Por Alfonso de la Vega
“Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir. El homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso y padre de la mentira.” (San Juan, cap. VIII, versículo 44).
Hoy es la festividad católica de San Miguel Arcángel, un buen día para recordar la advertencia de San Pablo a los Efesios (c VI, 12):“Revestíos de la armadura de Dios para que podáis resistir los asaltos del diablo. Que no es nuestra lucha contra la carne y la sangre, sino contra los principados y las potestades, contra los poderes mundanales de las tinieblas de este siglo, contra los espíritus malos que andan por los aires. Por esto tomad la armadura de Dios para que podáis poner resistencia en el día malo y, poniéndolo todo en obra, manteneros en pie. Manteneos, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y revestidos con la corona de la justicia…” O bien el capítulo XII del Apocalipsis en el que se anuncia que: «Y fue hecha una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles. Y no prevalecieron, ni su lugar fue más hallado en el cielo. Y fue lanzado fuera aquel dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña a todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.»
«Contra malicia, milicia», nos indicaba nuestro Gracián. El Mal debe ser enfrentado aunque el pesimismo de la razón nos muestre pocas posibilidades de victoria. Pero existen otras dimensiones de la Vida. Hoy, 29 de septiembre, festividad de los arcángeles, buena parte de la población española está horrorizada y busca impotente e implorante una vía de salvación. Las instituciones no funcionan o se han pasado al enemigo. Pero como explicaba San Pablo en la epístola citada, la cuestión posee una dimensión metafísica y así con tal carácter debe ser enfrentada con nuestra propia armadura espiritual: Con Firmeza, Verdad y Justicia.
Los arquetipos del Mal y del héroe espiritual que lo combate son antiquísimos. Así la antigua iconografía en forma de Horus que se puede ver en los muros del templo de Kom Ombo en Egipto, a la orilla derecha del Nilo entre Asuán y Luxor. Iconografía luego adoptada por el Cristianismo en figuras emblemáticas tales como las de San Miguel Arcángel o San Jorge. Este arquetipo heroico se encuentra también en las más diversas mitologías de todo el mundo: indo-aria, hitita, germánica, eslava, griega, sumeria, babilónica… con héroes o figuras espirituales tales como Indra, Krishna, Sigfrido, Hércules, Perseo, Marduk… Pero los ángeles tienen otra importante misión, a la que le deben su propio nombre: la de ser mensajeros espirituales. Las representaciones angélicas en el Arte, generalmente bellísimas, nos ofrecen muy hermosos y curiosos testimonios. «La Belleza es el esplendor de la Verdad» ya nos advertía Platón, aunque a veces las imágenes posean un carácter equívoco.
El investigador inquieto y bienintencionado en busca de comprensión de lo que sucede se vuelve a plantear en estos tiempos de zozobra e infortunio la pregunta que se han hecho muchos autores y estudiosos a lo largo de las épocas. El universo del Mal, ¿acaso tiene existencia propia? ¿Existen criaturas no humanas que lo forman y sirven? ¿Se alimentan con el sufrimiento, el miedo, la angustia que nos provocan?
¿Existe también un lenguaje de los ángeles? Ciertos importantes textos más o menos históricos o legendarios así lo sostienen. Entre ellos, por ejemplo: La Biblia, el Libro de Toth, el Libro de Enoch, las Estancias de Dzyan, el manuscrito de Mathers base de la Golden Dawn, la Esteganografía del abad Tritemo, los escritos de John Dee, las obras de Pico de la Mirándola basadas en antiguos textos de Orígenes, la Cábala, o las de Nicolás de Cusa, Santo Tomás de Aquino…
Para Orígenes el origen del Mal está en libre albedrío de ciertos seres espirituales. Sin embargo, acerca de esto existen varias teorías: Los pecados de los ángeles son los “espirituales” de soberbia y envidia (Santo Tomás de Aquino, cuestiones 63.2 de su Suma Teológica) La causa de la iniquidad es el orgullo y la lujuria (Henoc y Orígenes) Para Enoch o Henoc el problema del mal comenzó cuando los ángeles celestiales y su líder Samyaza desarrollaron una gran lujuria por las mujeres. Pero si hay lujuria es que hay cuerpo, se trataría de un pecado carnal. Lo de los Nefilim y las hijas de los hombres. En el Fausto la promesa de éxito en la seducción de Margarita forma parte sustancial del pacto diabólico.
