Uno de los temas más controvertidos de la administración del alcalde de Madrid, Martínez Almeida, es la implementación de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE). A pesar de ser una regulación de la Unión Europea, cada ayuntamiento tiene la libertad de adaptarla según sus necesidades, y Almeida ha decidido aplicar la norma de manera estricta. A partir de enero, más de un millón de madrileños con vehículos antiguos se verán afectados, ya que no podrán circular por la ciudad, incluso si han cumplido con todas las normativas y pagan sus impuestos correspondientes.
La expansión de las ZBE no se limita al centro de Madrid, sino que también se extiende a áreas periféricas como Aravaca, lo que genera complicaciones para muchos conductores. Esta medida implica que los vehículos sin etiqueta ambiental, que aún están en buen estado y han pasado las inspecciones necesarias, no podrán circular sin enfrentar multas considerables.
La Asociación de Automovilistas Europeos (AEA) ha solicitado una moratoria de al menos dos años, argumentando que la prohibición podría obligar a muchos a dar de baja sus vehículos o sacarlos de la ciudad. Además, señalan que la ordenanza no consideró el impacto económico y social, afectando a casi 1.2 millones de personas y una gran parte del parque automovilístico de Madrid, lo que supone una pérdida significativa tanto para los ciudadanos como para las arcas municipales. Sin embargo, el Ayuntamiento ha rechazado esta moratoria, argumentando que ya se han invertido más de cien millones de euros en la renovación del parque vehicular y que la normativa es necesaria para cumplir con los estándares europeos de calidad del aire.
El problema no son estas zonas. Es racional y necesario intentar quitar humos, emisiones y ruido de las ciudades. El problema es que no ha habido un trabajo paralelo de optimización del transporte, con aparcamientos disuasivos y transporte público ágil y muy asequible.
Porque el objetivo no es ni la salud ni «el planeta», sino el sometimiento del goyim a una vida miserable y austera de esclavitud y confinamiento eterno.
Cuando en Alemania dijeron que «por ecología» había que PROHIBIR circular los domingos, ese día tenía que haber habido un ‘despertar’ masivo traducido en guillotinas. Porque lo que estaban diciendo es que entre semana conduzcas, chupes retenciones, pagues gasofa con sus impuestos para la casta política para ir a TRABAJAR, de lo que también te detraerán impuestos, así como de la basura tóxica que luego vayas a comprar para alimentarte, pero el domingo, día de TU asueto después de haber cumplido DE SOOOOBRAS tu parte del «contrato social», tienes que quedarte en casa quietecito para no «contaminar», mientras Puente se va al golf, Sánchez a Doñana e Irene Montero y Belarra en el avión que TÚ pagas y con intérpretes que TÚ pagas se van a la milla comercial de Nueva York a «trabajar por la mujer».
Ah, y ser «solidario» con el salvaje magrebí que ese domingo tal vez grabe la ‘sonrisa del joker’ en la cara de tu chavalín de 15 años mientras se ríe, lo graba y lo sube a redes.
Y encima lo del CO2 es falso y anticientífico