domingo, diciembre 21, 2025
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España y la Agenda 2030: la demolición planificada de la economía productiva

Por Alex Díaz

España no atraviesa una crisis coyuntural, ni un simple desajuste presupuestario. Lo que se está produciendo es una destrucción sistemática de la base productiva, acelerada por un marco ideológico y regulatorio que prioriza objetivos políticos abstractos sobre la realidad económica. En el centro de este proceso se encuentra la Agenda 2030, presentada como un plan de sostenibilidad, pero aplicada en la práctica como un mecanismo de liquidación de la competencia productiva nacional.

El error fundamental: confundir sostenibilidad con desindustrialización

Una economía sostenible es aquella que produce, innova y genera excedentes reales para sostener su estructura social. Sin embargo, en España se ha adoptado un modelo donde la sostenibilidad se interpreta como:

  • restricción,
  • reducción,
  • prohibición,
  • encarecimiento artificial de la producción.

El resultado no es una economía verde, sino una economía más pobre, más dependiente y menos competitiva.

La Agenda 2030 no se aplica de forma homogénea a escala global. Mientras Europa y especialmente España se autoimpone límites energéticos, industriales y agrícolas, otras economías producen sin esas restricciones, exportan a precios más bajos y absorben la cuota de mercado destruida en los países regulados.

Esto no es sostenibilidad. Es deslocalización inducida.

La destrucción deliberada de la industria europea y española

España llegó tarde y mal a la defensa de su industria. En lugar de proteger sectores estratégicos, se optó por:

  • cerrar centrales energéticas funcionales,
  • encarecer la energía mediante impuestos “verdes”,
  • imponer normativas climáticas sin alternativa tecnológica viable.

La industria no se adapta a decretos: se marcha o muere.

Hoy España importa bienes industriales, componentes tecnológicos, maquinaria y productos manufacturados que antes podía producir. La Agenda 2030 no ha reducido las emisiones globales imaginarias de CO₂; simplemente las ha trasladado geográficamente fuera de Europa.

El CO₂  es el gas de la vida, no es el culpable de ningún cambio climático imaginario: simplemente las emisiones de CO₂ cambian de código postal.

Un Estado elefantiásico sin respaldo productivo

Mientras la economía productiva se contrae, el Estado crece. Más administración, más entes instrumentales, más organismos reguladores, más burocracia, más gasto estructural permanente.

Este crecimiento no está respaldado por productividad, sino por:

  • presión fiscal infernal y creciente,
  • deuda pública estructural,
  • confiscación indirecta vía inflación.

El Estado español ha dejado de ser un facilitador de actividad económica para convertirse en un consumidor neto de recursos que no genera valor añadido.

La asfixia regulatoria como herramienta de expulsión empresarial

Las pequeñas y medianas empresas, el auténtico corazón productivo del país operan bajo un marco regulatorio literalmente inviable:

  • normativas medioambientales imposibles de cumplir sin grandes inversiones,
  • costes administrativos desproporcionados,
  • cambios constantes de reglas,
  • inseguridad jurídica crónica.

Las grandes corporaciones sobreviven porque pueden absorber costes, externalizar producción o trasladar actividad. Las pymes no. Cierran o no nacen.

Esto no es un efecto colateral: es una consecuencia lógica de un sistema diseñado para concentrar mercado y eliminar competencia local.

Agenda 2030 y agricultura: el suicidio de la soberanía alimentaria

El sector agrícola español está siendo destruido por una combinación letal:

  • exigencias medioambientales extremas,
  • restricciones de agua y fitosanitarios,
  • competencia de importaciones de países sin esas obligaciones.

El agricultor español produce con normas del siglo XXI y compite con productos cultivados bajo estándares del siglo XIX. El resultado es obvio: abandono del campo, dependencia exterior y pérdida de soberanía alimentaria.

Una economía que no puede alimentarse a sí misma es estructuralmente muy vulnerable y condenada a la muerte.

Capital humano desperdiciado y ausencia de relevo productivo y generacional

España no solo pierde industria: pierde transmisión de conocimiento productivo. No hay relevo generacional en talleres, fábricas, explotaciones agrícolas ni negocios técnicos. El sistema educativo no forma para producir, sino para gestionar, certificar y regular.

