Mientras los svbn0rmales de la política española y los periodistas comprados se dedican a soltarnos cuentos del tipo que los inmigrantes que se nos cuelan son menores de edad o se dedican a encubrir los crímenes que cometen estos ángeles que no se pueden devolver a sus países de origen porque el gobierno español ya ha firmado un acuerdo con Marruecos, Mauritania o Argelia en ese sentido, negando de paso la inseguridad de las calles españolas y acusando a los españoles hasta los cojones de ser unos ultras violentos y unos racistas, el problema se sigue agravando. La sociedad española ha sido mutilada y su supuesto gobierno, que no lo es, se dedica a cumplir las órdenes de ONGs y de amiguitos como Alexander Soros, con un claro interés en cargarse lo que quede de Europa y, por supuesto de España, como no podía ser de otro modo.
Las noticias que no nos llegan del resto de los países europeos, las cuales no interesan que sean conocidas para el populacho español, tal como nos consideran esas élites mafiosas, son de todo tipo alarmantes. Los ilegales se organizan en mafias que, con el tiempo, se dedican al tráfico de drogas, crean grupos opositores que se disparan en plena calle para ajustar sus cuentas pendientes, todo ello junto a los abusos de menores, violaciones, robos, acosos y otros delitos que cometen de manera impune porque la policía los retiene y luego los saca a la calle como si tal cosa, lo cual ya ocurre en España y constituye una de las mayores quejas por parte de los nacionales que ven como a ellos se les aplican las leyes penales con todo rigor, incluso en contra de su libertad de expresión, lo cual nos dice que España ya tiene ese tufo a dictadura comunistoide.
El hecho es que la gravedad de lo que ocurre en el resto de los países que han practicado el buenismo puramente satánico no sólo supone altos niveles de inseguridad, en barrios donde estos inmigrantes son mayoría o imponen su ley de la sharía, sino que convierten a los barrios y las ciudades en auténticos campos de batalla. Nada de esto, recuerdo, sale a la luz pública, pues supondría un rechazo mucho mayor a las políticas de inmigración ilegal. Nuestros vecinos ya pasaron esa peligrosa barrera y la policía, así como las autoridades oficiales carecen de medios para resolver el problema.
El problema en Francia viene de lejos cuando hace años ya quemaban cientos de coches en las calles de París, por parte de inmigrantes legales o hijos de extranjeros que llegaron al país galo de manera correcta. El radicalismo religioso de las nuevas generaciones, el rechazo hacia todo lo europeo y la ausencia de voluntad de integrarse es un hecho más que notorio.
¿Se acuerdan de los toques de queda sucedidos hace cinco años con ocasión del invento del virus del covid, la excusa para perfecta para implementar la agenda 2030 y su cruel dictadura? Muchos españoles guardarán en sus memorias aquellos oscuros días en los que había un policía delante de tu casa para que no pusieses un pie en la calle, so pena de ser detenido por una horda de fanáticos covidianos al servicio de las élites más malvadas imaginables, todo por el cumplimiento al deber, al estilo puramente fascista. Bien, eso ocurre en muchas barrios de París y ciudades como Nimes, donde hay toques de queda de nueve de la noche a seis de la mañana ante el peligro de recibir una bala por parte de estas mafias de ilegales, todo ello a pesar de que sus asesinatos y venganzas se producen en pleno día y a cara descubierta, del mismo modo que en Parla hace un días un magrebí atracó una joven, la tiró al suelo y finalmente logró robarle su bolso. Lo que ocurre en las ciudades francesas es mucho más grave.
Perdido el sentido de la seguridad, viéndose como los políticos, vendidos a la agenda 2030 hasta la cejas han perdido estúpidamente el control de la situación, lo único que se les ocurre es encerrar a los franceses en casa por su propia seguridad, mientras las mafias extranjeras caminan por sus anchas con total impunidad y viven de sus negocios ilegales, porque no tienen ninguna voluntad de pagar las pensiones a los franceses, los cuales detestan a muerte y se apropian de las ciudades, en otro tiempo seguras y signos de la admiración que despertaba Francia en el mundo. Ahora, por el contrario, pasear por París es encontrarte una horda de negros, calles llenas de basura como si pasearas por una ciudad del tercer mundo (sólo los edificios te recuerdan que estás en Europa, por lo demás nada), con mucho cuidado de que ninguno de ellos te descubra, no sea que te ataque a la primera de cambio. Todo ello mientras en el Reino Unidos los musulmanes ya piensan en crear sus propios partidos políticos, para presentarse a las elecciones y convertir a este país en una república musulmana.
Lo grave es que teniendo ante nuestras narices nuestros destinos, gobiernos fascistas que se sacarán todo tipo de normas de seguridad totalitarias bajo la excusa de que no hay seguridad en las calles, una estrategia para implementar la dictadura perfecta basada en el miedo, la inmigración ilegal y sin control en centros de menas no es más que un conjunto de pasos para que convertir a nuestros verdugos en nuestros garantes y vernos obligados a vivir en su reino de terror.
Es esta visión global la que nos permite entender una de las piezas del puzle del caos de donde se alimentará, como ya ocurre, el nuevo fascio europeo, defendido por la UE, la Comisión Europea, el parlamento o el Consejo de Europa, organizaciones todas al servicio de los lobistas más perversos para la imaginación.
Mientras tanto, podemos salir a las calles, pero llegará un momento donde nos encerrarán como ya pasa en Francia. ¿No es hora de reaccionar?