De las elecciones amañadas al abuso de poder, pasando por el robo, el saqueo, corrupción de las instituciones, mordidas, comisiones, lavado de dinero del narcoterrorismo, muertes misteriosas, y un rey de adorno coronando el escenario en una nebulosa de mentiras. ¿Cabe algo más?
Si a pesar de lo avanzado del programa de distopía y control, los ministerios que plantea Orwell en su libro profético no enraízan, y la sociedad consigue reducirlos a escombros, con sus contenidos falaces y dictatoriales, leyes de memoria histórica, adoctrinamiento laicista y perversión social, robo sistemático, injusticias y abusos al por mayor, aún hay esperanza e incluso podemos dar por buenas todas las tropelías de este gobierno, sinónimo de banda criminal, que en los últimos meses ha alcanzado el clímax de lo imaginable en todos los niveles posibles. No queda resquicio sin contaminar.
Nunca tantas personas de perfil psicopático, de ambición sin límite, hambrientas de riqueza, sedientas de poder y vocación de destruir habían confluido en esta suerte de aquelarre político sin precedentes al frente del gobierno de España. Decimos que podemos dar por buenas todas las salvajadas de estos siete largos años inspirados por lo peor del lado oscuro, porque quienes no están al tanto de la política diaria, gracias a la información constante de la UCO y los juzgados, van conociendo la desvergüenza de estos gobernantes sin conciencia que, aparte de enriquecerse, se burlan a diario de los españoles. Parece que la avaricia rompió el saco, y quizá esta evidencia sea nuestra salvación, aunque con muchas reservas.
Dicho esto, aun conservando la esperanza, y previendo un cambio urgente si queremos sobrevivir y salvar lo que queda de España, no podemos cantar victoria; de ahí las reservas aludidas. Contrariamente a otros analistas nos ha llamado la atención el resultado de las elecciones en Extremadura. Con la que está cayendo, coloquialmente hablando, los 18 escaños del partido socialista nos parecen más el fruto de un pronto, un enfado momentáneo, un tirón de orejas, sin mayor significado; y es fácil deducir que sus votantes, de moral laicista y republicana, tan insensibles ante la corrupción y cualquier insensatez volverán a la querencia; a formar bloque con sus primos hermanos de Podemos, un tumor social que se resiste a morir. Esto es muy desesperanzador y señal viva del encanallamiento de la sociedad, su declive, su falta de discernimiento y odio a los valores de Occidente.
Es difícil digerir que, pese a los escándalos del gobierno con su larga lista de imputados, entre ellos el hermanísimo músico protegido por el personal directivo de la Diputación de Badajoz, del que ninguno de los responsables de contratación conocía el parentesco con el presidente –no sé qué pensará la jueza–, según han declarado imputados y testigos, el “batacazo” se haya reducido a 18 escaños. ¿Qué más tendría que ocurrir?
María Guardiola pagó su soberbia con un chasco que no esperaba, aunque nadie se atreva a decirle la verdad. Intentó comerse el mundo en soledad escondiendo a Feijóo en el armario y se equivocó. Su talante más bien ambiguo, babeante con los tópicos más absurdos de la izquierda, no convenció, a pesar del outfit a lo Georgia Meloni. La indefinición y las medias tintas no suelen cotizar en tiempo de crisis, con problemas tan acuciantes y visibles. Pero no es la única del PP que reniega de los valores clásicos de la derecha. Algunas incluso son admiradoras de Kamala Harris, como Cuca Gamarra, que ya es decir. Por eso no es de extrañar que VOX suba, a pesar de todas las falacias en su contra. Alguien dijo hace unos días que el partido de Abascal era el PP de hace veinticinco años, es decir, el PP antes de degenerar hacia un socialismo woke que poco tiene que ver con los valores propios de la derecha. Las monjitas y la gente mayor que vota al PP no están al corriente de los nuevos sesgos ni tienen idea de lo que votan en Europa. Creen que se trata del partido conservador de antes, a pesar de ser, en algunos aspectos, sobre todo en el ético/moral, tan progre como el grupo socialista o incluso Podemos y Sumar. Todos tienen en común el de estar encantados con el globalismo, el eslogan de “más Europa”, las mentiras del cambio climático, las energías verdes y la estafa de las bajas emisiones, objetivos sacralizados de la Agenda 2030, el programa más destructivo para la humanidad de cuantos existen actualmente. Por eso atacan al sector primario y defienden la instalación de paneles solares. Pero el ciudadano de a pie lo ignora, y el partido de Feijóo se beneficia de este desconocimiento y por eso se mantiene en la indefinición, explotando el término “moderado” que poco tiene que ver con el justo medio aristotélico.