Se generan títulos, no habilidades productivas.

La economía del futuro no puede sostenerse con burocracia, consultoría normativa y empleo subvencionado.

La falacia redistributiva sin producción

El núcleo del problema es aritmético: no se puede redistribuir lo que no se produce. La Agenda 2030 asume implícitamente que el crecimiento es prescindible y que basta con redistribuir un pastel que, en realidad, se está encogiendo.

Cuando la producción cae:

  • la presión fiscal sube,
  • la inflación actúa como impuesto oculto,
  • la deuda sustituye al crecimiento.

Este modelo no colapsa de golpe, se pudre lentamente, hasta que el ajuste llega de forma abrupta e incontrolada.

Conclusión: no es sostenibilidad, es demolición

La Agenda 2030, tal como se está aplicando en España, no es un plan de sostenibilidad económica, sino un proyecto de ingeniería política que:

  • penaliza la producción,
  • destruye la competencia local,
  • concentra poder,
  • y sustituye economía real por administración y subsidio.

España se enfrenta a una elección clara:

  • reconstruir su base productiva, recuperar industria, energía asequible y soberanía económica,
  • o aceptar un modelo de empobrecimiento gestionado, dependencia exterior y conflicto social creciente.

La economía no entiende de consignas ni de agendas. Entiende de producción, energía y productividad. Todo lo demás es propaganda.

España ha entrado en una fase avanzada de desequilibrio estructural: el volumen de población que consume renta pública supera al de quienes generan ingresos reales en el sector privado. Este fenómeno no es coyuntural, ni consecuencia exclusiva de crisis externas, sino el resultado acumulado de decisiones regulatorias, fiscales, energéticas e industriales que han erosionado de forma sistemática la base productiva nacional.

La Agenda 2030, aplicada sin neutralidad competitiva ni realismo económico, ha actuado como acelerador del proceso, penalizando la producción interna mientras externaliza la fabricación a economías no sujetas a dichas restricciones. El resultado es una economía menos productiva, más dependiente, más burocratizada y financieramente frágil.

1. La aritmética que no admite ideología

La economía no es un relato: es una relación entre productores netos y perceptores netos.

Estructura laboral real (España, 2025)

Bloque productivo real privado (Posición nº1):

  • Autónomos: ≈ 3,35 millones
  • Trabajadores en PYMES: ≈ 13,0 millones
  • Grandes empresas: ≈ 0,38 millones

👉 Total productivo privado: ≈ 16,73  millones

Bloque dependiente del Estado (Posición nº2):

    • Funcionarios y empleo público: ≈ 3,59 millones
    • Funcionarios ocultos: ≈ 0,70 millones
    • Funcionarios de oeneges: ≈ 0,80 millones
    • Pensionistas contributivos: ≈ 9,30 millones
    • Parados (EPA): ≈ 2,61 millones
  • Parados (Fijos discontinuos) : ≈1,50 millones
  • Ingreso Mínimo Vital (personas): ≈ 2,40 millones
  • Dependencia (beneficiarios efectivos): ≈ 2,20 millones

👉 Total perceptores directos: ≈ 23,1  millones

Bloque del sector financiero y medios de comunicación  (Posición nº3):

  • Trabajadores de banca: ≈ 0,45 millones
  • Trabajadores de prensa/ TV: ≈ 0,16 millones

👉 Total perceptores directos: ≈ 0,61  millones

Bloque inmigrantes continente africano (Posición nº4)

  • Marroquíes sin cotizar: ≈ 0,70 millones 
  • Marroquíes cotizantes: ≈ 0,30 millones 
  • Africanos en general: ≈ 0,34 millones

👉 Total población: ≈ 1,34  millones

Esto implica que por cada trabajador productivo privado hay prácticamente dos perceptores netos de renta pública. En este escenario en donde la  población improductiva supera con creces a la población netamente productiva, y en donde ya hemos  cruzando el umbral de la maldita palabra «sostenibilidad» han conseguido crear una realidad completamente insostenible.

 

2. Un Estado elefantiásico sin base fiscal suficiente

El problema no es la existencia del Estado, sino su dimensión relativa frente a la economía que lo financia.

