Por Alfonso de la Vega
Sabemos que la Monarquía se basa en el nepotismo. Se heredan cargos, con sus escandalosos privilegios, sin tener en cuenta formación ni méritos personales, simplemente por linaje o filiación genética. Y eso es así aunque se trate de todo un fernandino «el narizotas” su hija ninfómana Isabelita o cualquier otro personaje siniestro propio de la dinastía de los que el amable lector esté pensando.
Ahora bien, nos movemos en tiempos tumultuosos, el prestigio de la Monarquía tras este medio siglo de desempeño se encuentra muy deteriorado. Un descrédito bien merecido. De modo que más valdría, si no por respeto al pueblo al menos por prudencia, recatarse un poco y no hacer tanta obscena ostentación de frivolidad y prepotencia.
El exordio viene a cuenta en esta oportunidad por la concesión de la máxima condecoración del tinglado autonómico gallego a la princesa doña Leonor Borbón Ortiz Schleswig-Holstein Sonderburg Glücksburg Rocasolano ¡Quién con más méritos! En efecto, la medalla de marras se impone a “personas o instituciones por sus méritos al servicio de Galicia en cualquier aspecto de la realidad social, cultural o económica” que sean “dignos de obtener el reconocimiento del pueblo gallego”. Vivo en La Coruña desde hace casi tres décadas y puedo jurar y perjurar que a mí no me ha consultado nadie. Tampoco a las personas a las que he preguntado.
Para mayor sumisión y ridículo la medalla no se entrega junto a otras en el día destinado oficialmente a ello sino como oportunista banderilleo al sobaquillo aprovechando que la premiada hace escala obligada en Marín, porque luego la señorita guardiamarina se iría de vacaciones y seguramente no estaría disponible para satisfacer estas libidinosas frivolidades u ocurrencias de indignos carcamales cortesanos querenciosos de salir en la foto.
Sin que sirva de precedente, en esta ocasión he de dar la razón a los nacionalistas gallegos del BNG que se oponen a este acto de bochornosa sumisión de sus colegas y correligionarios nacionalistas pancistas del PP: La suya aquí desde luego que es postura más decorosa, razonable, digna y coherente. Ignoro si anteriores agraciados con tan alta distinción taifal las irán devolviendo para protestar así por la humillación que ahora se les confiere. Pues una de dos, o el galardón no vale nada y entonces mejor no tenerlo o se habría depreciado tanto como para dárselo a la princesa cuyos méritos actuales se desconocen.
Cuentan sus compañeros que a lo largo del periplo que felizmente para ellos y la oficialidad ahora termina su papel ha distado mucho de ser ejemplar. Sin entrar en detalles durante el periplo en ambos barcos habría mostrado que se trata de una adolescente indolente, fofa e inmadura de manera que habría sido un grave error de la Casa real exponerla a la disciplina militar y al público en tales condiciones.
No obstante, debiera quedar un cierto regusto amargo, preocupado, pues también representaría una cierta imprudencia o falta de visión para el posicionamiento o supervivencia futura del propio PP. Las cosas están muy inciertas, van cada vez peor en todos los sentidos y en el grado de descomposición actual de las instituciones en España cualquier cosa puede pasar a medio o largo plazo, incluso, la misma desaparición de la Monarquía como forma de gobierno. La situación va recordando los precedentes de los meses anteriores a la expulsión de España de Isabel II tras la muerte de El Espadón de Loja y la sinergia de intrigas de La Gloriosa. O luego de su nieto Alfonso XIII por su irresponsable frivolidad y falta de patriotismo. En efecto, hace un siglo muchos antiguos políticos dinástico y cortesanos de toda la vida empezaron a barruntar el cambio que se avecinaba por la escandalosa incompetencia de la Monarquía y empezaron a maniobrar en consecuencia. Un poco de prudencia previsora como organización cara el futuro tampoco les vendría mal.