Por Alfonso de la Vega
«Cuando abrió el tercer sello. Oí al tercer ser viviente que decía: Ven. Miré y vi un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz que en medio que de los cuatro seres vivientes, que decía; Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite y el vino.» (Apocalipsis)
Las organizaciones agrarias ASAJA y COAG, han convocado un acto de protesta el próximo 16 de diciembre en Madrid ante la sede del Ministerio de Agricultura, para expresar su malestar por la falta de respuestas eficaces a los muchos problemas que acumulan los agricultores y ganaderos españoles. Ahora, para colmo, hay que añadir el reciente acuerdo firmado entre la UE y MERCOSUR, un auténtico dumping tanto en precios como en cumplimiento laxo o inexistente de las normativas de producción obligadas en la UE.
Quedan muy lejos aquellos tiempos en los que España no había ingresado aún en la CEE y se consideraba a la Política Agraria Común (PAC) con indisimulada esperanza. Las bases de la PAC estaban contenidas en el Título II y en el Anexo II del Tratado de Roma. El artículo 39 detallaba cinco objetivos:
Aumentar la productividad de la agricultura. Asegurar un nivel de vida equitativo de los agricultores. Estabilizar los mercados. Garantizar la seguridad de los abastecimientos. Asegurar precios razonables al consumo.
Objetivos que se pretendían conseguir a través de tres grandes principios:
La libre circulación de productos. La preferencia comunitaria. La solidaridad financiera.
Hoy, con la devastadora globalización y el secuestro oligárquico confiscador de las instituciones de la actual UE todo ello ya ha sido arrumbado o se encuentra a punto de serlo bajo el infame pretexto ecologista. La posibilidad de carestías, hambrunas generalizadas y desastres ecológicos se hace cada vez más probable.
Cuando estudiaba en la ETS Ingenieros Agrónomos, y luego como profesional, nunca pensé que la razonable y conveniente preocupación por el Medioambiente y la ordenación del territorio propias de mi profesión y en general del sector agroalimentario iba a ser sustituida por aberraciones de un fanatismo criminal y sin ilustrar al servicio de intereses inconfesables que podría terminar dando al traste no solo con esos sectores fundamentales sino con la propia civilización occidental. No exagero. No solo se trata del sector agrario, la corrupta Comisión europea también pretende sabotear la pesca obligando al cierre de la actividad.
Ante la gravedad de lo que sucede no basta con protestar por ciertas medidas concretas lesivas para el sector FAO, con ser ello muy importante, sino que es preciso entender la naturaleza pervertida de las instituciones, la traición del Poder ejercido contra la sociedad y la naturaleza. Se necesita ir a la raíz de los problemas si queremos intentar solucionarlos. Y barajar la posibilidad se abandonar la UE de no poder modificarla al verdadero servicio de los pueblos que ha traicionado.
Entre tanto, el fantasma apocalíptico del hambre cabalgando su negra montura asoma por el horizonte.