No es la primera vez que en estas últimas semanas el diario británico The Times habla de Sánchez, de la imputada Begoña y la corrupción que cerca al presimiente. Ayer lunes, para vergüenza de España, el prestigioso periódico publicó un nuevo artículo con la detención provisional de Santos Cerdán, el otrora hombre de máxima confianza de Pedro Sánchez con este título: El mano derecha de Pedro Sánchez, Primer Ministro español, encarcelado por cargos de corrupción»
Cerdán, ex número tres del PSOE, languidece ahora en prisión preventiva mientras enfrenta cargos por soborno, conspiración criminal y tráfico de influencias, en un caso que amenaza con derrumbar el frágil gobierno de coalición de Sánchez. El insoportable hedor de la corrupción se extiende como una plaga por todo el entorno del líder socialista, dejando a España como un espectáculo deplorable ante los ojos del mundo. ¡Qué vergüenza, qué imagen tan lamentable proyectamos al exterior! ¿Acaso estamos condenados a parecer Venezuela?
El juez del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, no tuvo reparos en ordenar la detención sin fianza de Cerdán, advirtiendo que podría destruir pruebas si se le dejara en libertad. Las acusaciones giran en torno a supuestos sobornos por valor de 500 millones de euros en contratos públicos de obras, un escándalo que también salpica a José Luis Ábalos, el anterior «hombre de oro» de Sánchez y exministro de Transportes.
Según The Times, los fiscales estiman que esta red corrupta pudo haber desviado más de 5 millones de euros en ganancias ilícitas, beneficiando a figuras como Ábalos y su exasesor Koldo García. Todos niegan los cargos, pero las evidencias presentadas por la Guardia Civil, a través de su unidad anticorrupción, son abrumadoras. ¿Y Sánchez? Se lava las manos con un tibio «que la justicia determine la responsabilidad», mientras su gobierno se tambalea bajo el peso de sus propios escándalos. Lo más indignante es que este caso no es un accidente. La corrupción parece ser el ADN del círculo de Sánchez. Ábalos ya había sido vinculado a un turbio negocio de contratos de mascarillas durante la pandemia, y ahora las sospechas alcanzan a la propia esposa del primer ministro, Begoña Gómez, acusada de irregularidades que Sánchez se niega a abordar. Miriam González, esposa del exviceprimer ministro británico Nick Clegg y cabeza de un grupo cívico por la transparencia, no ha tenido pelos en la lengua: en un artículo mordaz publicado en El Mundo, calificó la inacción de Sánchez como «una vergüenza democrática» y exigió que se cierren las lagunas legales que protegen a su esposa y a otros implicados. ¡Qué humillación para España que hasta una figura internacional deba venir a señalarnos nuestras miserias!
El caso de Cerdán añade un capítulo aún más repugnante: su detención podría estar motivada por su papel en negociar pactos con partidos separatistas vascos y catalanes para asegurar la reelección de Sánchez. ¿Es este el precio de su poder? ¿Vender la estabilidad de España a cambio de favores corruptos? Mientras tanto, observadores políticos en Madrid advierten que la investigación podría salpicar a más figuras del PSOE, en un eco siniestro de escándalos pasados como el caso Bárcenas del Partido Popular, donde la financiación ilegal se convirtió en norma.
Según Transparencia Internacional, España cae estrepitosamente en el Índice de Percepción de Corrupción, con una puntuación de 56 en 2024, reflejando un país donde la clase política parece más interesada en llenarse los bolsillos que en servir a los ciudadanos. Esta debacle no solo pone en jaque a Sánchez, cuya dimisión y la convocatoria de elecciones son cada día más inevitables, sino que mancha la imagen de España en el escenario internacional. Mientras otros países luchan por erradicar la corrupción, nosotros seguimos atrapados en un ciclo de impunidad que recuerda a las peores dictaduras. ¿Es este el legado que queremos dejar a las futuras generaciones? La comparación con Venezuela, donde la corrupción ha destruido una nación entera, no es exagerada si Sánchez y su séquito no enfrentan las consecuencias de sus actos. ¡Basta de excusas! Es hora de que la justicia limpie este lodazal y devuelva a España la dignidad que merece.
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