miércoles, agosto 20, 2025
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Magdalena del Amo: “Lo de Pedro Sánc-hez es real: su cometido es la destrucción de España”

Cuando España amanece completamente arrasada por las llamas, tras días de negligencias, de escasez de medios de extinción, de pedir ayuda a gritos y de falta de colaboración del Estado, aparece Pedro Sánchez con su talante de hielo, su lenguaje de computadora y los gestos inconscientes no verbales, mostrando el auténtico sentir del personaje sin el menor asomo de empatía. Decir esto es poco. 

Llegó con las manos vacías para el presente. Eso sí, con la propuesta de un “pacto de Estado”, un mantra  esperanzador, una promesa cuasi mágica, pero sin ningún peso si quien la expresa es un trilero con diploma. Ya en 2022 lo prometió, pero lo olvidó nada más subirse al Falcon; nunca cumplió. ¡Cómo va a salir algo bueno y constructivo de la cabeza de este espécimen que nos han puesto ahí como castigo! ¡Cómo nos ha caído esta maldición! ¿Realmente merecemos esto los españoles?

Como era de esperar, ninguna visita a las zonas arrasadas, ni una ligera compasión por los heridos y los muertos, ni un consuelo para los damnificados que lo han perdido todo: sus casas, sus montes, sus cultivos y sus viñedos… En parte es lógico; sabía lo que le esperaba si se atrevía a pasearse entre las cenizas humeantes: lo hubieran linchado o, como mínimo, lo hubiesen recibido como en Valencia, de donde huyó como un cobarde.

Hace tiempo que Pedro Sánchez no puede salir a la calle como un político más. Si fuera una persona normal, no resistiría; pero no lo es; por eso aguanta. Y siguiendo el  estilo de los grandes dictadores, donde realmente está a gusto es en su búnker de La Mareta, para el que ha pedido refuerzos hace unos días. 

Pedro Sánchez es mucho más peligroso de lo que podíamos imaginarnos incluso quienes lo teníamos calado desde el primer momento. Él y su equipo de ineptos al completo, escrupulosamente elegido, no por sus méritos y  capacidad, sino por su disposición a vivir de la mentira y la maldad y estar dispuestos a todo con tal de trincar. ¡Sin excepciones! Algo que nunca había ocurrido. 

Lo de destruir España es real; es su cometido y lo está llevando a cabo. Por eso lo están sosteniendo en la poltrona, algo muy difícil de entender desde la lógica, el análisis político al uso y el sentido común. Pero su gran activo es su personalidad psicopática; ser tan extremadamente malvado. Estos días, mientras todo ardía, sin poner en marcha los operativos de catástrofe, me imaginaba a Pedro Sánchez contemplando las llamas, como Nerón presenció las de Roma mientras tocaba su lira. Ahora bien, es obligatorio preguntarse qué parte de culpa tienen los que, por ignorancia, dejadez o irresponsabilidad aún lo sostienen. Sus votantes son cómplices y colaboradores necesarios. Nada de esto sería posible sin su complicidad y conchaveo. ¡Y aún tiene varios millones de piñón fijo dispuestos a volver a entregarle su voto y su sangre! 

¿Qué más necesitan los rezagados, que aún no se han convencido del talante del personaje? Es triste y desesperanzador comprobar que, a pesar de la corrupción al por mayor de este gobierno, del que Sánchez es el capo, una buena parte de la sociedad continúa durmiendo, limitándose a encogerse de hombros, añadiendo la cacareada muletilla “todos los políticos son iguales”. Y con eso ya tranquilizan sus conciencias. Es una frase tonta y hueca, muy difundida en las redes sociales que, lejos de ayudar perjudica en gran manera porque va acompañada de un discurso medio perverso, dado que promueve la dejadez, la impotencia, la desesperanza y el abandono de toda responsabilidad. Si no hay democracia, afirmación con la que puedo estar de acuerdo en alguna medida, entre todos debemos procurar que la haya; ahora que aún podemos. En Venezuela, Cuba, China y otros regímenes del presente y el pasado, la lucha contra el dictador de turno y sus “verdades orwellianas” oficiales, lleva aparejada la muerte sin juicio previo. De momento, Sánchez aún no ha empezado a fusilar, aunque sí es heredero ideológico y  emocional de quienes lo hicieron con gran fruición en otro tiempo.

¿Todos los políticos son iguales? Difícil pregunta para alguien como yo que se ha llevado tantos chascos y decepciones con políticos, incluso amigos, que han dejado de serlo una vez contagiados del síndrome de “pisar moqueta y sentarse en escaño”. Todos tienen ciertos vicios comunes y es cierto que se perdonan unos a otros, y el “hoy por ti, mañana por mí”, funciona. Pero no es motivo suficiente para la afirmación de que todos sean iguales. En las últimas semanas, he dicho muchas veces que la maldad tiene grados, y que en una escala del 0 al 10 no es lo mismo un tres que un nueve. Algunos de nuestros políticos jamás se habrían atrevido a las fechorías cometidas por Sánchez y su mafia gobernante. Que sea crítica con el estado de la política actual no quiere decir que tire la toalla y me una a la frivolidad impuesta en las redes de que todos son iguales y de que nada se puede hacer. ¿Nos van a salvar los “opinólogos” de las redes? Ellos viven, precisamente, de crear esos contenidos; curiosamente, la mayoría, sin haber pasado una oposición, ni tener sentido de Estado.

Otra manera de justificar a Pedro Sánchez por parte de los que conocen los planes de la Agenda 2030 es el argumento de ser un tema global. Y en eso no puedo estar más de acuerdo; es el tema mollar de mi discurso. Es global, sí, pero vuelvo a los colaboradores necesarios. Estas normativas antihumanas del globalismo no tienen caras visibles, pero sí las tienen sus ejecutores. Ellos son sus alguaciles, sus verdugos; quienes nos manipulan y nos imponen las leyes distópicas que estamos viviendo. Ellos anegaron Valencia y ahora están quemando España. Sin ellos y nuestros votos los objetivos de la Agenda quedarían desiertos. 

Solo políticos patriotas, capaces y honrados podrían revertir esta situación. Hacer caso de consignas como “todos son iguales” o “yo no voto” es pereza contagiosa, resignación, cobardía, dejación de responsabilidades, reconocer que han ganado la partida en este juego macabro: es, en definitiva, lavarse las manos. Y ya sabemos a qué condujo la decisión de Pilatos.

Magdalena del Amo
Periodista, psicóloga, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.
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