Por Alfonso de la Vega
«no respondo de la exactitud de estas cifras. Los tecnócratas de quienes proceden son demagogos y, por tanto, gente sin exactitud, poco escrupulosa y atropellada” (José Ortega y Gasset)
Lo de las manifestaciones a estas alturas me recuerda eso tan socorrido y tan nuestro del derecho al pataleo cuando no se combaten las causas de los desastres. En general, cuando es preciso recurrir a manifestaciones populares suele ser síntoma de que las instituciones no funcionan bien. O que incluso actúan como enemigas del pueblo que las sostiene.
Hay que partir de la base de que existe el derecho de manifestación de modo que quien quiera ir a una convocada por supuesto que está muy bien que vaya, mientras se mantenga en límites pacíficos o de la moralidad pública. Pero lo interesante para comentar ahora es la motivación para asistir o no más allá del lema que puede resultar publicidad engañosa, según las verdaderas intenciones de los convocantes, tantas veces cómplices de lo que sucede, aunque no siempre.
Se comprende, por ejemplo, la manifestación de los autónomos, víctimas de toda clase de atropellos, regulaciones hostiles, abrumadoras o insidiosas, o del insaciable y demoledor saqueo fiscal. O la de agricultores y ganaderos víctimas de la criminal política de la agendista UE dirigida a su ruina, pero que el gobierno insiste en perpetrar, una traición escandalosa cuando incluso supone priorizar o favorecer las producciones del enemigo vecino. Bastante paciencia tienen en limitarse solo a simples manifestaciones que no suelen conducir a ninguna mejora práctica, aunque puedan mostrar aún cierto poder latente de resistencia, en su caso.
El menguante y cada vez más cuestionado PP ha convocado una manifestación en el templo egipcio de Debod, salvado de las aguas de la presa de Asuán gracias a una acción de protección de la Cultura por el entonces caudillo. Quizás identificando simbólicamente tal salvamento con el suyo propio, lo hacía por una teórica buena causa como es protestar por la corrupción o las traiciones y calamidades del gobierno de Su Majestad, aunque con la mirada puesta en intentar contrarrestar el ascenso en la intención de voto de VOX. Pero el problema es su legitimidad para hacerlo cuando se niega a la moción de censura o acaba de votar en contra de que el Parlamento Europeo investigue la corrupción del socialismo sanchista, que ahora dice criticar.
Y el propio Feijoo tiene programada en la Casa de América para el miércoles 3 de diciembre una especie de vis a vis con el eximio socialista manchego Page para debatir acerca de: «Perspectivas 2026: Una reflexión compartida para el año que viene». Lo de “compartir” con los socialistas no deja de ser sospechoso. Como el lector bien sabe el tal Page como el resto de la heroica banda socialista, sostiene al gobierno sanchista. De vez en cuando el tal Emiliano se limita a amagar algún pellizco de monja traviesa, pero la cosa no suele pasar de un fugaz mohín de desagrado cuando la felonía es demasiado grave y pone en riesgo su propio corral de votos. De modo que cabe pensar que Feijoo pudiera estar preparando el terreno para un futuro gobierno de concentración con los socialistas, al gusto estragado de la corrupta Von der Leyen, y conforme al ya operante en la UE. Esta maniobra tratando de burlar los resultados electorales ya se ha realizado en Alemania o en Francia para evitar que pueda intentar gobernar un partido supuestamente patriótico. Ahora bien, para consumar la traición habría que enfaldegar la fachada socialista tan llena de desconchones y manchas de todas clases.
Pero volviendo a la manifestación, es fácil suponer que entre los asistentes estarían víctimas del alcalde de Madrid, un tipo que incumpliendo sus propias promesas electorales no solo no canceló Madrid central sino que ha ampliado el área de las prohibiciones, pues se estima que un millón trescientos mil coches pese a tener la ITV o el impuesto de circulación en vigor no podrán circular en Madrid a partir de enero, cacicada que en la práctica viene a representar una expropiación forzosa sin indemnización. Pese a esta tropelía a traición y alevosía, hay gentes que van a aplaudir e incluso jalean al prócer confiando en promesas que es de suponer también habrían de ser también incumplidas.
Ayuso es otro fragrante ejemplo de cínico agendismo azul, pro abortista, pro LGTBI, amorosa patrona de MENAS veinteañeros, promotora del inglés, cómplice por omisión de la profanación del Valle, aunque famosa por meterse sin remilgos galleguistas con el agendista rojo quien la odia al estilo africano. La lenguaraz prócer muy jaque aprovechó la ocasión para calumniar a VOX y a las manifestaciones en Ferraz.
Feijoo se postuló como insustituible gran timonel del centro izquierda socialdemócrata fabiano o agendismo azul, dispuesto a atravesar el Manzanares en su larga marcha a la Moncloa.
Completaron el elenco presidencial del acto el valeroso Mariano calzas lilas y el soberbio héroe atlantista de Irak y del 11M.
Sin embargo, la asistencia fue solo moderada. El recinto tampoco es muy grande. Según los organizadores 80.000 personas que la delegación del gobierno rebaja a la mitad.
Convocados con anterioridad al mitin popular los autónomos de Madrid se manifestaban en las cercanías. Si bien habría unos 432.000 autónomos en Madrid la asistencia fue estimada en unos 1700, de modo que la cosa no pinta bien.
En resumen, el recurso a las manifestaciones para sacar las castañas del fuego a las instituciones que no hacen su trabajo como debieran parece ya casi agotado. Y la vida oficial sigue sin pararse en minucias. Se ha publicado que el falsario valido de Su Majestad intenta nacionalizar españoles a una nueva importante remesa de inmigrantes multiculturalistas. También de “debilitar la voluntad” de los funcionarios con una notable subida de sus sueldos. Pero se trata de otro «más difícil todavía», como en el circo, cuando en la legislatura no hay Presupuestos Generales del Estado aprobados, ni siquiera el techo de gasto, lo que muestra la verdadera situación de esta pintoresca y engañosa Monarquía parlamentaria en la que ni el Parlamento ni el Rey pintan ya nada y ni siquiera se respetan las formas más elementales.