Por Ana Tidae
Me alteran cada día más los papanatas y maleantes disfrazados de políticos, y ni que decir su corte amorrada de propagandistas, todos ellos forrados de pasta en lo que supone la mayor muestra de explotación de clase jamás habida. Noto un malestar profundo cada vez que veo sus caras, oigo sus voces, sus presencias de tosca aspiración a postín, como la mona vestida de seda, y sobretodo cuando proceso las emisiones tóxicas, cínicas y falaces que brotan de continuo por sus bocas, pagadas a precio de rodio. Intento limitar mi exposición a tantas dosis de miseria y ultraje, por salud, pero actúa esa parte de adulta responsable que me impele a no desentenderme del todo de lo que sucede en pseudopolítica, más ahora que las muertes y ruina provocadas por estos seres ya se cuentan por centenares de miles, si combinamos los efectos de la “crisis sanitaria”, el pinchazo “eficaz y seguro”, el aumento de suicidios por la pocilga invivible, y la encerrona acuática, más lo que estos salvajes del “reto demográfico” tienen en la recámara. El desprecio absoluto que han mostrado por las víctimas del terrorismo climático en Valencia mientras pergeñan nuevas formas de seguir saqueándonos ha dejado patente la naturaleza de esos personajes, para los que aún se resisten a entenderlo así, como tipos de naturaleza y grados de degeneración humanos, y no como “ideologías” que es un invento del que viven estos seres insufribles y sus lampreas mediáticas.
He padecido al ministro de Incultura soltar una perorata sobre “ciencia”, con ademanes y tono de chulería altanera, sobre los “informes científicos” que “explican” por qué se ha producido la “dana”, y que sólo pueden ser tragados sin masticar para no ser catalogado de “negacionista” que “pone en peligro el país”. Como si a ese personaje de las tabernas nacionalistas le importase el país salvo para sacarle la sangre y destruirlo. Déjà vu, mismo patrón exacto de la farsa pangolinera, siensia de comunión obligada. ¿Tendrán esos “informes científicos” el mismo rigor que los supuestos informes en los que basaron su imposición de bozales, y que nunca pudieron presentar pues no existían? ¿Los ha hecho alguno de sus legendarios “comités de expertos” fantasma? ¿Son ”estudios” como los que han sido retirados por docenas de las revistas médicas y científicas a nivel mundial en los últimos años porque se ha demostrado que eran basura a granel para imponer la plandemia en el mundo, llenos de datos inventados y ausencia de método riguroso, mientras se rechazaba publicar los estudios que no convenían a la narrativa? ¿Estudios como los que falsearon y amañaron para demonizar la hidroxicloroquina o la ivermectina, que también hubo que retractar? ¿Estudios como los de Pfffizer, intentados esconder durante setenta y cinco años hasta que un juez decente les obligó a mostrar toda la bazofia pseudocientífica mengeliana que ocultaban? ¿O estudios hechos en una tarde como el que permitió a Drosten sacar el palitroque con el que testearían a la borregada mundial para ver si daban “positivo”, y un año después anunciaron que sacaban otro que “distinguía de la gripe”? ¿Tal vez estudios como el de la “distancia social”, que obligó al propio Fauci a reconocer que se lo inventó completamente? ¿O estudios como los que usó Simón para acabar confesando (bendita hemeroteca) que impusieron todas las medidas medievales “porque no sabíamos qué hacer” (sic)? ¿Quizás estudios como los que “demostraron” que si olías las lentejas del vecino te podías “contagiar”? ¡El ejjperto llevaba bata blanca¡ ¡Y gafas! ¿Cómo va a equivocarse alguien con bata y gafitas? ¡Son los sumos sacerdotes de la sacrosanta Ciencia!
Trust the Science!
Follow the Science!
I AM the Science. Llegó a decir Fauci.
En cualquier caso, ¿acaso sabe ese talibán de los museos interpretar estudios científicos, si no sabe ni de la materia que le compete, y sólo le mueve un ánimus de desmantelamiento nacido de su incamuflable odio?
También podrían ser “estudios” como los que mencionan con soberbia supremacista las nuevas estrellitas de la “emergencia” de turno, que por supuesto van acompañados de solicitudes de mucha, mucha “inversión”, ya que donde unos vemos corrupción, manipulación mental y ciencia secuestrada, otros ven ego, estrellato y riquezas garantizadas hasta el fin de sus días, así que mantendrán sus colmillos clavados en la presa mientras les sea posible. Hoy mismo veo a uno de estos de la bata prostituida regurgitando consignas en un artículo extenso en el Heraldo de Aragón, panfleto decadente 100% agendista que sólo hojeo muy esporádicamente, y que me recuerda a aquel friki de los aerosoles que tuvo sus minutillos de gloria durante la fase álgida de la plandemia, y que también celebró su puesta de largo en el mencionado panfleto, para de ahí pasar a los programas del ultracovidiano Íker que ahora se nos ha vestido de aguerrido disidente.
Agota explicar que el pasto es verde, explicar obviedades. Resulta que con todo un ministerio de “transición ecológica”, otro de Ciencia, otro de “transformación digital” y una imposición voraz de impuestos “ecológicos”, la primera vez que se presenta una gorda las consecuencias son más devastadoras de lo que hayan sido en décadas y siglos anteriores, con muchísimos menos “expertos”, “responsables”, tecnología, telecomunicación e “inversión” consagrados a “luchar” contra la “emergencia”. Como de costumbre, lamento el exceso de comillas, es inevitable viviendo en una grotesca mentira diabólica. Si tan excepcional es la situación del Mediterráneo (en cada país les han vendido la misma moto, hay un compendio de recortes de periódico de todo el mundo en el que a cada uno se le convence de que su zona geográfica va a ser la más castigada e inhóspita por el “cambio climático”), ¿por qué no haber acometido una “transición” utilizando todo el dineral que nos han robado? ¿La “transición” no merece una excepción ibérica, como esa chapuza energética de la que tanto presumen? ¿Qué transición es quitar presas y azudes en un territorio históricamente azotado por las lluvias torrenciales, las sequías y los incendios, dejar cauces llenos de vegetación, parte de ella catalogada científicamente como invasora y muy dañina, no avisar a la población, o permitir el más que sospechoso y anómalo cambio de los indicadores de llenado de embalses en cuestión de horas en lugar de tenerlos vacíos desde muchos días antes, ya que la ciencia es tan exacta e infalible, según su doctrina cientificista, que debería haber previsto con mucha aproximación cuándo iba a descargar fuerte? Ni menciono la geoingeniería, esas tecnologías irrefutables y demostrables que no tienen nada de novedoso, pero que las lampreas sistémicas insisten en negar agresivamente. Si sumamos dicha tecnología, más la gota fría ancestral, más las desidias hidrográficas, más el factor comunicación, más otros factores simples a destapar, ahí tienen estos psicópatas su “cambio climático” no visto en “cinco mil años”, con resultado de catástrofe peor que tercermundista y medieval.
Eso no es una “transición”. Eso es un K.O. técnico en el primer round. Despoblador. ¿Qué “estudios científicos” ha presentado Ribera para hacer / dejar de hacer todo lo que ha perpetrado en el Levante? ¿Con qué “estudios científicos” gente como Puigdemont, una trabajadora social de Podemos, una mujer sin estudios del PSOE de las que han vivido toda la vida del carnet, o un pepero con titulitos chorras tipo “relaciones internacionales” o el propio Urtasun aprobaron la delirante ley de restauración de la naturaleza? ¿Existen esos estudios? ¿Que teorizaran con prolijas explicaciones que no iba a haber estragos atroces durante la “transición”? ¿Quién los firmó? ¿Cuántos eurodiputados comeostras se los leyeron a fondo antes de votar? ¿Los entendían, de existir, que lo dudo? ¿Votaron ciencia, siensia, o un cuento infantil para gente con retraso mental severo?
Afirma con rotundidad insolente el ministro extralimitado que la temperatura del Mediterráneo ha subido cuatro grados y por eso la inundación explosiva. Si los tecnócratas corruptos ya han sido pillados inventándose y falseando las temperaturas del aire, que llevaban muchas décadas midiéndose de forma estandarizada sin apenas margen de error, imaginen lo que pueden estar haciendo con las temperaturas del mar, una descomunal masa en movimiento continuo y el transcurrir de las estaciones y los grandes ciclos como El Niño y La Niña que los medios de masas hace años que no han vuelto a mencionar. ¡Oh, sí, boyas en distintas profundidades, infrarrojos desde satélite, blablabla!. Lo que tú digas, “experto”. Llegué a ver en una televisión autonómica la dosis diaria de terrorismo climático que mostraba el llamativo aumento atmosférico de CO2 (ese gas natural vital). La medición se había registrado en el observatorio meteorológico… de Mauna Loa. Es decir, en Hawaii, coincidiendo con un aumento de la actividad volcánica, el mayor emisor de CO2 que existe. Esa parte, obviamente, no la aclararon al telespectador menos avispado, bastaba con meterle miedo –y culpabilidad- con una gráfica disparada. El Mediterráneo tendrá la temperatura que a Ribera y a von der Leyen les convenga.
Y esta es la “ciencia incontestable” con la que toda esta gentuza pretende someternos y “reducirnos poblacionalmente”, como ya han hecho de forma masiva en Valencia, más lo que preparan. Se salieron con la suya durante la plandemia de midazolam, la hipoxia bozalera y la inyección apremiante, y nadie ha rendido cuentas. No pierdo la esperanza de que su maldad y sus mentiras genocidas tengan los días contados. Me pregunto de dónde sale tal cantidad de gente miserable. Sus madres debían ser de las aficionadas a tomar la temperatura rectal, y tal vez se liberó mercurio en sus culos que se acabó alojando de por vida en sus cerebros psicopatizados. Tiene que haber alguna explicación científica a tanto aumento de criminales y canallas. Y de borregos.