¿Qué puede causar más daño que un libro? -Nada- Dirán los que censuran el que ha escrito Juan Soto Ivars porque si no, ¿cómo explican tanto tiroteo? ¿Es posible que tengamos censores del régimen disfrazados de demócratas? ¿O inquisidores tal vez?
-Es que miente- Exclaman, al unísono, miles de censores que no han leído el libro (Confieso que yo tampoco pero no lo critico). ¿En qué miente? ¿En que no hay denuncias falsas? Yo mismo denuncié falsamente a un hombre, por creer a su mujer. Lo hice en fin de semana, para que pasara unas horas más en el calabozo. Era una de las cosas que hacíamos los “abogados concienciados con el maltrato” para fastidiar, lo más posible, al maltratador y congraciarnos con las mujeres: ¡convertirnos en pequeños jueces!… El lunes, por la mañana, se presentó la hija adolescente, en el juzgado, y declaró que no hubo agresión alguna y que la leve rojez que tenía su madre en la espalda, según el “parte de lesiones”, la ocasionó un riel, que le cayó encima, al correr una cortina.
No soy de los que tienen muchos casos que contar porque ese fue uno de los que me llevaron a colgar la toga. ¿Cómo podía yo ser cómplice de aquello? ¿Ser colaborador necesario en un delito de violación continuada del principio de presunción de inocencia? ¡Si es el principio (principal) del derecho penal democrático! ¿Me puede explicar algún jurista demócrata qué diferencia hay entre un tribunal viogén y un tribunal de excepción?
También defendí a a un chico, al que el fiscal pedía trece años de cárcel por penetrar a su novia cuando estaban bebidos (los dos). Ella le invitó a su piso, ella le llenaba los vasos. Se amodorraron, viendo la tele en el sofá, y él aprovechó que la modorra de ella fue superior. No hubo daños, ni físicos ni psíquicos. ¿En serio mecería aquel chico pasar trece años en prisión? Podríamos decir que esa fue mi línea de defensa. Afortunadamente, los jueces se apiadaron y la cosa quedó en dos años que podía no cumplir por su falta de antecedentes.
Así pues, que se denuncia falsamente, con la intención de obtener una paguita, es algo que me consta, a mí y a miles de abogados pero ¿Cuántos casos hay? ¿El treinta por ciento como dicen que dice Ivars? En realidad son incontables. Puede que haya muchos más pero es difícil saberlo porque, para empezar, el ministerio fiscal tiene la obligación legal de denunciar a los que denuncian embustes, y nunca lo hace en casos de violencia contra la mujer. Pero lo que más dificulta llegar a una cifra cierta es el corrupto “instituto de la conformidad” . Imagina que te digan -Firma que eres culpable y te rebajamos la pena- Y tú respondes -¡Pero si soy inocente!- Y te vuelven a decir -Ya, pero es tu palabra contra la de ella-. ¿Te la juegas?
Recientemente, una madre, agarrada a sus hijos, se ha tirado por la ventana de un décimo piso, en la flamante capital del reino. Tuvo mala suerte porque no era un hombre su enemigo sino la miseria, y por denunciar miserias aún no dan paguitas. Juan ha denunciado las miserias de un régimen que está matando de hambre a muchas mujeres mientras las incita a usar “satisfayers”. Le ha sacado los colores, y eso el régimen, no lo puede tolerar. Pero si es verdad que el periodismo es decir lo que no quieren que digas, Juan ha cumplido, como pocos, la misión de un periodista y es justo reconocérselo, y conveniente sumarse a su causa pues es, además, la causa de todos los escritores. ¿Vamos a tolerar nosotros que se nos persiga, como a Salman Rushdie? La causa, además, de todas las mujeres sensatas que ponen, por delante, la violencia económica a la sexual… Y si el ejemplo cunde y miles de abogados empiezan a contarnos sus casos, puede que algún día podamos hacer una gran suma y llegar, a esa cifra cierta de la que tanto se habla.
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