España mantiene:

  • Deuda pública en torno al 102–103% del PIB
  • Déficit estructural persistente
  • Un gasto rígido dominado por pensiones, empleo público y transferencias

Cuando el gasto es estructural y la base productiva es débil, el ajuste solo puede venir por tres vías:

  1. Más impuestos (estrangulan producción)
  2. Más deuda (aplaza el colapso)
  3. Inflación (impuesto oculto)

España ha utilizado las tres simultáneamente.

3. Agenda 2030: de la sostenibilidad al desmantelamiento competitivo

La Agenda 2030 se presenta como un marco de sostenibilidad, pero su aplicación real en España ha operado como un mecanismo de expulsión de actividad productiva.

El problema clave: asimetría regulatoria

  • Industria y agricultura españolas sujetas a:
    • costes energéticos artificialmente elevados,
    • restricciones ambientales severas,
    • burocracia normativa creciente.
  • Competidores externos (Asia, norte de África, terceros países):
    • sin esas restricciones,
    • con menores costes laborales y energéticos,
    • con acceso pleno al mercado europeo.

El resultado es deslocalización inducida.
La estafa de las emisiones no se reducen: se exportan.
El empleo no se transforma: se destruye.

4. La desindustrialización como política de hecho

España ya no fabrica lo que consume:

  • maquinaria,
  • componentes electrónicos,
  • bienes intermedios,
  • tecnología.

El modelo se ha desplazado hacia:

  • servicios de bajo valor añadido,
  • turismo estacional,
  • empleo subvencionado,
  • administración y regulación.

Una economía que no produce bienes pierde soberanía, pierde capacidad fiscal y pierde resistencia ante crisis externas.

5. PYMES: el corazón productivo estrangulado

Más del 80% del empleo productivo privado se concentra en pymes.
Sin embargo, estas operan bajo un marco:

  • fiscalmente agresivo,
  • normativamente inestable,
  • administrativamente inviable.

Las grandes empresas sobreviven (escala, deslocalización).
Las pymes cierran o no nacen.

La falta de relevo generacional no es cultural: es económica. Nadie hereda un negocio para perder dinero bajo regulación imposible.

6. Agricultura: destrucción de soberanía alimentaria

La agricultura española compite:

  • con normas medioambientales extremas y basadas en una estafa,
  • costes hídricos crecientes,
  • restricciones fitosanitarias estrictas,

frente a importaciones de países con estándares mucho más laxos.

Resultado:

  • abandono del campo,
  • dependencia exterior,
  • sustitución de producción nacional por importaciones (ej. Marruecos).

Una economía que no puede alimentarse no es «sostenible».

7. Capital humano mal asignado

El sistema educativo y laboral produce:

  • gestores,
  • certificadores,
  • burócratas y funcionarios,
  • intermediarios normativos,

pero no técnicos industriales, agricultores cualificados, operarios especializados ni ingenieros de producción en masa suficiente.

No hay transición ecológica sin industria.
No hay digitalización sin fabricación.
No hay Estado del bienestar sin productividad.

8. Escenario actual: cruce de líneas

En el  actual escenario catastrófico :

  • Bloque productivo privado: ≈  17 millones
  • Bloque dependiente del Estado: ≈ 24 millones

Este cruce implica:

  • presión fiscal explosiva,
  • conflicto distributivo,
  • pérdida de confianza,
  • ajuste abrupto o colapso lento.

Conclusión: no es un error, es una deriva

España no está ante un fallo técnico corregible con parches. Está ante un modelo agotado, donde:

  • se penaliza producir,
  • se premia depender,
  • se regula hasta expulsar,
  • y se sustituye economía real por gasto político.

La Agenda 2030 es en realidad una agenda de liquidación, aplicada sin neutralidad competitiva ni realismo productivo, no está construyendo sostenibilidad, sino administrando el empobrecimiento.

Para saber si ha llegado «el final de los tiempos» simplemente mira lo absurdo que es todo a tu alrededor, el actual sistema político y burocrático español es básicamente anti español, muchos aún intentan pedir la solución al problema.

