Por Alfonso de la Vega
Algunos amigos o conocidos a veces me preguntan porqué entre tantas cuestiones diferentes como abordo con mayor o menor acierto u oportunidad apenas escribo casi nunca acerca de las más directamente relacionadas con mi profesión de ingeniero agrónomo.
Bueno, las razones pueden ser muchas y variadas tanto conscientes como inconscientes. Quizás el porque el tono más científico o técnico que exige una cierta profesionalidad en el área de la ingeniería no lo veo como el más adecuado para textos breves de opinión. Pueden ser meros prejuicios pero de acuerdo a mi limitada experiencia cuanto más elaborado o trabajado con documentación resulte un artículo parece ser que tendría menos lectores. El propio lenguaje específico o técnico tampoco ayuda a la difusión. La extensión necesaria para explicar intentar matizada o mejor las cosas no favorece pues el lector medio suele rehuir los textos algo más extensos.
Otra es mi profundo disgusto por la mayoría de lo que observo. Resulta ser la negación de casi todo lo que he estudiado en mi vida. Es el mundo al revés. Sine agricultura nihil, es el lema tradicional de los ingenieros agrónomos, pero ahora el Poder lo está siguiendo no de modo benefactor para ayudar a la gente sino al contrario como forma de sabotaje radical, como instrumento para la mayor devastación social, de manera que cada vez estamos más cerca de las hambrunas artificialmente causadas. Se tiene la extraña impresión que el Poder se alegra y beneficia de las epizootias en vez de prevenirlas y combatirlas.
Cuando estudiaba Política Agraria en durante la carrera o luego un master sobre Comunidades Europeas hace cuarenta años en la Universidad Politécnica de Madrid no imaginaba que lo que en principio se consideraba algo beneficioso como el ingreso en la entonces CEE, degradada luego en la hoy infame UE, iba a terminar por desbaratar nuestro sector agrario y no solo eso hasta la descomposición inducida actual.
Cuando algunos profesionales tratábamos de ir introduciendo en la asignación de recursos conceptos como los de sistemas agrarios, evaluación de proyectos y balances de energía expresados en unidades energéticas y no solo monetarias o la protección del suelo fértil para tener en cuenta a la variable genuinamente ecológica en la producción agraria nunca imaginábamos que estos criterios se iban manipular hasta retorcerlos para provocar los desastres ecológicos medioambientales actuales.
Un ejemplo. Quién iba nos iba a decir que los poderes públicos en Andalucía se dedicarían hoy a promocionar el desastre ecológico de la tala de olivos centenarios plantados en colinas que, además de producir aceite, uno de los cultivos tradicionales considerados sociales, sirven para evitarla erosión hídrica o eólica. Y todo para instalar el tenderete especulativo de los nocivos y ecológica y termodinámicamente desastrosos artefactos solares con su costosa logística asociada.
Los más directamente perjudicados protestan e incluso se van cerrando explotaciones pero apenas hay solidaridad entre las demás gentes afectadas. Especialmente preocupante resulta el silencio que resulta cómplice de universidades, grupos de trabajo o incluso colegios profesionales más directamente afectados.
Sin embargo, a continuación voy a tratar de explicar algunas cuestiones relacionadas con la dieta.