Como quiera que se mire, y refiriéndonos a España, en cuanto a política, el 2025 ha sido el más oscuro de cuantos hemos vivido quienes solo conocimos la guerra a través de nuestros padres y abuelos, algunos historiadores y la desinformación del cine español con versiones sesgadas y contrarias a la verdad, muy en la línea de la manipuladora Ley de memoria histórica impulsada por Zapatero, para dividir y “tensionar” la política española, que Rajoy no se atrevió a derogar a pesar de ser uno de los puntos de su campaña. Aún nos preguntamos quién lo presionó y si fue sometido a chantaje. Cada vez estamos más convencidos de que “algo” así ocurrió, para que el plan de destrucción de España iniciado por Zapatero siguiese adelante. Y lo que hoy está saliendo a la luz nos reafirma que las cloacas son incluso más grandes y malolientes de lo que pensábamos.
Es cierto que siempre ha habido algún político corrupto y condenado con sentencia de cárcel. Pero nunca en el palacio de la Moncloa se había instalado un gobierno completamente amoral, previamente financiado con dinero procedente de la prostitución y el proxenetismo, supuestamente, eliminando adversarios de la misma cuerda a base de chantaje, con el fin de enriquecerse y vender, cuando no regalar, España a los enemigos. Un gobierno organizado para asaltar las instituciones y pervertirlas; gobernar a base de decreto ley, para saltar el debate parlamentario, mentir a discreción. ¡Y lo que no sabemos! Ahora están declarando los corruptos de los pelotazos de las mascarillas, enriquecidos mientras los españoles estaban confinados en casa muertos de miedo. ¡Qué vergüenza!
La esperanza de que todos los asuntos de corrupción pendientes y los que quedan por desvelar sean justamente juzgados no es del todo halagüeña. Faltarán pruebas, habrá defectos de forma y otras triquiñuelas, sin descartar pactos convenientes con la oposición. Esta no es precisamente virginal y pueden aflorar asuntos turbios que obligarán a hacer la vista gorda y a pactar.
Y coronando el triste y oscuro panorama, el día de Nochebuena aparece el rey con un discurso totalmente fuera de la realidad y manifiesta intención de pasar por alto el asalto de la banda gobernante al país. ¡Como si acabara de llegar de Marte! Ni una palabra sobre la corrupción del gabinete de Pedro Sánchez y el gran entramado de negocios turbios con su larga lista de imputados como en su día aludió al de Mariano Rajoy, con mucho menos motivo. Le preocupa a su majestad la polaridad y se permitió aconsejarnos el diálogo al tiempo que daba una reprimenda encubierta a los votantes de VOX y a quienes osamos denunciar a los saqueadores de España. Sabíamos que nunca nos defendería, y cada vez es más claro que, como siempre decía mi padre, “reyes los de la baraja”. Y en este discurso de Navidad, en un salón desangelado, con marcado laicismo a propósito, sin Sagrada Familia ni el portal de Belén que solía acompañar este momento trascendente y esperado, por si quedaban dudas, el rey quedó más que retratado.
En un panorama tan triste, la derrota del comunismo y el triunfo de José Antonio Kast en Chile nos trae una alegría por la esperanza que supone para la nación hermana, lo cual celebramos.