Pedro Sánchez representa lo peor de este régimen traidor que nos tiene secuestrados desde 1978, es un individuo colocado además muy sibilinamente por George Soros, con la única intención de destruir España, un dato:

España ingresa vía impuestos al año: 295 mil millones de euros.

España gasta al año: 725 mil millones de euros.

España mantiene una deuda altísima: 103,2% del PIB en 3T 2025 (≈ 1,709 billones €). Es una cifra completamente inasumible y creciendo, ya que el administrador concursal de España, llamado Pedro Sánchez no para de aumentar el gasto para seguir engordando el tamaño del Estado. Lo que realmente está haciendo este individuo es administrar la ruina y liquidación completa de España, y esto que es más que evidente, aunque nadie lo quiere ver, «la banda que siga tocando», no vaya a ser que el dócil rebaño en el que han convertido a los españoles se percate de que los llevan al matadero mientras suena una dulce sonata de violín titulada «Ahora todos tenéis derechos y sois sostenibles».

Pero nada más lejos de la realidad, no se trata ahora de saltar del barco y huir poniendo tierra de por medio, no hay escapatoria posible, solo queda la reacción y parar este desorden, y para parar este desorden, hay que hacer, creo, de forma urgente estas reformas en España:

  • Salir de la UE, ¡por ser antieuropea!
  • Recuperar la peseta (moneda soberana)
  • Cerrar Comunidades Autónomas.
  • Expulsar a los borbones de España.
  • Prohibir el Islam en España.
  • Buscar aliados en Hispanoamérica.
  • Reindustrializar España.
  • Desregular y eliminar impuestos confiscatorios.
  • Renegociar tratados internacionales.
  • Renegociar la deuda y compensar su legitimidad.
  • Salir de la OTAN.
  • Salir de la ONU.

Muchos dirán que esto es un brindis al sol, que es imposible, y la pregunta es esta: cuando a los agricultores, autónomos, pymes o básicamente la base productiva de esta pirámide invertida en la que han convertido a España, el Estado les dice que por «real decreto» y por la sacrosanta Agenda 2030 les condena a lapidación o crucifixión, ¿creéis que es viable? Detrás del bloque productivo real caerán el resto como un castillo de naipes; por esta razón, en 2020, con la farsa COVID-19, crearon la «Plandemia» eugenésica para reducir, esterilizar y estabular al ganado, sobre todo el rebaño de occidentales, antes de que nos diera tiempo a reaccionar.

En estos momentos en España tratan de desviar la atención con mentiras tras mentiras, unas más estúpidas que las anteriores, como que hay una gripe aviar solamente en España. ¡Las aves no tienen gripe! Y además tampoco hay una valla que proteja el perímetro entre Francia, Portugal o Marruecos en donde «no hay gripe aviar», un verdadero insulto a la inteligencia. Mi conclusión es que son vagos de nacimiento, no valen ni para mentir, como vemos ahora de nuevo con la peste porcina, otra burda farsa diseñada para perjudicar los intereses de España.

Vimos cómo al final del verano se provocaron cientos de incendios en el noroeste español con el único fin de facilitar las concesiones para las minas a cielo abierto para la estafa de las energías renovables y la industria del coche eléctrico chino.

BlackRock + Vanguard + State Street son algunos de los nuevos propietarios del estado español, y las intenciones para España no son precisamente buscar el bienestar de los españoles, básicamente nos están invitando a que nos vallamos amablemente, o nos ofrecen  ser esclavos en nuestra propia nación, menudo panorama, y para esta agenda han colocado a Pedro Sánchez, es un hábil destructor de la economía, un experto en despilfarro público, un ser sin empatía, con la cara de piedra, sin escrúpulos, pero lo peor no es este individuo,  lo más grave es ver a la función pública obedeciendo como lo haría un robot  de Aliexpress, por una sencilla razón, todos viven de mamar del estado, no entienden nada de economía, viven en un matrix de comodidad en donde la mayoría de los nuevos burócratas ya son hijos de los anteriores parásitos del régimen del 78, parásitos mejorados y con certificado de origen.

Por esta razón la economía no entiende de agendas.
Entiende de energía barata, industria, productividad y capital humano útil.

Sin eso, el Estado no se reforma: colapsa y ya hemos colapsado.

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Es Diestro. Opinión en Libertad
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