Por Alfonso de la Vega
Es evidencia de razón, aunque muchos se niegan a reconocerlo, que la situación española se va deteriorando rápidamente y sin remedio. Porque quizás lo peor de todo sea que se va abriendo la conciencia de que los problemas ya no tendrían solución dentro del régimen. Dimitido el Jefe del Estado de sus obligaciones constitucionales, “ni está ni se le espera”, se pone la esperanza en la Justicia. En principio, la Justicia aún suponiendo que los poderes estuviesen en verdad separados y pudiese hacer pleno honor a su nombre, no está para dirimir ni resolver cuestiones políticas. Bien es verdad que las instituciones de la Monarquía se han venido copando por una banda en la que encajarían diversos ilícitos penales, pero, además de que cualquiera es el valiente que le pone el cascabel al gato, ¿y luego qué?
En un terrible error de diagnóstico promovido por ciertos poderes fácticos los más desavisados o ingenuos creen que con nuevas elecciones se solucionarían todos nuestros males. Si se echase a Pedro Sánchez, ya todo resuelto. Condición necesaria pero no suficiente.
Lo primero que se ha venido denunciando de manera repetida con escaso eco es que no existe ninguna garantía de limpieza en el proceso electoral. EX ANTE porque el rojerío disolvente domina los grandes medios de propaganda dirigidos al creciente populacho, ayuno de criterio espiritual, moral, intelectual y político, incluso mermado en su elemental instinto de supervivencia. Y así está consiguiendo embrutecer y envilecer a cierta parte de la sociedad. Y si falla la propaganda siempre quedará el recurso a la explotación de otro oportuno otro 11M. O a la legalización de contingentes de invasores para engordar la lista de votantes. Y en el proceso de las votaciones mismas el coladero del voto por correo. Y EX POST el recuento de los votos no realizado mediante las garantías de escrutinio oficial, según se ha venido denunciado por expertos independientes hasta hora sin éxito. Para colmo si fallase todo lo anterior quedaría la acción subversiva violenta estilo antifa o similares. O incluso represalias financieras.
El tiempo pasa y las futuras elecciones se acercan, si es que al final las hubiera porque si no hay presupuestos y no pasa nada, quizás tampoco habría porqué cumplir la obligación constitucional de convocar elecciones.
Otros exigen que VOX y PP se unan. En realidad el PP no es un partido de derecha sino oportunista y socialdemócrata. Su ideología, con perdón, es de baratillo, voluble, fláccida, acomodaticia según lugares y circunstancias. En Galicia y en Andalucía nacionalista. En todos lugares, el aborto, la agenda 2030, la inmigración ilegal y lo que exija el guion. Nada que ver con defender los genuinos y legítimos intereses del pueblo español. Se siente más identificado con el PSOE del que es aliado y vota en comandita en las instituciones europeas que con VOX como le piden algunos bienintencionados. El confuso y contradictorio VOX quizás pudiera asimilarse con un poco de ganas y buena voluntad a los emergentes partidos patrióticos que intentan defender a sus naciones de las crecientes barbaridades ruinosas y liberticidas de la UE. O al menos es lo más parecido que tenemos, con alguna importancia institucional, a dichas organizaciones.
Pero para entender mejor lo que pasa aquí es preciso tener una idea siquiera elemental de la situación internacional que padece Occidente. Cabe hacer una sencilla tipología de andar por casa e intentar encuadrar nuestras organizaciones políticas en esa clasificación. Tras la aparición de Trump como cisne negro alterando equilibrios del poderío woke y la plutocracia globalista, Occidente ya no estaría dividido en dos partes básicas por el control del deep state sino en tres: los globalistas de izquierda, los Soros/Gates, la UE, el Partido Demócrata. El influyente lobby sionista, con también una absurda rama secundaria cristiana, que controla en parte el populismo de derecha, ambos dominados por jázaros. El primero con el principal objetivo del control político económico financiero totalitario global con sustitución y reducción de la población, mientras que el segundo, más influido por los planteamientos teológico- mesiánicos, dirigido a la construcción del Gran Israel para el dominio sobre los goyin o no judíos. A los dos anteriores habría que añadir movimientos del «pueblo profundo» como MAGA, que se muestran críticos tanto con los globalistas como con los sionistas. El vil asesinato de Charlie Kirk parece que tiene que ver con este asunto que preocupa a los poderes establecidos, al menos mientras no esté totalmente controlado. Y este asesinato estratégico pudiera contribuir a ello eliminando una de sus más lúcidas cabezas.
PSOE, podemitas, sumandos, golpistas catalanes y ventajistas vascos estarían entre los globalistas, pero no con los sionistas. Se trata de una alianza de falsa izquierda. Conviene insistir en este punto que aún mueve a mucha confusión, si no se atiende a los profundos cambios operados desde el marxismo clásico de la lucha de clases al neomarxismo woke de cooperación con el gran capital financiero para destruir las identidades y ordenamientos jurídicos nacionales a mayor granjería de la Plutocracia. Así se explican posiciones insólitas hasta hora. Las izquierdas tradicionales como el Partido Comunista o Izquierda Unida eran cercanas a la URSS, pero ahora, en España y el Occidente woke o ya no existen o se han degenerado hasta convertirse en una parodia como sanchistas, sumandos y podemitas obsesionadas por el género, el aborto, la religión calentológica, o los inmigrantes ilegales, convirtiéndose en instrumentos en manos de los globalistas de izquierda y curiosamente contra la Rusia actual, convertida en paradójico relicto de costumbres tradicionales atacadas en Occidente.
El PP también sigue este plan globalitario, aunque con matices sobre el sionismo, dado que “Soros“ y “Netanyahu”, ambos jázaros como ya hemos indicado tienen proyectos diferentes al menos de táctica o plazo y manifiestan su enemistad. El PP disputa con los anteriores su servilismo o subordinación en la aplicación de la funesta Agenda 2030, de ahí que prefiera una coalición con el PSOE antes que con VOX.
VOX sería lo más parecido a la representación política con alguna influencia del movimiento MAGA que tenemos aquí en este infortunado reino. Pero no se decide, no termina de clarificar su postura sobre la auténtica naturaleza del régimen del 78 ni a su condición de partitocracia. Bien es verdad que en EEUU existe un nivel de patriotismo mejor o peor entendido en el pueblo norteamericano del que por desgracia carecemos tras medio siglo de Monarquía con una dinastía apátrida globalitaria. También en el Pentágono quedarían muchos militares patriotas, cosa que aquí es de lamentar que no se observe. O quizás VOX no termina de dar el paso por sus relaciones de aparente subordinación con el sionismo.
En lo que se parecerían PP y VOX es en ciertas afinidades más o menos ocultas que tendrían que ver con sus relaciones respectivas con el lobby sionista español formado por varias organizaciones con personajes políticos conocidos y otros en la sombra. Sobre todo con VOX. Quizás sea esa una de las razones de la ambigüedad cuando no incoherencia de VOX en los aspectos geoestratégicos o de arquitectura política. Y lo verdaderamente prioritario no es mantener el régimen del 78 sino procurar la prosperidad y permanencia de la nación española. Pero o no lo entiende así, o no se atreve a obrar en consecuencia.
Ante el desastre actual desde la perspectiva de la conveniencia a los legítimos intereses del pueblo español lo mejor sería la emergencia social y política de un movimiento tradicional tipo MAGA. Nos encontramos ante la terrible e insólita realidad de un poder en Occidente hostil a sus pueblos. La mayoría de nuestras instituciones pretendidamente democráticas han devenido en inservibles cuando no hostiles. Con una perspectiva histórica no se ve solución salvo por la emergencia desde una base popular de un movimiento de profunda reforma espiritual, moral, política y social al servicio de los valores metafísicos eternos que inspiran el alma humana y otrora hicieron grande a Occidente. Por soñar que no quede.