Hoy rendimos homenaje a un héroe olvidado de esos que no le gustan mucho a los sicarios de la pluma de El País o de El Mundo y otros medios de desinformación a sueldo del régimen. Juan Ignacio González Ramírez fue un carismático líder patriota de la escisión de Fuerza Nueva de Blas Piñar que se dio en llamar el Frente de Juventudes. Un adalid para los inconformes de verdad con el régimen que empezaba a acabar a marchas forzadas con España tras la muerte de Franco y al que el gobierno asesinó impunemente para después intentar echarle la culpa de todo lo que había pasado a sus propios camaradas.
No estamos hablando de un partidito del sistema para borregos y ovejitas como Vox. El Frente de Juventudes era un verdadero ejército juvenil que incluso llegó a dotarse con cierto armamento en la utopía imposible de que podían enfrentarse, incluso a mano armada, con un estado todopoderoso que contaba con todos los medios a su disposición para acabar con cualquier disidencia interna. Un sueño patriótico muy hermoso, pero que acabó con muchos patriotas voluntariosos encerrados en prisión o asesinados, como es el caso de Juan Ignacio González Ramírez.
Los disidentes patriotas eran perseguidos y encarcelados arbitrariamente por Suárez
Al igual que en los prolegómenos de la Guerra Civil Española, los disidentes patriotas eran perseguidos y encarcelados arbitrariamente y de vez en cuando, también, asesinados a sangre fría por el aparato estatal represor. La diferencia es que, en este caso de la transición, muy al principio de este proceso de destructor de España, un partido su puesto centro derecha perseguía con una saña inaudita a los verdaderos disidentes que no eran otros que los patriotas. Los herederos de la revolución del 18 de julio que acabó con el anterior estado de terror que vivimos en los años 30.
No deja de ser curioso y paradigmático que un gobierno presuntamente de derechas y católico y si era posible toda la deriva autodestructiva de España en todos los aspectos y también en el plano moral. El legado de Suárez es sencillamente asqueroso y es mucho peor y fue mucho peor que el de Felipe González. Un Zapatero adelantado a su tiempo, pero peor. No es de extrañar que valientes como Juan Ignacio González Ramírez se opusieran con todas sus fuerzas e incluso a mano armada a un régimen que utilizaba la mayor brutalidad y todos los sobornos del mundo para mantener el corral controlado mientras se cargaban literalmente hasta la última piedra de España. Es sorprendente la velocidad con la que UCD y el PSOE, aparentemente enemigos, convergieron en cargarse totalmente en la unidad de España e incluso el tejido de social de nuestro país con medidas como el divorcio o el aborto y otras. Todo eso atraído él el nivel de degeneración actual que sufrimos hoy en día y del que no podemos quejarnos si no atendemos a las raíces del problema.
Lo que nos vendieron fue una Transición de terciopelo hacia un régimen democrático
Lo que nos vendieron fue una Transición de terciopelo hacia un régimen democrático, mucho mejor que el que teníamos y en el cual toda posible oposición eran demonios, ya fueran los etarras o los grupos de extrema izquierda militante, que por supuesto que eran asesinos y torturadores, pero sin olvidarse de la aún más terrible extrema derecha. Una oposición ultra a todos esos cambios tan maravillosos que era la verdadera amenaza para el nuevo sistema político y que tenían, además, vínculos directos con las no menos temibles Fuerzas Armadas de aquella época. Fuerzas Armadas de entonces que eran verdaderas, españolas y con mandos que realmente se preocupaban por la deriva degenerada que estaba marcada para nuestro país y la cual sigue sin resolverse.
Cualquiera que estuviera enfrentado a semejante conspiración antiespañola y por supuesto que antidemocrática era un ultra de algún tipo, un descerebrado nostálgico de regímenes totalitarios de extrema derecha o izquierda. Y en especial era preocupante para estos dictadores políticos el auge de lo que ellos han conocido como la caverna o el búnker o la extrema derecha: todo un halago para esas personas que se vieron menospreciadas y señaladas por la peor gentuza que jamás ha llegado a un puesto de responsabilidad en este país. Los mayores sinvergüenzas que, sin embargo, nos han prometido el Cielo en la tierra: el famoso Estado del Bienestar, que no es otra cosa que un resumen de las supuestas bondades de este régimen. Democracia, libertad de expresión, servicios públicos gratuitos que son una maravilla y demás.
Hombres y mujeres con ideales que no se parecían mucho a Otegui o Abascal o Anguita
Todo esto se ha demostrado falso desde el principio, aunque una gran parte de la población ha querido quererse las mentiras repetidas mil veces por los medios de incomunicación de este sistema. Definitivamente es más fácil y grato creerse una mentira agradable y mucho más una acumulación de mentiras agradables que está ardiendo la realidad y tener que poner cartas en el asunto como país. Como ciudadanos que tenemos que arrimar el hombro entre todos para conseguir una patria digna en la que todos podamos vivir. Pero si luego nos cuentan una película de que va todo bien y que no tenemos que hacer nada, solo ver la tele y quedarnos tranquilos esperando las próximas elecciones, pues al final estamos como unos ludópatas que se dedican a echar papelitos en cuanto pueden en una urna y todo cuando les dejan. Como si fuéramos los últimos plebeyos y la última basura.
