En un relato que ha conmocionado al mundo del fútbol y la salud deportiva, la nutricionista Itziar González de Arriba ha denunciado públicamente al Real Madrid por acoso laboral y despido improcedente, describiendo su paso por el club como «un infierno» que duró meses. Contratada a petición personal del presidente Florentino Pérez para combatir una plaga de lesiones musculares, González se enfrentó a un ambiente hostil orquestado por los servicios médicos del equipo, quienes sabotearon sus esfuerzos y la aislaron. Esta historia no solo revela tensiones internas en uno de los clubes más poderosos del mundo, sino que también resalta un problema recurrente en el ámbito sanitario: la actitud de superioridad de muchos médicos, que a menudo se comportan como «dioses» intocables, resistiéndose a integrar enfoques innovadores como la nutrición terapéutica.
Itziar González de Arriba, nacida en Irún en 1978, es una profesional altamente cualificada con una trayectoria impresionante. Graduada en Fisioterapia por la Universidad de Salamanca, Osteopatía por la Universidad de Alcalá, y con másteres en Nutrición y Salud (Universidad Oberta de Catalunya), Nutrigenómica (Universidad de las Islas Baleares), y experta en Inmunonutrición por la Universidad Católica de Valencia, entre otros títulos, González fue reclutada por el Real Madrid en octubre de 2024. Su incorporación surgió tras éxitos previos con jugadores como Dani Carvajal y Rodrygo, quienes se recuperaron de lesiones crónicas bajo su supervisión. El presidente Pérez, alarmado por las recurrentes lesiones musculares en el plantel, la contrató para implementar un programa nutricional integral, con la promesa de que los médicos la respetarían y le permitirían trabajar.
Sin embargo, desde el primer día, González se topó con un muro de hostilidad. Los servicios médicos no la presentaron al equipo, ignoraron sus correos y reuniones, y la confinaron en un habitáculo oscuro y aislado en Valdebebas, prohibiéndole interactuar con los jugadores. Acusaciones falsas, como robar suplementos, y burlas en grupos de WhatsApp se convirtieron en el pan de cada día. «Se reían constantemente de mí, se burlaban en los grupos de WhatsApp, les decían a los jugadores que tomaran cosas diferentes a lo que yo decía», relató González en una entrevista exclusiva. La situación escaló hasta el punto de que la dirección del club le impidió entrar en las instalaciones por «su seguridad física», alegando amenazas internas. Tras meses de ansiedad, insomnio y llanto, fue despedida el 4 de agosto de 2025, aunque el club pagó el resto de su contrato y elogió su trabajo en privado. Ahora, con un proceso judicial abierto, González busca justicia y que se desmientan las mentiras propagadas sobre ella.
Imagínate lo que pensará Carvajal (uno de los jugadores que se la recomendaron a Florentino) de todo esto.
Vergüenza de equipo médico.
pic.twitter.com/fcivN5YqiW— Álvaro M-G (@AlvaroNCG) December 27, 2025
El enfoque de González no es convencional; es una pionera en la «Fisiogenómica», un concepto que ella misma creó para integrar fisioterapia, osteopatía, nutrición terapéutica y nutrigenómica –el estudio de cómo los genes interactúan con los nutrientes para influir en la salud y el rendimiento. Sus procedimientos se centran en planes personalizados, adaptados al perfil genético y las necesidades específicas de cada individuo, con énfasis en la prevención y recuperación de lesiones musculares y tendinosas.
Entre sus métodos clave destacan:
Nutrigenómica clínica: Analiza el ADN para diseñar dietas que optimicen la respuesta inflamatoria, reduzcan el dolor y mejoren la recuperación. Por ejemplo, en deportistas, ajusta la ingesta de nutrientes para minimizar calambres y fatiga, como se vio en jugadores del Real Madrid que reportaron mayor agilidad y resistencia tras seguir sus pautas.
Estrategias antiinflamatorias: Recomienda suplementos y alimentos específicos para dolores musculoesqueléticos, como omega-3, antioxidantes y compuestos bioactivos que combaten la inflamación crónica. En el club, intentó reformar el bufé de la residencia, eliminando bollería y azúcares procesados prepartido, y personalizando dietas diarias para viajes y hoteles.
Nutrición para la salud integral: Extiende sus procedimientos a temas como la salud femenina, donde aborda problemas hormonales y metabólicos a través de dietas adaptadas, o la inmunonutrición para fortalecer el sistema inmune en atletas expuestos a estrés constante.
En el Real Madrid, González dedicaba una hora por jugador a crear planes diarios, y los resultados fueron evidentes: menos dolores crónicos, reducción de fatiga y jugadores capaces de rendir más de 90 minutos sin agotamiento. A pesar de la resistencia, la mayoría de los futbolistas la veían como una «madre» protectora y solicitaban su presencia en viajes, reconociendo mejoras directas en su rendimiento.
La denuncia de González pone el foco en un patrón recurrente en la medicina: la resistencia de los médicos a colaborar con otros profesionales, especialmente cuando estos cuestionan paradigmas establecidos. En el Real Madrid, los servicios médicos desestimaron su experiencia, afirmando que la nutrición no influía en lesiones o rendimiento –una visión obsoleta que ignoraba evidencia científica sobre nutrigenómica y suplementación.
Sabotearon sus recomendaciones: el cocinero colocaba alimentos prohibidos, el preparador de suplementos usaba alternativas, y los doctores desaconsejaban a los jugadores seguirla, burlándose de ella como un «capricho del presidente». No compartían información sobre medicaciones, arriesgando interacciones peligrosas, y generaron un «odio insoportable» cuando los jugadores mejoraron y lo atribuyeron a sus métodos.
Este comportamiento ilustra cómo muchos médicos, investidos de una autoridad casi divina, se resisten a enfoques multidisciplinarios. González lo resume en sus declaraciones: «Los jugadores son víctimas en una cárcel de oro, y no pueden hacer nada» ante el poder de los servicios médicos. No es un caso aislado; en el deporte y la salud general, nutricionistas y terapeutas alternativos a menudo se enfrentan a barreras similares, donde el ego médico prioriza el statu quo sobre el bienestar del paciente.

