El mundo del periodismo y la literatura española despide hoy a una de sus voces más irreverentes y brillantes: Alfonso Ussía, columnista, escritor y cronista satírico, ha fallecido a los 77 años en su residencia de Ruiloba, Cantabria. La noticia, adelantada por El Debate y confirmada por medios como ABC, AS y EFE, ha conmocionado a miles de lectores que durante décadas disfrutaron de su humor afilado y su defensa apasionada de valores como la monarquía, la patria y las Fuerzas Armadas. Ussía, que hasta sus últimos días dictó columnas desde la cama, deja un legado de más de 40 libros y una carrera plagada de premios y polémicas.
Alfonso de Ussía Muñoz-Seca nació el 12 de febrero de 1948 en Madrid, en el seno de una familia marcada por la historia y la cultura españolas. Hijo de un vasco leal a la Corona –especialmente a Don Juan de Borbón– y de una andaluza descendiente del célebre dramaturgo Pedro Muñoz Seca, asesinado en Paracuellos del Jarama en 1936, Ussía creció en un entorno que fusionaba tradición, ingenio y compromiso cívico. Su abuelo paterno, el general Alfonso Ussía, y su tío, el teniente general Jaime Milans del Bosch, le inculcaron un profundo sentido del honor militar y monárquico.
Estudió en prestigiosos colegios madrileños como el Pilar y Alameda de Osuna, e inició carreras de Derecho y Periodismo en la Universidad Complutense, pero las abandonó para entregarse por completo a la escritura. Casado desde joven con Pili Hornedo Muguiro, con quien tuvo tres hijos –incluido el novelista Alfonso J. Ussía– y ocho nietos, Ussía se mudó hace años a Ruiloba, en Cantabria, donde veraneaba desde la infancia. Allí, rodeado de familia, encontró refugio para su pluma, aunque nunca dejó de ser un madrileño de pura cepa, apasionado por el Real Madrid –del que llegó a ser candidato a la presidencia– y por las tertulias castizas.
La trayectoria de Ussía es un mosaico de medios y géneros, siempre con el humor como arma principal. Comenzó en la literatura con poesía satírica y novelas, debutando en el diario Informaciones bajo la tutela de maestros como Jesús de la Serna y el joven Juan Luis Cebrián. Pronto saltó a ABC, donde Torcuato Luca de Tena lo convirtió en una estrella del columnismo conservador, con un estilo mordaz que no dudaba en criticar la corrección política o los excesos de la izquierda.
Colaboró en cabeceras como Diario 16, La Razón, Época, Ya, Tiempo, Las Provincias, Litoral y El Cocodrilo, y en radios como Antena 3 (junto a Santiago Amón), Cadena COPE y Onda Cero. En televisión, brilló en Este país necesita un repaso de Telecinco, al lado de Antonio Ozores y Antonio Mingote, donde creó personajes inolvidables como Floro Recatado. Su paso por El Debate desde octubre de 2021 fue especialmente fecundo: allí evocaba el legado de su abuelo y defendía la libertad de expresión con una prosa que, como él mismo decía, «no se calla ni bajo el agua».
Ussía no era solo periodista; era un ensayista incisivo y un humorista clásico. Sus columnas, cargadas de anécdotas personales y crítica social, abordaban desde la memoria histórica hasta las «buenas maneras» en un mundo cada vez más descortés. Enfrentó censuras y cambios de propiedad en los medios –rechazó ofertas de Planeta en La Razón por principios de independencia–, pero siempre priorizó la lealtad a sus lectores sobre la comodidad.
Con más de 40 libros a sus espaldas, Ussía destacó en la novela humorística y el ensayo. Su serie Memorias del marqués de Sotoancho –ilustrada por su amigo Barca– es un hito: quince volúmenes como La albariza de los juncos, El secuestro de mamá o Lo que Dios ha unido que no lo separe mamá, que retratan la vida rural andaluza con una mezcla de ternura, sátira y crítica social. Otros títulos emblemáticos incluyen Coplas, canciones y sonetos para antes de una guerra, Fustazos y caricias, Cosas que pasan, El temblor diario y Tratado de las buenas maneras.
Su literatura no era escapista: incorporaba memoria histórica, como el asesinato de su abuelo, y reflexiones sobre la España contemporánea. Hasta agosto de 2025, recibió el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid en Literatura, entregado por Isabel Díaz Ayuso en su propio domicilio.
Entre sus distinciones destacan el Premio González Ruano y Mariano de Cavia de Periodismo, el Jaime de Foxá de Literatura, la Pluma de Plata del Club de la Escritura, la Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo, la Medalla de Oro de Madrid, la Gran Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco y la Cruz de Plata de la Orden del Mérito de la Guardia Civil.
Ussía falleció este viernes 5 de diciembre de 2025 en Ruiloba, a los 77 años, tras una larga lucha contra un cáncer de pulmón e hígado en estado avanzado, agravado por una rotura de cadera reciente. Aunque las causas exactas no han sido detalladas en todos los medios –algunos hablan de «causas no trascendidas»–, fuentes cercanas confirman que el cáncer fue el principal enemigo en sus últimos meses. Sorprendentemente, el escritor no se rindió: dictó su última columna para El Debate el martes anterior a su muerte, incluso después de recibir la Extremaunción y cuando su voz ya flaqueaba. «La escritura era su impulso para vivir», recordaba un colaborador. Su pluma, fiel a la cita diaria, se silenció solo cuando el cuerpo no dio más de sí.
Alfonso Ussía no fue solo un escritor; fue un testigo vivo de la Transición, un defensor de la España unida y un maestro del humor que desarmaba con una frase. En un tiempo de posverdades, su honestidad brutal y su amor por la lengua castellana lo convierten en irreemplazable. Como él mismo ironizaba, citando a Jaime Gil de Biedma: «Envejecer, morir, es el único argumento de la obra». Pero Ussía llenó la suya de verbena, risas y verdad. Hoy, en La Jaralera y en millones de hogares, se brinda por su felicidad infinita. Descanse en paz, maestro.

