Este martes Pilar Alegría ha anunciado su salida del Gobierno de España tras cuatro años y medio como ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, y portavoz del Ejecutivo. En un tuit cargado de autocomplacencia, declaraba: «Hoy cierro cuatro años y medio como ministra del Gobierno de España. Qué enorme privilegio y qué eterno orgullo haber podido contribuir a la mejora de la educación, la FP y el deporte de mi país. He sido muy feliz, pero ahora inicio mi camino más emocionante: vuelvo a mi casa, a Aragón». Con todas las ganas y la fuerza para trabajar en la mejora social, económica y de derechos en mi tierra. Gracias de corazón. ¡Seguimos!»
Palabras bonitas para tapar una desastrosa etapa plagada de errores, polémicas y escándalos y sombras. Alegría abandona el Consejo de Ministros para centrarse en las elecciones autonómicas de Aragón del 8 de febrero de 2026, donde el PSOE la ha designado candidata. Muchos ven en esta marcha un intento de escapar del desgaste acumulado en Madrid, mientras Aragón se prepara para recibir a esta «fenómena».

Sus inicios modestos y una preparación más que cuestionable
Pilar Alegría Continente (La Zaida, Zaragoza, 1977) es diplomada en Magisterio de Educación Primaria por la Universidad de Zaragoza, con un máster en Estudios Avanzados en Educación Social. Su currículum académico se detiene ahí: ni licenciatura superior, ni doctorado, ni experiencia investigadora relevante. En un ministerio que debería liderar la excelencia educativa, su nombramiento en 2021 levantó cejas: ¿cómo una maestra de primaria sin trayectoria académica destacada iba a dirigir la política educativa de un país entero?
Su ascenso político fue meteórico y basado más en lealtad partidista (por decirlo finamente) que en méritos. Diputada en el Congreso entre 2008 y 2015, consejera en el Gobierno de Aragón en 2015 y, finalmente, recompensada con cargos ministeriales por su fidelidad a Pedro Sánchez. Los críticos la señalan como un claro ejemplo de enchufismo: una carrera construida en aparatos del PSOE aragonés y madrileño, sin bagaje sólido para gestionar carteras de tanta responsabilidad.
Un ministerio plagado de ridículos y errores garrafales
Bajo su mando, el Ministerio de Educación acumuló sonados tropiezos que cuestionan la competencia de su equipo. El más anecdótico ocurrió en octubre de 2025: el cuenta oficial del ministerio publicó una campaña con una frase atribuida falsamente a Albert Einstein: “La educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela”. No solo era una cita apócrifa, sino que implicaba un menosprecio al conocimiento escolar, contradiciendo la propia misión del departamento. Tras el aluvión de críticas en redes, el tuit fue borrado precipitadamente.
Este incidente no fue puntual: simboliza un ministerio aficionado a eslóganes vacíos mientras la educación española sigue estancada bajo mínimos en informes internacionales. Leyes controvertidas, como la LOMLOE, adoctrinamiento en las escuelas y una gestión criticada por falta de diálogo con la comunidad educativa completan un legado mediocre.
Portavocía en medio de la tormenta de escándalos
Como portavoz del Gobierno, Alegría tuvo que defender lo indefendible en una legislatura marcada por corrupción y polémicas. Desde el caso Koldo hasta los escándalos de acoso sexual en el PSOE, su labor consistió en minimizar, justificar o desviar atención. Sus ruedas de prensa semanales se convirtieron en ejercicios de contorsionismo con su escasa fluidez verbal y repitiendo como un papagayo el argumentario recibido de arriba.
Pero los escándalos la salpicaron directamente. En noviembre se reveló que mantuvo un encuentro personal con Paco Salazar, ex alto cargo del PSOE Aragón cesado por múltiples denuncias de acoso sexual. Alegría lo calificó de «error», pero la foto de ambos juntos alimentó acusaciones de hipocresía en un Gobierno que presume de feminismo.
Peor aún: el escándalo del Parador de Teruel. El pasado mes de abril salió a la luz una fiesta organizada por José Luis Ábalos con presunta presencia de sustancias y prostitución. «Alaorgía» o «Pili Juergas» como la llaman algunos, no tuvo más remedio que admitir haber dormido esa noche en el parador, sin desmentir del todo su participación en los eventos. Un episodio que la vincula a las sombras más turbias del sanchismo.

Menudo personaje. Pilar Alegría deja el Gobierno con más sombras que luces, cargando un historial de incompetencia, ridículos y escándalos. Ahora, la Alegría de la huerta, pretende liderar Aragón.