Hoy vemos horrorizados que buena parte de la oligarquía globalista participa de esta lujuria desenfrenada, incluso recurriendo a la pederastia o a rituales sangrientos, que en algunos casos sirven además como objeto de chantaje y solidaridad entre criminales. Hoy también sabemos que, sin contar los sacrificados en los vientres de sus madres, millones de niños desaparecen cada año en todo el mundo. Su destino es difícil de saber con certeza. Los más afortunados son adoptados ilegalmente por familias. Otros acaso mueran por orfandad y miseria, Pero los más en número, desgraciadamente son empleados para el tráfico de órganos, la pederastia y sexualidad esclava o rituales de magia negra incluso de sacrificios humanos controlados o al servicio de la plutocracia satanista internacional. Un horror tremendo. Y un escándalo descomunal. Hasta ahora, casi impune.
No solo en el Cristianismo, en otras importantes confesiones religiosas de la Humanidad como el Budismo Mahayana también existen seres espirituales protectores. En esta etapa tan llena de zozobras y calamidades, ante nuestra impotencia y la de tantas instituciones que debieran combatir estos horrores, haría falta la contundente intervención de un Acala Vidyraja, el de la espada y el lazo al servicio del Bien en lucha contra el Mal. O de Hshitigarbha, en japonés Jizo, el protector de la infancia y las criaturas indefensas o desvalidas. El que prolonga la vida y es invocado en las catástrofes. O el que ayuda a los niños muertos, a los nacidos sin vida o a los abortados.
Los ángeles pueden convertirse en hombres. Ciertos hombres pudieran ser en realidad encarnaciones de ángeles malvados. No habría más que contemplar a muchos de nuestros actuales dirigentes. También los ángeles buenos pueden encarnar en cuerpos humanos para propósitos divinos. Sobre la corporeidad de los ángeles existen contundentes testimonios bíblicos tales como la lucha de Jacob o el pasaje de Lot con los ángeles enviados a Sodoma. También su misión puede resultar paradójica. Lucifer que significa el portador de luz, y que según algunas doctrinas llevaba en su frente la esmeralda de la que está hecho el grial se asocia a la rebelión de los ángeles, pero también a la caída a la conciencia. La conciencia tiene que ver con la Dualidad, con la pérdida del Uno, pero, según Orígenes, el resultado final del proceso será la Apocatástasis, es decir, la reintegración en el Uno. La Redención universal, puesto que el castigo por el pecado no podría ser eterno.
Según otra audaz hipótesis, el daimon guía de Albert Pike, teórico masónico sudista co-fundador del Ku Klux Klan, le habría «inspirado» para promover el nuevo orden globalista y entronizar la religión luciferina para realizar su obra. Pero, ¿tiene un componente iniciático la percepción del Mal? La antigua idea, expresada de modo tan hermoso por doña María Zambrano (El hombre y lo Divino) de que «si en el Amor naciéramos y permaneciéramos siempre no habría lugar para la Conciencia.» Es decir, en el mundo de la Dualidad, ¿El hombre debe saber del Mal para por comparación acceder al Bien?
Los mitos son expresiones de verdades psicológicas que tratan de explicarse en lenguajes codificados racionalmente. Después del cautiverio, los judíos elaboraron (Daniel, Tobías, Apocalipsis…) todo un cuerpo de doctrina relativo a la angeología. Miguel es uno de los principales caudillos celestiales. Gabriel es el segundo. Rafael, el tercero. Los textos apócrifos nombran hasta un total de siete arcángeles: los anteriores citados más Uriel, Chamuel, Jofiel y Zadquiel. Con Uriel como protagonista angélico, Leonardo nos ofrece una paradoja equívoca en su pintura La Virgen de las Rocas.
Decía Pessoa que «El Arte es la expresión de un equilibrio entre la subjetividad de la emoción y la objetividad del entendimiento». Los que consideramos que todo esto que estamos sufriendo posee también una dimensión metafísica escuchemos con atención el mensaje de los mitos, investiguemos los arquetipos que nos ofrecen nuestra psique o la Cultura.
Y pidamos con prudencia, sencillez, esperanza y serenidad que los ángeles buenos y leales como san Miguel nos ayuden y sirvan de mensajeros de nuestras oraciones en estos tiempos de zozobra y tribulación.
Amén.