lunes, diciembre 2, 2024
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Miedo puro (la llave de la felicidad)

Si alguna vez discutes con un tipo armado con pistola, sentirás miedo. Si piensas que es un criminal, la sensación de miedo será muy intensa y si piensas que es un “servidor de la ley” será, probablemente, de menor intensidad.

En realidad, el miedo “nos lo da” la pistola. Es verla lo que nos pone en alerta, porque eso es el miedo puro: Una sensación de alerta, una señal eléctrica, un calambre. Pero la intensidad del calambre depende de un pensamiento, obviamente, posterior al hecho de ver.

El nivel de miedo (Y por tanto, de sufrimiento) depende de un juicio que depende, a su vez, de un planteamiento estadístico: Criminal = 95 % de probabilidades de que me mate = Mucho miedo. “Servidor de la ley” = 5 % de probabilidades de que me mate = Poco miedo. Evidentemente, plantearse un problema de índole matemático, y resolverlo, requiere tiempo. ¿Qué ocurre desde que vemos el arma hasta que barruntamos que tenemos muchas probabilidades de morir? Que sentimos el calambre del miedo con una intensidad poco molesta; tan poco, que queda olvidado, debido a la gran intensidad que aporta el juicio, el pensamiento (Mucha más, claro está, si lo juzgas criminal). Es como un tsunami que pasa por encima de un charco. ¿Quién se acuerda del charco al verlo pasar?

El miedo grande tapa al miedo pequeño (Igual que sucede con el dolor). Un miedo muy intenso dificulta la apreciación de otro miedo de menor intensidad; y al no poderlo apreciar, perdemos de vista que, a lo único que nos obliga la naturaleza, es a percibir el miedo puro, que es una sensación de alerta, una señal eléctrica, una especie de calambre, que nos espabila, ante una situación delicada, comprometida.

Añadir un 5% de intensidad o un 95 %, a ese miedo natural, depende del estado mental de cada cual: Cuanto más negativos sean tus juicios, cuanta peor puntuación otorgues a aquellos que juzgas, más intensidad de miedo sentirás, debido a los cálculos que hace tu propia mente. Por tanto, es de perogrullo concluir que, cuanto más benévolo seas, menos sufrirás, o más feliz serás, que para el caso, es lo mismo.

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