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Ola de calor en verano: el día de la marmota, «predicción del final del verano de 2025» (escrito en agosto de 2023)

Por Alex Díaz

Los reyes de las mentiras y las falsas banderas, los innombrables propietarios de los  putrefactos chiringuitos como la ONU, están quedando en evidencia incluso entre sus  feligreses de la religión covidiana, y es por la prisa en instaurar EL NUEVO ORDEN  MUNDIAL. La nueva estafa a la que nos están ya sometiendo es la superconocida farsa  climática. Ahora su cuento infantil se llama LA EBULLICIÓN GLOBAL. Para  feligreses telecreyentes. Los telecreyentes solo ven una pantalla. No salen de la pantalla.  No miran por la ventana, ni cuando los aviones nos fumigan como a cucarachas.  

Y, o sorpresa: en verano hace calor. En invierno, frío. Pero parece ser que el calor en  verano es “percepción”. Como la otra religión, esa que llaman “GÉNERO”. Así que  ahora muchos se autoperciben esquimales nacidos en Córdoba.  

¿Y si alguien dice que hace 100 años también se llegaba a temperaturas altísimas en  Córdoba? Mentira, dice Newtral. Punto. Lo que diga la Santa Inquisición de la Santa  Religión del Cambio Climático es dogma. Irrefutable. El papa Bergoglio es infalible. Y  Ana Pastor también. Ungida por el sanedrín de la Agenda 2030 con el don de la  “infalibilidad”.  

Veremos en breve a feligreses de la 2030 pidiendo subvención por autopercibirse  esquimales en Córdoba cuando en invierno las temperaturas no bajen de cero. Pedirán  su paguita. Pedirán más impuestos. Y señalarán a los peligrosos negacionistas del clima,  culpables de que sus iglús no se congelen.  

Esto pasa. Y este disparate, descrito aquí en clave satírica, lo repiten 24 h/365 días al  año los medios oficiales. Medios de desinformación. Pagados con impuestos. Para  apuntalar la mentira sin descanso.  

Porque una mentira no se sostiene sola. Hay que alimentarla. Gasolina al fuego.  Bombardeo constante. “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Así  estamos. Y da vergüenza ajena ver a estos robots llamados periodistas. Dan asco. 

“Mienteorólogos” de manual, como ese de apellido “Picachu”, que debe cobrar — “supuestamente”— suculentas propinas por vomitar el relato calentólogo.  

Vas al oráculo globalista Google. Ese ojo que todo lo ve. Todo lo escucha. Todo lo  modela. Y escribes: “TEMPERATURA MEDIA EN GALICIA EN JULIO”. Te suelta:  máxima promedio 23°, mínima 15°. Y, además, ha llovido lo normal por estos lares. Así  que, a fecha 11 de agosto, mientras escribo esto, el verano ha sido bastante fresco. Con  días sueltos de calor. Lo normal. Pero, en general, fresco y nublado.  

Le preguntas otra vez al oráculo por Andalucía en julio. Te arroja 37° de máxima  promedio y 22° de mínima. Lo de siempre. Desde los tiempos de Curro Jiménez, por lo  menos. Ya entonces, en el chiste, los carruajes de caballos “provocaban ebulliciones  climáticas”.  

Y en este agosto del año distópico 2023, el que aún conserve la cordura ve cómo  intentan volver con la farsa satanitaria. En este parte de la distopía, tras el capítulo de  “venenos”, “placebos” y “excesos” que menciono como parte del esperpento, sacan otra  vez “cepas” con nombres de videojuego. EG.5. Qué graciosos. Y mientras, la estafa  climática no cuela tanto: muchas ovejas ya se preguntan por qué hay “ebullición” con  abrigo por la tarde, al menos en el noroeste de España.  

Pero si pones la tele, estás en el infierno. Siempre. La tele no informa: desinforma e  induce pánico. Y la única realidad es que el infierno es fiscal. El Estado ya nos roba los  zapatos andando. Nos mean encima con descaro. Y encima hay que decir que llueve.  Como se te ocurra afirmar que te mean, te caerá el pack completo: delito de odio,  negacionista, nazi de misa y ultrafacha.  

Como son muy, pero que muy vagos, inútiles y perezosos, hasta para mentir, vuelven a  recomendar al rebaño hacerse los timo-test PCR para dar positivo en la enfermedad  imaginaria y vuelta otra vez al circo de los payasos. Lo del clima no les cuela; imagino  que empezarán a provocar incendios forestales para justificar su santa religión. El mes  de agosto y septiembre serán un espectáculo de luz y color. 

Vamos a terminar con un rezo al anhídrido carbónico.  

Bendito CO₂, que solo representas el 0,04% de la baja atmósfera.  Bendito CO₂, que permites a las plantas realizar la función clorofílica.  Bendito CO₂, que permites a las plantas crecer.  

Bendito CO₂, sin ti no habría lluvia.  

Bendito CO₂, sin ti no habría lechugas.  

Bendito CO₂, sin ti no habría nogales, manzanos ni perales.  

Bendito CO₂, sin ti no habría jamón de Jabugo.  

Bendito CO₂, sin ti no habría vida en este planeta. Dios del CO₂: destierra al maligno  que te sataniza, devuelve al infierno a los agendistas en nombre de la verdad y tira la  llave al confín más lejano del universo para que nunca vuelvan.  

Y recuerda: ya no basta con que haga calor. Tienen que hacer titular. Tienen que venir  con ceja arqueada, mapa rojo y violines. Si no hay pánico, no hay presupuesto.  

Se viene el pack del buen feligrés:  

termómetro que solo marca “ALARMA”, abanico con QR, y carnet oficial de  “Autopercepción Climática”. Para que elijas tu estación interior sin que la realidad te  estropee el guión.  

Si estás a gusto, sospechoso. Si tienes frío, negacionista. Si dices “esto ha pasado  siempre”, hereje. Te recetan un documental. Te ponen un experto. Te suben un  impuesto. Y te sueltan la homilía: “por tu culpa”.  

Y así seguiremos: fingiendo sorpresa cada verano. Haciendo como que descubrir el  calor en julio es ciencia. Aplaudiendo al presentador como si hubiera inventado el sol.  Amén. Y que el CO₂ nos pille confesados. 

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