martes, agosto 19, 2025

Pasen y vean

Por Alfonso de la Vega

Tanto el depravado valido de Su Majestad como Su Majestad vestido oportunamente de camuflaje para tan esperada y demorada ocasión han escenificado una nueva ceremonia de auto exculpación de sus evidentes responsabilidades.

Con la comodidad del aire acondicionado don Felipe alabando a la banda armada de la señorita Robles y del teniente general Marcos Izquierdo al que la Sala Militar del Tribunal Supremo ha abierto diligencias penales por los presuntos delitos de homicidio por imprudencia profesional grave, omisión del deber de socorro y otros muchos más que mostrarían su deshonor, servilismo o cobardía. Sólo faltaría que le juzgasen y condenasen. En todo caso, Su Majestad no pierde ocasión de hacer de figurón para salir en la foto y meter la pata.

Menos mal que todas las autoridades son tan eficaces y honradas y que el Estado borbónico funciona de maravilla que de lo contrario los muertos y destrozos de nuestro patrimonio socio económico y natural serían terribles. En efecto, Su Majestad ha glosado la capacidad de liderazgo de la UME y ha transmitido su ánimo a todas las unidades que la configuran y el orgullo por su labor en la lucha contra los incendios y ha agradecido el trabajo de estos militares contra la «tremenda voracidad» de las llamas. Algo inédito y curioso. Menos mal que bajo el dignísimo mando de ambos son todos estupendos. En una muestra más de su arrojo y audaz valentía no exenta de exquisita prudencia ha manifestado su voluntad de acudir sobre el terreno a zonas afectadas cuando la evolución de la situación y las circunstancias así lo aconsejen. Tampoco la súper condecorada heroica esforzada guardiamarina, la princesa de Asturias futura heredera de las cenizas de lo que fuera España, se ha dignado interrumpir sus vacaciones para visitar las zonas incendiadas ni siquiera las de su Principado.

Y su cínico valido dejando por unas horas su fortificada guarida de Lanzarote zascandileaba muy vanipavo. Y pasó presumido ante las cámaras estudiando con fingida preocupación la perfecta sonrisa de circunstancias. Endiñó un sermón alucinante y estupefaciente echando la culpa de los desastres no ya al “empedrao” sino al no menos socorrido «cambio climático», pretexto para imbéciles, ignorantes y mafiosos del latrocinio más devastador e insoportable. Una maña de tahúr no por menos desacreditada que sin embargo parece que aún mantiene su efecto entre el populacho y el vulgo más o menos enmucetado y regado con el oro de Satán. El yernísimo del proxeneta, modélico jefe de gobierno de Su Católica Majestad, ha propuesto un pacto de estado contra el cambio del clima climático climatizable, que es un peligroso “delincuente” sin domicilio ni filiación conocida al que esforzadamente con nuestra ruina le intentarán detener, aplicar el código penal, juzgar y luego llegado el caso amnistiar gracias a los buenos oficios del Pumpiducional.

Nos decían nuestros antiguos maestros que la condición sine qua non para resolver un problema era leer atentamente y entender el enunciado. O como decía Machado aprender a acertar la mano con la herida. Los incendios tienen que ver con diferentes causas naturales o antropogénicas pero desde luego con la Política Agraria. El falsario vuelve a enseñar la patita peluda de pezuñas sucias y ensangrentadas y aprovecha el desastre provocado para hacer ahora en agosto su peculiar sementera otoñal, aprovechando el insólito tempero del territorio humeante. Naturalmente ya no se trata de sembrar cosechas de vida sino artefactos de muerte. Estamos comprobando con horror e impotencia crecientes como la fase preliminar de los proyectos de las cínicamente llamadas energías verdes por lo que se ve consistiría en quemar los campos, arruinar a los agricultores y ganaderos, devastar y desertizar el mundo rural. 

¡Y qué decir de la onerosa incompetencia del ruinoso e inoperante pomposo estado de las autonomías, ya demostrada con la tragedia de Valencia! Ahora dicen que no hay medios, ¿A qué se dedican nuestros impuestos? 

¿Farsa? ¿Tragedia? El bosque de Birnam se acerca amenazante al castillo de Macbeth. Cae el telón oficial aventando las cenizas sobre la desesperación e impotencia del público al que se obliga a participar en una representación que no desea. La justa indignación de las buenas gentes crece, la miseria y las hambrunas también se acercan, la agitación social va a aumentar, ¿Acaso nos estamos adentrando en una situación prerrevolucionaria?

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