Frente a este panorama desolador y esta mentira acumulada hubo personas valientes que intentaron resistirse a este régimen totalitario cuando aún era posible hacerlo en condiciones mínimas. Porque cuanto más le demos de comer a la Bestia peor va a ser la solución y más dura. Pero ya por aquel entonces contaba a nuestro Estado con hasta con sicarios que podían acabar con los disidentes a mano armada. Verdaderos disidentes como era el protagonista de esta triste y a la vez gloriosa historia. Los disidentes de verdad, hombres y mujeres con ideales profundos que no se parecían mucho a Otegui o Abascal o Anguita o la vividora Almeida o Rocío Monasterio, toda esa bola de jetas que han vivido, viven y vivirán del presupuesto público y que harán lo que sea con tal de no volver a la obra si es que alguna vez estuvieron allí.
El precio de enfrentarte a este Sistema, para muchísimos idealistas anónimos y otros más conocidos, ha sido la muerte, la cárcel o como mínimo el acoso y la marginación permanente. Y uno de los casos más paradigmáticos es sin duda el de Juan Ignacio González Ramírez, asesinado durante el famoso y tolerante gobierno del vendepatrias de Suárez y su carcelero y sicario principal: su ministro del Interior, Rosón, que es quien tiene toda la responsabilidad más directa en todo lo que pasó en esos años convulsos de extremada violencia.
Asesinato de Juan Ignacio González Ramírez, el número tres del Frente de Juventudes
El Gobierno del vendepatrias Suárez puso todo su empeño en que no hubiera ni siquiera una investigación en cuanto al asesinato de Juan Ignacio González Ramírez, el número tres del Frente de Juventudes, al que sin embargo considerarían el más peligroso de todos. Todavía cometieron la desfachatez de intentar adjudicar a sus camaradas de partido y de lucha hispánica la cobarde muerte a tiros por la espalda del héroe, lo mismo que intentaron que los atentados de los grupos terroristas de extrema izquierda fueran también obra de lo que ellos llamaron ultras. El caso más paradigmático es el de la cafetería California donde terroristas de signo izquierdoso colocaron un artefacto que mató a varias personas e hirió a muchas más. Desde el principio pusieron mucho empeño en que eso lo había hecho el Frente de Juventudes, pero una vez más quedaron en ridículo cuando se demostró que había sido el GRAPO o un grupo de éstos.
La impunidad con el que los compinches de Suárez y Juan Carlos I, que siempre nos olvidamos de él, actuaron durante esos años de plomo, resulta increíble si contemplamos la pasividad con la que actuaban frente al terrorismo de ETA y la complicidad de Francia y otros países europeos como Bélgica, que siguen hoy en día acogiendo a los más canallas de nuestro país y burlándose de nosotros desde su farsa de gobierno europeo. Se hubieran puesto del mismo empeño contra ETA que desplegaban en perseguir a los patriotas, la banda no hubiera matado en esos años a un número récord de personas.
Quién puede dudar de la responsabilidad de ese fantoche criminal de Suárez y su camarilla borbónica
Quién puede dudar de la responsabilidad de ese fantoche criminal de Suárez y su camarilla borbónica, que pusieron en la calle a cientos de asesinos después de haber matado a cientos de personas y, en especial, miembros de las Fuerzas de Seguridad. Quién puede pensar que después de hacer semejante barbaridad no iban a ser capaces de matar a unos cuantos patriotas a la sangre fría como si fueran auténticos etarras. El gobierno de Suárez y la ETA tenían los mismos objetivos: liquidar la unidad de España completamente y someter al gobierno a todo tipo de chantajes periféricos de todo el mundo. De todo tipo de criminales vemos como el sinvergüenza ladrón de Pujol o el blanqueador de etarras profesionales Arzalluz entre otros personajillos de este régimen de m* que ha dirigido el infame campechano mientras los idiotas del PP y sus marcas verdes se han dedicado a aplaudir constantemente y desde el principio un régimen en el que les dejan votar de vez en cuando.
La profesionalidad del asesinato de Juan Ignacio González Ramírez
La profesionalidad del asesinato de Juan Ignacio González Ramírez y la impunidad de la que gozaron sus sicarios, así como la maniobra de desinformación y de confusión que creó la prensa de régimen a continuación, a instancias del propio Gobierno, nos obligan a pensar que ese gobierno estaba metido en el asunto hasta el fondo. Recordadlo cada vez que vayáis a ese aeropuerto al que vergonzosamente han puesto el nombre de ese traidor absoluto de Suárez al que presuntamente nadie quería y con razón, pero que en realidad debería ser homenajeado solamente por los enemigos de España, que son los principales beneficiarios de su horripilante estadía en el gobierno y el terrorismo de esa banda llamada UCD. Y para terminar, por ahora, con estos personajes, recordar que un importante cargo de UCD fue señalado desde el principio en el tema de las niñas de Alcácer y tuvo también un sucio protagonismo en eventos terroristas de Estado como el incendio del Hotel Corona de Aragón o la maniobra del grupo terrorista canario de Cubillo. ¿Esta basura de gente es lo que tenemos que homenajear y esto es el tiempo de maravillas que tenemos que recordar con tanto cariño?
Parece que Joselé Sanchez ha muerto por cirrosis, otro que se enfrento a esta mafia.
Su naturaleza es asesina.