Es absolutamente indignante para cualquier persona mínimamente inteligente que estén todo el día con la matraca de Errejón y de sus denunciantes para tapar los escándalos de la mujer de Sánchez, con tal de que en la izquierda no se rompa la compostura, la cual, por cierto, es como jarrón de porcelana china de la dinastía Ming al borde la mesa. Es absolutamente indignante que todo el mundo esté pendiente de la campaña electoral de los EEUU, mientras Kamala, la sierva de George Soros y los Rothschild, se presenta como la salvadora de la humanidad y Trump pretende hacerse al mando de un país tan endeudado que, el día que caiga su economía nos iremos todos por donde hemos venido. Y, finalmente, es absolutamente indignante que noticias como las macro maniobras rusas experimentando con sus armas nucleares por tierra, mar y aire no se tengan en cuenta, mientras una serie de soldados se han metido en Rusia y han sido hechos prisioneros.
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Vivimos en una de las épocas más estúpidas de la humanidad, donde la inteligencia brilla por su ausencia y se quiere hacer creer al ciudadano que es un gran necio, tanto que no puede saber nada de sus problemas, porque no les explica. ¿A qué responde ello? ¿Es que a nuestros políticos les conviene tener siempre un circo en medio del escenario para tenernos entretenidos? ¿Es que los presidentes de los países de la OTAN están tan idos que no se enteran que la línea roja con Putin ya se ha atravesado hace tiempo y estamos en un serio peligro? ¿Es que son tantos los intereses económicos en Ucrania que no conviene a los países librarse de sus inmensas riquezas?
Sabemos del acuerdo de Rusia con Corea del Norte, enviando miles de soldados para luchar en el frente ucraniano, sabemos de las críticas de Corea del sur, avisando de que si el plan sigue adelante enviará asesores y fuerzas a Ucrania, sabemos que el Pentágono está cerca de autorizar el emplazamiento de misiles en Ucrania, sabemos del caso de Israel con Irán, apoyado por Rusia y China y conocemos bien que con Putin no se juega.
¿Entonces, a qué juega occidente? ¿A la agendita 2045 con sus 17 diabólicas intenciones, cada una peor que la otra, sin importar el bienestar ni la libertad de los europeos, cada vez más pobres y con más problemas, porque han de someter a su población para que no proteste y no se les eche del paupérrimo estado de bienestar que queda, a hablarnos de democracia y derechos, como si hubiésemos estado viviendo una dictadura horrible hasta ahora, cuando los comportamientos de los líderes occidentales son propios de auténticos sátrapas al estilo de los años 30, a soltarnos cuentos de creación de puestos de trabajo, cuando se están cargando la clase media, esa que hizo de Europa la envidia de todo el planeta y, mientras tanto, a negociar miles de millones de dólares o euros con las empresas armamentísticas, las mismas que se echan a temblar cada vez que se habla de un alto al fuego entre Ucrania y Rusia? Porque, para eso, señores quieren que gane las elecciones Kamala Harris. ¿O acaso alguien puede creer que va a ser la embajadora de la paz y le van a dar el premio nobel por eso?
¡Hay que ser terriblemente ingenuo para creerse toda esa historia falsa en la que nos han metido! Lo más peligroso es que muchos de esos ingenuos están en la Moncloa, en el gobierno, en el parlamento nacional, en el PP, en el PSOE, en Vox, en Sumar, en Podemos, en Bildu y en el resto de los grupos independentistas, sin un ápice de reacción ante el desastre que vivimos los humanos, mientras tanto, todos ellos a lo suyo, como si el mundo fuese un planeta paradisiaco y no pasara absolutamente nada más grave que un escándalo sexual, siguiendo el guion de control de la clase política que escribieran los Rothschild hace más de 200 años.
Mientras tanto, la mansedumbre sigue con sus costumbres, como si tal cosa, como si nada fuese ocurrir, como aquellos tiempos en los que el primer ministro Chamberlain llegó a un acuerdo Hitler tras la toma de Checoslovaquia para éste se detuviese en sus conquistas por Europa, lo cual, después, como tal timo de la estampita, provocó la invasión de Polonia y el inicio de la segunda guerra mundial un 1 de septiembre 1939, no tan lejano como pensamos, en la que fallecieron 80 millones de personas y algunos de ellos murieron en campos de concentración nazis, así hasta 1945, cuando por fin acabó la pesadilla. Al menos Chamberlain pareció tener mayor talla y negociación con Hitler una especie de paz para no llegar a esos extremos, que luego se alcanzaron porque la situación estaba a punto de estallar.
Sin embargo, la situación actual es idéntica. Un sistema económico hundido, crisis financiera atroz, paro, pobreza, miseria, presiones dictatoriales, políticas que no recuerdan a la anhelada democracia europea, bloques enfrentados con armas nucleares hasta los dientes, dispuestos a aniquilarse porque ninguno quiere dar su brazo a torcer y ningún intento de paz, salvo en Israel, cuando hay dos focos más: Ucrania y Taiwán, rodeada de barcos de guerra chinos, listos para invadir la isla y con planes de defensa global, al igual que Putin sobre la mesa.
A estas alturas del partido, me cuesta entender donde tienen sus cabezas nuestros políticos y los que los eligen y si piensan si merece la pena darles nuestro inútil voto, porque, visto lo visto, nos llevan al más absoluto.
Sólo nos queda mirar al cielo para ver si nos viene el salvador, aunque tengamos mucho cuidado con no confundirlo con un misil ruso.