Por Alfonso de la Vega
El pasado fin de semana han coincidido en la Villa y Corte sendos saraos de dos patas básicas del trípode del régimen, la otra, por supuesto, es la Corona representada por Leticia, su garante consorte y la hija en edad de merecer.
Algunos pensaban que lo mismo hablaría del futuro la pitonisa de Delfos anunciando grandes novedades históricas de quita y pon, pero los guiones y argumentos están ya muy fijados, son conocidos y no posibilitan introducir morcillas ni siquiera para tratar de enardecer con las ocurrencias del momento a unos públicos mitad obedientes, mitad preocupados por tener que asistir siempre a la misma turiferaria función, una farsa tragicómica de desenlace funesto que nos lleva aceleradamente al subdesarrollo y Tercer mundo.
En ambos casos cada banda, facción o sensibilidad socialista depredadora apoyó pública y disciplinadamente a su jefe, señor de vidas, cargos y haciendas, aunque la procesión no dejase de ir por dentro. Sí. Hay creciente preocupación por el tópico “jefe, qué hay de lo mío” y “jefe, ponme donde haiga” en estos tiempos de vacas enflaquecidas camino de rematadamente famélicas hasta la consunción definitiva.
A diferencia del teatro europeo donde ambas bandas se crían juntas sin mayores disimulos bajo el tenebroso pastoreo de la Von der Leyen quien declara que “Europa son los valores del Talmud”, una facción del socialismo, la comunista woke, se niega a reconocer que sigue las órdenes destructoras de la plutocracia más aviesa o depravada. La otra facción, la centrista colaboracionista e imaginaria de igual servicio para lo que gusten mandar, también se niega a reconocer que lejos de cualquier sentido de patriotismo español o de respeto debido a sus votantes obedece a los mismos amos.
Esta última sigue infectada sin remedio por el pertinaz “síndrome galleguista” con metástasis en otros lugares del reino. Tras Mariano calzas lilas, el recambio es otro nacionalista gallego, déspota normalizador lingüístico, vacunador a la fuerza. Mariano esta vez no disimula sus aviesas intenciones de conchabarse con el pertinaz socialismo. En realidad, mintiendo durante la campaña electoral, su feliz gobernación consistió en una coalición fantasmagórica para mantener el monstruoso legado del siniestro ZP, al que condecoró con exquisita centrista unción y no menos “sentido del Estao”. Feijoo, más taimado o acaso escarmentado, cobardea en tablas sin decidirse a plantear la faena, que terminó sin definir como simple aliño antes del bajonazo o la estocada pescuecera, según caiga. Sin embargo, en un alarde de filantrópica caridad globalista se ha permitido perdonar la vida a los herejes de VOX. Y con los golpistas catalanes o racistas vascos, ya se verá. Todo un programa de alta definición ideológica, aunque algunas cosas vayan aclarándose. Pons subordina la nación española para favorecer a la, según él, insustituible UE, la misma del Talmud y tan necesaria al menos como el Estado nación, Feijoo afirma que Galicia es una nación sin Estado. ¿En qué quedamos? Para el PP, ¿acaso la idea de nación es buena para los galleguistas o los globalistas, pero mala y condenable para España por lo que debe disolverse entre Bruselas y Santiago de Compostela?
Me cuentan que el sarao de Ferraz fue jaleado en la calle al grito feminista de “Pedro, queremos un hijo tuyo”, por un grupo de sexagenarias entusiastas acarreadas en dos autobuses para tan alta ocasión. Otro veterano, émulo paródico del héroe chino que parase los tanques en la grandiosa plaza pequinesa de Tianamen, trató de impedir el paso del patriótico autobús explicativo de las delicias y logros del socialismo “pedrino”. Le tuvo que retirar la fuerza pública.
Algo más de decoroso, aunque tampoco demasiado, tuvo el prólogo intramuros de la fortaleza en el que una escogida selección del harén socialista alabó y aplaudió al gran timonel, y en un alarde de extraordinaria osadía se permitió criticar ante el yernísimo lo de la prostitución que no deja de estar algo feo entre tanto prohombre feminista y enmucetado prócer del socialismo redentor.
Lo más interesante de la posterior reunión, amortizado el contenido del consabido discurso estupefaciente del prócer, fue observar gestos y maneras. Todo un poema tanto en el coro como en el primer actor. El gran líder se apareció depauperado, con cara de gran sufrimiento para anunciar que él seguía inasequible al desaliento puesto que se sacrificaba para continuar con su benéfico proyecto. Se condolió de lo malvados que eran sus más íntimos colaboradores que le habían tenido engañado durante media vida. De la isla del tesoro no se habló nada. Los presentes escuchaban con crecientes caras de preocupación, perplejidad o asombro. Para colmo y como prueba de que la cosa ya va manga por hombro hubo que cambiar sobre la marcha otro flamante nombramiento debido a las acusaciones de intentar meter mano a cuanta querida compañera socialista pudiese. Al tratar de explicarlo la heroína del Parador de Teruel fue pillada in albis. Se ve que lo mejor para ser buen portavoz socialista es no enterarse de nada.
No obstante, pese a la naturaleza similar, sino idéntica, de sus fines de dominación, el socialismo rojo tiene la ventaja sobre el azul de aplicar con mayor eficacia y naturalidad las cinco leyes de la propaganda de Domenach: simplificación, exageración, repetición, transfusión y unanimidad, dirigidas a mantener una clientela adicta tanto a nivel de militancia como votante. El caso es evitar que se desarrolle una verdadera resistencia en esta época de pensamiento fláccido y único a fin de consolidar un totalitarismo blando. O no siempre tan blando si consideramos las porras y pelotazos de goma contra manifestantes pacíficos cuando el Régimen se siente amenazado.
La tercera pata del trípode hace unas semanas también declaró solemnemente en inglés preferir el goblalismo internacionalista anglosajón a la soberanía nacional española, ya que “quienes la defienden son un peligro”. Para mejorar la obediencia de tele creyentes o desavisados con tal maniobra pinta una raya de límite o barrera canadiense como las empleadas para «hipnotizar gallinas» o encerrar reses y mantenerlas presas en una especie de GULAG mental.
En resumen, el Régimen aunque muestra sus bazas se enroca y se apresta a resistir a la numantina. La situación se agrava. El verano se adivina caliente. La Providencia nos ampare.