Por Alfonso de la Vega
Un personaje de identidad desconocida
“Su vestir correctísimo y elegante, sus ademanes desembarazados, su cortesía refinada y desabrida, que encubría una falta absoluta de benevolencia, de caridad, de ingenio, adornaban su persona, brillando como la encuadernación de un libro sin ideas.
No era un hombre perverso, no era capaz de maldad declarada, ni de bien: era un compuesto insípido de debilidad y disipación, corrompido más por contacto que por malicia propia; uno de tantos; un individuo que difícilmente podría diferenciarse de otro de su misma jerarquía…
Y aquel ser vacío y sin luz tenía palabras abundantes no exentas de expresión, y manejaba de maravilla todos los lugares comunes de la Prensa y de la tribuna, sin añadirles nada pero tampoco sin quitarles nada. Era, pues, un propagandista diligente de ese tesoro de frases hechas que para muchas personas es compendio y cifra de la sabiduría…
Tenía además grandísimo horror a las utopías y para él, todo lo que no entendía era una utopía.”
Adivina, adivinanza:¿quién es el personaje aquí descrito?
¿Qué le pasa al falsario?
Desde sus últimas apariciones fantasmales el valido liberticida e impune de Su Majestad muestra un gran deterioro físico y probablemente también mental.
No hay más que observar su extrema delgadez característica de los yonquis más deteriorados o sus temibles ojos de loco. Hay quien incluso lo ha comparado con el histriónico actor Nicholson en El Resplandor. La verdad es que la observación de su rostro, o de sus manos, da miedo no exento de estupor.
Sea como sea, son muchas las especulaciones o hipótesis más o menos aventuradas acerca de la verdadera naturaleza de las patologías aparentes del patriótico resilente valido. Entre ellas se han citado:
Estrés
Síndrome de Macbeth
Retrato de Dorian Grey
SIDA
Enfermedad venérea
Cáncer avanzado
Pólipos bucales cancerígenos
Drogadicción
Chutes de insulina
Posesión diabólica
Quiere aparecer como víctima
Todas las anteriores
Ninguna de las anteriores
La verdad es que no tengo nada claro qué pasa, ¿Tampoco sé qué opinará el amable lector?