El 25 de diciembre de 1989, el dictador rumano Nicolae Ceaușescu y su esposa Elena fueron ejecutados por un pelotón de fusilamiento tras un juicio sumarísimo, marcando el fin de uno de los regímenes comunistas más represivos de Europa Oriental.
Nicolae Ceaușescu había gobernado Rumania desde 1965 con una mezcla de brutalidad y culto a la personalidad, similar a la de otros líderes autoritarios de la época. Su régimen se caracterizó por la represión política, la vigilancia intensiva a través de la Securitate (la policía secreta), y políticas económicas que llevaron a la población a la pobreza y la hambruna. Sin embargo, la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y las subsiguientes revoluciones en los países vecinos comenzaron a minar su poder.
La chispa de la revolución rumana se encendió en Timișoara, donde protestas iniciales contra la expulsión de un pastor reformado dieron paso a manifestaciones más amplias por toda la nación. Ceaușescu intentó controlar la situación con su discurso del 21 de diciembre en Bucarest, pero fue abucheado por la multitud, un signo claro de la pérdida de su control sobre el pueblo. Este evento fue el preludio de su caída.
Tras su último discurso fracasado, Ceaușescu y Elena huyeron de Bucarest en helicóptero, pero fueron capturados en Târgoviște después de que su vehículo se descompusiera. Lo que siguió fue un juicio que muchos consideraron una farsa. Acusados de genocidio, destrucción de la economía nacional y otros crímenes, fueron juzgados por un tribunal militar improvisado, el cual dictó la sentencia de muerte en menos de dos horas.
La ejecución se llevó a cabo el mismo día de la sentencia, el 25 de diciembre. Los Ceaușescu fueron fusilados por un pelotón de paracaidistas, con Nicolae cantando «La Internacional» y Elena insultando a los ejecutores justo antes de su muerte. Las imágenes de su ejecución fueron transmitidas por la televisión rumana, mostrando el colapso del régimen y la venganza del pueblo contra sus líderes.
Este evento no solo marcó el fin de Ceaușescu sino también el comienzo de una nueva era para Rumania, aunque el camino hacia la democracia sería turbulento y complejo. La ejecución de los Ceaușescu sigue siendo un tema de debate; algunos la ven como una justicia necesaria, mientras que otros critican el procedimiento como una violación de los derechos humanos y un mal precedente para la aplicación de la justicia.
La influencia de Ceaușescu, sin embargo, no desapareció inmediatamente; su sombra sigue presente en la cultura y la política rumana, con algunas personas aún venerando su tumba.
Esta mugre pagó por sus crímenes pero de nada va a servir porque el comunismo es lo que ya tenemos hoy, nos quieren quitar nuestros derechos y libertad por un bien común que ellos definen, las élites que diseñan el mundo quieren el modelo chino, control absoluto de todos los recursos incluidos los humanos, por eso lo de genero, para ellos solo somos un genero con el que pueden negociar, somos un número, un cero a la izquierda al que hay que erradicar.
El neocomunismo se llama ‘partido verde’,no confundir con Vox.
Después de meses de silencio de radio, Sanija Ameti está tratando de salvar su carrera públicamente desacreditada con una inteligente maniobra de relaciones públicas. Al poner en juego la guerra de Ucrania y la pérdida de su hermano, distrae hábilmente de su escandalosa toma de la imagen de María.
Tres meses después de una sensacional publicación en Instagram que mostraba disparos contra una imagen de María y Jesús, Sanija Ameti, concejala municipal de Zúrich del Partido Verde Liberal (GLP) y copresidenta de Operation Libero, ha hablado en detalle por primera vez.
Sus palabras dan testimonio de remordimiento, de una determinación de permanecer políticamente activa y de un giro asombroso a la hora de hacer frente a las consecuencias de sus actos.
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