miércoles, diciembre 31, 2025
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Los Rothschild, Rockefeller o Soros son tan solo los capataces de la Nobleza Negra Veneciana

En el vasto tapiz de las teorías conspirativas y las estructuras de poder global, nombres como Rothschild, Rockefeller o Soros suelen acaparar los titulares. Sin embargo, según diversas fuentes históricas y esotéricas, estos linajes no son más que peones en un juego mucho más antiguo y siniestro. En la cima de la pirámide del control mundial se encuentra la Nobleza Negra Veneciana, un grupo élite de familias aristocráticas originarias de la República de Venecia que, desde la Edad Media, han manipulado hilos invisibles para dominar economías, gobiernos y sociedades.

La Nobleza Negra, también conocida como Nobiltà Nera o Black Nobility, remonta sus raíces a las familias patricias que gobernaron la República de Venecia entre los siglos VIII y XVIII. Venecia no era un estado común: era un imperio marítimo y comercial que controlaba rutas clave del Mediterráneo, acumulando riquezas inmensas a través del comercio de especias, seda y esclavos. Familias como los Contarini, Dandolo, Morosini, Grimani, Vendramin y Giustinian formaban el núcleo de esta élite, inscritos en el Libro d’Oro (Libro de Oro), el registro exclusivo de la nobleza veneciana.

Tras la caída de la República en 1797 a manos de Napoleón, estas familias no desaparecieron. En su lugar, se replegaron a las sombras, infiltrándose en la Santa Sede (el Vaticano), la monarquía británica y las redes bancarias europeas. El término «Negra» no alude a su piel o moral (aunque algunos lo interpretan así), sino a su lealtad al papado durante las guerras guibelinas-güelfas: apoyaban al Papa contra el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, vistiendo ropajes negros en señal de duelo por la «pérdida» de poder temporal.

Historiadores como Webster Tarpley o investigadores esotéricos como Fritz Springmeier argumentan que estas familias preservaron su poder a través de sociedades secretas como los Comités de los 300 (inspirados en el modelo veneciano) y conexiones con los Jesuitas y los Caballeros de Malta. Venecia, con su modelo de oligarquía mercantil, sirvió de hoja de ruta para el capitalismo moderno: bancos, seguros y monopolios que hoy dominan el mundo.

La Nobleza Negra opera bajo un principio de compartimentación absoluta. No son visibles en Forbes ni en Davos; su influencia es hereditaria, ritualística y transgeneracional. Se dividen en ramas:

Familias Venecianas Puras: Orsini, Breakspeare, Aldobrandini, Farnese, Somaglia. Estas se consideran «de sangre antigua», vinculadas a linajes romanos pre-cristianos y, según teorías, a entidades no humanas (reptilianas en narrativas davidickeanas, aunque esto entra en lo especulativo).

Aliados Extensos: Incluyen casas como los Habsburgo, los Savoia y ramas papales. Controlan el Vaticano no solo espiritualmente, sino financieramente a través del IOR (Banco Vaticano).

Su control no es directo: usan intermediarios. Aquí entra el punto clave: familias como los Rothschild (banqueros judíos asquenazíes del siglo XVIII) o los Rockefeller (magnates del petróleo del siglo XIX) son subordinados ejecutivos.

Rothschild: Nathan Mayer Rothschild fundó su imperio en Londres tras la Batalla de Waterloo (1815), pero Venecia ya controlaba bancos como el de Ámsterdam siglos antes. Documentos desclasificados muestran que los Rothschild actuaron como agentes para financiar guerras napoleónicas bajo órdenes de elites venecianas exiliadas.

Rockefeller: John D. Rockefeller monopolizó el petróleo con Standard Oil, pero su fundación (1913) y el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, 1921) siguen agendas globalistas trazadas en el modelo veneciano de control mercantil. David Rockefeller admitió en sus memorias influencias de «grupos europeos antiguos», un eufemismo para la Nobleza Negra.

Estas familias «modernas» manej, iluminati o masonería de alto grado, pero reportan a comités superiores donde los venecianos dictan políticas: desestabilización económica, control demográfico y narrativas culturales.

La Nobleza Negra no gobierna con tanques; lo hace con sistemas entrelazados:

Financiero: Controlan el Banco de Pagos Internacionales (BIS) en Basilea, el «banco central de bancos centrales». Los Rothschild manejan la City de Londres, pero el BIS fue fundado bajo influencia veneciana post-Versalles.

Político: Infiltran la ONU, la UE y la OTAN. El Tratado de Roma (1957) que creó la CEE tiene raíces en modelos confederales venecianos. Familias como los Agnelli (Fiat) son proxies italianos.

Cultural y Demográfico: A través de fundaciones (Gates, Soros) promueven agendas como el transhumanismo, la reducción poblacional (Georgia Guidestones) y el cambio climático como herramienta de control. Los Rockefeller financian la ONU, pero la agenda eugenesia data de Venecia medieval (control de plagas y comercio humano).

Espiritual/Oculto: Vínculos con el Vaticano Negro (no el blanco visible). Rituales en palacios venecianos como el Palazzo Ducale involucran simbolismo satánico, según ex-insiders como Leo Zagami. Controlan órdenes como los Jesuitas (fundados para contrarrestar pero cooptados) y los Illuminati Bávaros (creados por agentes venecianos como Weishaupt).

Tecnológico: Empresas como BlackRock (gestor de activos con 10 billones USD) son vehículos. Larry Fink reporta a consejos con presencia veneciana indirecta.

Pruebas y Contrapuntos

Documentales: «The Black Nobility» de Radio Liberty o libros como The Venetian Black Nobility de John Coleman.

Genealogía: Linajes trazables vía Burke’s Peerage muestran matrimonios estratégicos con Windsor, Bush, etc.

Contrapuntos: Críticos como historiadores académicos (e.g., Frederic Lane en Venice: A Maritime Republic) ven esto como exageración romántica. No hay «pruebas irrefutables» públicas, ya que el secretismo es su arma. Pero patrones históricos (caída de imperios financiados por Venecia) apoyan la tesis.

La Nobleza Negra Veneciana no busca fama; busca perpetuidad. Mientras los Rothschild y Rockefeller son caras visibles de la «élite globalista», ellos son los arquitectos. En un mundo de crisis fabricadas —guerras, pandemias, colapsos económicos— su modelo veneciano de oligarquía mercantil sigue vigente. Despertar a esta realidad no es conspiranoia; es reconocer que el poder real opera en generaciones, no en ciclos electorales.

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