Por Alfonso de la Vega
La famosa amenaza de los atracadores tiene efectos polisémicos para mostrarnos cuál es la realidad actual del tinglado bursátil.
España es un desastre y como en general en toda la UE, la economía real, la que sirve para satisfacer las necesidades reales de la gente servida por el entramado de empresas pequeñas y medianas vinculadas a las naciones. Sin embargo, pese a la corrupción pavorosa y a la devastación perpetrada por el gobierno de Su Majestad, el IBEX 35, salvo alguna breve tregua para recoger beneficios o cuando el susto de los aranceles trumpianos, no hace sino subir a las posiciones más altas de la cucaña especulativa. Incluso lidera las subidas en toda Europa. Es decir, cuanto peor nos va a los españoles atendiendo a diversos índices de medición y menores son nuestras perspectivas de venturoso futuro tanto a nivel personal, social y nacional, más crece la obscena ostentación del poderío monopolístico que nos agobia. Y no solo aquí en este desquiciado reino. La bolsa aumenta, la vida mengua. Aunque tampoco cabe descartar, atendiendo a otros precedentes históricos, que pegue un petardazo y un buen susto a más de un confiado.
Y no solo la bolsa, también los intereses que debemos pagar por la Deuda que crece junto con los impuestos abusivos. Más que de un Estado fallido como se suele sostener a la vista de tantas calamidades y atrocidades impunes, si los desastres fuesen premeditados como parece confirmarse sin duda en la mayoría de los casos lo que disfrutaríamos es de una manifestación de la maldita Agenda 2030. Una economía, una política al servicio de los grandes financieros, monopolios y corporaciones transnacionales, una de sus últimas manifestaciones estamos contemplando horrorizados ahora con motivo de los pavorosos incendios que vienen asolando la España occidental, en un mapa que curiosamente coincide con el de los posibles yacimientos mineros de wolframio y tierras raras.
Se trata de un grupo de elementos químicos escasos pero indispensables para las nuevas tecnologías y sus caros cachivaches. Su extracción minera suele estar asociada a contaminación incluso radioactiva. De modo que la previa devastación mediante oportunos incendios viene estupendamente para el negocio multinacional vinculado a los fondos y grandes empresas mineras aunque represente la ruina de la población autóctona, la destrucción de los ecosistemas agrarios tradicionales, de la cabaña ganadera, el perjuicio de acuíferos y otros desastres ecológicos varios. Un negocio repartido entre lo grandes fondos de inversión extranjeros como BlackRock, Capital Research, Blackstone u otros junto a algunas fortunas nacionales. Entre las empresas participadas que se suelen citar habitualmente estarían: First Quantum Minerals Ltd., Almonty Industries Inc, Quantum Minería, Atalaya Mining Plc, Grupo Umbono, Minersa…:
Seguramente que algún lector argüirá que esto no son sino teorías conspirativas sin prueba alguna. Pues sí, pero ya se verá lo que ocurre con los terrenos devastados, pero para nuestra desgracia se suelen cumplir las previsiones que se tildan de agoreras. Aparte que siempre que da lo que el gato escaldado del agua fría huye.
Y jarro de agua fría para despertar a la realidad se disfruta cuando se relee la constitución del 78, que nos aseguran sigue vigente, pero que en realidad enmascara la triste realidad española actual:
En el Preámbulo: «Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo….Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida»
O bien los Artículos 128 y 130
«Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general…»
«Los poderes públicos atenderán a la modernización y desarrollo de todos los sectores económicos y, en particular, de la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, a fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles…Con el mismo fin, se dispensará un tratamiento especial a las zonas de montaña.»
La “modernización” es su destrucción agendista. No hay que preocuparse. Paciencia. La cosa puede esperar. Otra Restauración será.