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Era de esperar: la euforia solidaria ya se ha desinflado con Valencia

La España de los últimos tiempos es una nación poblada por gente cobarde que, de vez en cuando, recurre a eslóganes fáciles con los que intentar camuflar una falta de valentía bastante preocupante.

Una sociedad a la que la clase política maneja como quiere y que sale a manifestarse a la calle solamente cuando es pastoreada por los mismos lobos que quieren acabar con ella. Cuando esos lobos presienten que las ovejas se están enterando de algo las sacan a dar un paseo y las dejan que recurran a esos eslóganes de los que hablábamos antes: «que te vote Txapote», «Sánchez a prisión»… o el más reciente de «solo el pueblo salva al pueblo».

Después del desahogo se les manda a sus cuadras y se les permite que sigan dando vueltas en la rueda de hámster para generar más dinero con el que mantener a sus propios verdugos. Y así hasta la siguiente.

El 29 de octubre se produjo en las provincias de Valencia y Albacete uno de los mayores crímenes que se han cometido en la historia de España. A pesar de que la inmensa mayoría del ganado ibérico es consciente de que no llovía tanto como se nos dice y que se abrieron las compuertas de los pantanos para provocar una inmensa riada, a estas alturas los responsables de aquello todavía siguen estando donde estaban y el rebaño todavía sigue balando cuando esa gente quiere.

Como siempre, parecía que algo iba a cambiar. El primer mes, las zonas afectadas se llenaron de voluntarios y surgió ese eslogan de «solo el pueblo salva al pueblo» que parecía indicarnos que esta vez sí, que algo había cambiado, aunque la triste realidad es la de siempre: que todo sigue igual.

Si se dan cuenta, llegados a este punto, ya ni siquiera los afectados publican vídeos pidiendo ayuda a la gente. Se deben haber dado cuenta de la triste realidad del país en el que viven.

Nuevamente, la clase política ha conseguido su objetivo. Por un lado, la gente ya se ha olvidado del asunto y por el otro, ya tienen preparadas sus carteras para, nuevamente, forrarse a cuenta de los incautos que viven dominados por una desidia y una cobardía de la que no quieren curarse.

Y esto seguirá así hasta la próxima que nos monten. En la siguiente serán otros los que se den cuenta, en sus propias carnes, de la realidad en la que viven. Se darán cuenta de que su absoluta inacción ha provocado que en ese momento sean ellos las víctimas. El problema es que, cuando suceda, les pasará lo mismo que ahora les está asando a las víctimas de las riadas: que no tendrán ni fuerzas, ni tiempo, ni dinero para protestar. Para exigir responsabilidades.

Esperarán que sean otros los que lo hagan por ellos ya que ellos, bastante tendrán con tratar de sobrevivir. Parecerá que algo va a cambiar por el shock inicial, pero finalmente no pasará nada.

Y llegará el día en el que nos demos cuenta de que los grandes culpables no son los políticos, somos todos nosotros. Porque nadie puede exigir respeto a nadie, sin respetarse a sí mismo. Y esto nunca se puede conseguir con la falta de dignidad y de principios que tenemos en este país. Una pena.

 

EsDiestro
Es Diestro. Opinión en Libertad
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