Por Alfonso de la Vega
El tremendo y conmovedor martirio de dos niños pequeños mientas oían misa en una iglesia junto a su colegio en la capital de Minnesota, EEUU; se añade al de muchos católicos vilmente perpetrados por elementos judíos y musulmanes. Son muchas las víctimas inocentes que caen bajo el fanatismo, la codicia, la ambición o la hipocresía que cada vez se muestran de modo más impune en todo el planeta. El actual caso del genocidio judío en Gaza con decenas de miles de niños asesinados resulta especialmente monstruoso y revela el grado de deterioro y depravación moral en el que ha caído la civilización que lo consiente e incluso lo justifica. No suele haber apenas respuestas de las autoridades ni menos represalias contra las hordas criminales. En muchos sucesos ni siquiera las autoridades eclesiásticas se dignan pronunciar una simple protesta.
Hay lugares especialmente propicios para estos horribles crímenes, la Siria o Palestina ocupadas, África, algunas zonas de Asia, donde por lo que se ve la caza y muerte del católico constituye una actividad de mérito. Pero resulta más conmovedor acaso por ser más cercana en cuanto a civilización cuando esta barbarie acontece en España, Europa o América, teóricamente cristianas.
Por desgracia EEUU hoy es una sociedad muy deteriorada moralmente en gran parte gracias a la satánica ideología woke infectada por el Partido Demócrata y demás organizaciones subversivas de la cuerda sorosiana.
En este caso, el asesino es un joven judío trans, un tipo peligroso conocido por sus fechorías y declaraciones anteriores que no obstante disfrutaba de todo un arsenal homicida. Se ha sabido que al parecer sus padres están vinculados o trabajan para la Inteligencia norteamericana.
Todos estos crímenes pueden ser mera casualidad, producto singular o individual de la barbarie inoculada a gentes perturbadas o fanatizadas por ideologías devastadoras o asesinas pero siendo reflexivos nos queda la sospecha de que formarían parte de un drama más amplio, que aunque no se atrevan a declararlo el NOM y la Agenda 2030 promueven la erradicación del Cristianismo en general y del Catolicismo en particular porque su concepción del hombre, el espíritu, la cultura y la sociedad resultan incompatibles. Desde el punto de vista tradicional no cabría descartar tampoco la posesión diabólica en algunos casos.
En el nivel de degradación en el que nos movemos, ya es “normal” que exista un tráfico de niños que serán empleados en actividades horrorosas, se quemen iglesias, se profanen ritos y templos o se destruyan cruces u otros símbolos cristianos en Occidente. No se produce una respuesta justa, contundente y ejemplar. En EEUU se habrían producido medio millar de ataques de diversa consideración a iglesias católicas durante el último lustro. Solo en menos de la tercera parte habría habido alguna detención, lo que hace sospechar que exista alguna impunidad. En España se han contabilizado siete ataques de diversa importancia solo en el mes de agosto.
También se considera ya normalizado la violación de niñas y jóvenes por parte de invasores musulmanes, crímenes abominables en los que resulta clara la complicidad de las instituciones, consintiendo la invasión, no persiguiendo a las mafias que se lucran con esta nueva forma de trata, desprotegiendo a las víctimas y no reprimiendo con radical contundencia disuasoria a los autores de estas salvajadas antes de expulsarlos a sus países de origen o recluirlos en algún lugar inhóspito hasta su deportación.
La mayor responsabilidad es de quien más poder tiene. Por desgracia, observamos como la Iglesia Católica se ha ido desarmando tradicional y espiritualmente desde el concilio Vaticano II y ahora parece una organización que en vez de promover la verticalidad del Espíritu se entretiene enredando, y normalmente con no mucho criterio, en cuestiones horizontales, políticas, financieras o pretendidamente ecológicas. Aparece influida por el mundo, su nueva religión climática, o incluso el judaizante de la hegemonía absoluta del dinero que cada vez se muestra más audaz y hostil a los valores y enseñanzas tradicionales del Cristianismo. En estos mismos días, poco después del terrible atentado mortal, se ha sabido que el Papa acaba de recibir en sendas audiencias privadas a la tenebrosa monja Caram y al famoso activista LGTBI+ Padre James Martín, SJ. El cardenal Cobo acusado de malvender por menos de la mitad de su precio mediante una operación sospechosa el patrimonio inmobiliario de FUSARA procedente de una donación de inmuebles donados bajo la condición de destinarse a fines benéficos. La extraña operación se habría cerrado en beneficio de sociedades vinculadas a personas imputadas por estafa y corrupción.
Volviendo al martirio de los niños asesinados mientras oían misa más que orar por el alma de estas criaturas, que no lo necesitan, acaso mejor sería orar por las nuestras que consentimos sin reaccionar tanta barbarie impune.