En el circo mediático español, donde la verdad es un accesorio prescindible y la agenda política lo es todo, El Diario (ese panfleto digital que se disfraza de periodismo progresista) ha perpetrado una de las meteduras de pata más grotescas de los últimos tiempos. Este miércoles, en un artículo publicado con la urgencia de quien huele sangre política, este medio de opinión sincronizada –alineado con la jauría de manipuladores como La Sexta, El País, RTVE, La SER y demás sucursales del régimen– intentó instrumentalizar el dolor de una familiar de las víctimas de la riada de Letur (Castilla-La Mancha) para cargar contra Carlos Mazón, el inútil presidente de la Generalidad Valenciana. Pero la realidad les ha explotado en la cara.
La protagonista de todo este embrollo mediático ha sido Virginia Ortiz, prima de Juan Alejandro Ortíz (víctima de la riada de Letur), una mujer valiente que intervino en el funeral de Estado. El Diario la presentó como «prima de uno de los fallecidos, David Lafoz Gimeno, de Letur (Albacete)». Error garrafal, manipulación burda o simple incompetencia: el David Lafoz al que Virginia recordaba en su intervención era el joven agricultor de Letux (Zaragoza) que se quitó la vida el año pasado, asfixiado por la presión fiscal del Gobierno de Pedro Sánchez tras participar en las protestas agrícolas con su tractor en Zaragoza. Este mismo David, en un acto de solidaridad que avergüenza a los burócratas de las instituciones, usó su tractor para ayudar a limpiar el barro en las zonas afectadas por la riada. Virginia lo recordó en su discurso como alguien que, «además de luchar por su sector, acudió junto a otros tractoristas para ayudar frente al desastre. Ese joven ya no está entre nosotros, abandonó este mundo tras luchar por él, por no conformarse a vivir bajo las injusticias».
Esto es lo que ha publicado el diario en portada: 
Pero El Diario no se quedó en ese error –que ya sería grave para un medio que presume de «verificación»–. No, fueron más allá: tergiversaron el emotivo discurso de Virginia, un alegato contra todas las instituciones, para pintarlo como un ataque exclusivo a Mazón. En su intervención, Virginia afirmó: «Es quien omite su deber, a sabiendas de que su omisión puede suponer la pérdida de vidas humanas, quien comete el acto primigenio que deriva en sus muertes». No estaba hablando de un presidente autonómico como chivo expiatorio, sino de un sistema que falla gravemente, donde la negligencia institucional cuesta vidas. Sin embargo, la maquinaria de desinformación –esa red coordinada que incluye a La Sexta con sus tertulias histéricas, El País con sus editoriales sesgados, RTVE financiada con nuestros impuestos para propaganda gubernamental, La SER y su eco infinito de voces oficialistas– se apropió del momento para linchar a Mazón. Ignoraron que Virginia, obligada a saludar a Pedro Sánchez tras los Reyes (un gesto frío, gélido, que gritaba disconformidad), representaba el rechazo visceral a un Gobierno central y unas instituciones que llegan tarde, mal y con cámaras.
Esta no es una metedura de pata aislada; es el modus operandi de una prensa subvencionada y adicta al poder. La Sexta lo monta en prime time con paneles de «expertos» que culpan al cambio climático solo cuando conviene atacar a la derecha, olvidando sus silencios sobre la gestión central en catástrofes pasadas. El País publica «análisis» que huelen a Moncloa desde lejos. RTVE, esa vergüenza pública, emite informativos que parecen boletines del PSOE. La SER amplifica el bulo hasta la saciedad. Y El Diario, en su afán por ser el más progresista del rebaño, confunde a un suicida por presión fiscal con una víctima de riada. ¿Periodismo? No: activismo disfrazado, manipulación sincronizada al servicio de Sánchez y su corte.
El discurso de Virginia fue un puñetazo en la mesa contra todos: contra el Gobierno central que asfixia al campo con normativas europeas mal aplicadas y impuestos que matan; contra las autonomías que no invierten en prevención; contra un sistema que obliga a saludos protocolarios mientras el pueblo llora. Pero estos medios, cegados por su odio ideológico, lo reconvirtieron en munición partidista. Han profanado el dolor de las víctimas para un titular fácil, han mentido sobre un muerto que ya no puede defenderse y han expuesto su propia podredumbre.
El Diario y su pandilla no informan: desinforman, manipulan y, cuando fallan, ni se disculpan. Esta metedura de pata no es un error; es la prueba de su bancarrota moral. Que sirva de lección: la verdad siempre acaba saliendo, aunque tenga que arrastrar a estos charlatanes por el barro que tanto ignoran.
Esta es la intervención de Virginia Ortiz: