Unos chimpancés de Kansas fueron introducidos en una habitación con un plátano colgado del techo. Como para obtenerlo había que subirse a una escalera, cada vez que uno de ellos intentaba subirse para comérselo, comenzaron a echarle agua fría, un estímulo muy aversivo, lo cual se hizo en muchísimos ensayos, lo suficiente como para que ninguno de ellos intentara hacerlo. Pero lo más sorprendente vino después cuando, tras lograr que el grupo entrara en estado de indefensión aprendida, introdujeron otros chimpancés no familiarizados con lo aprendido: Está prohibido subirse a la escalera para obtener el ansiado plátano. Lo que ocurrió fue sorprendente dado que el grupo atacaba directamente al nuevo miembro que intentaba subirse, mediante palos. Los animales interiorizaron el mensaje y se convirtió en una norma social nueva que todos seguían a rajatabla y que nadie podría saltarse, so pena de que el mismo grupo los sentenciara ipso facto por el mero de desear romper con la norma o desafiar al resto.
¿Tenían los chimpancés miedo de que si uno de ellos lograba plátano el resto iba a ser castigado con agua helada, lo que dejó de suceder cuando dejaron de subirse a la escalera? ¿Fue este miedo inoculado empleando un burdo método de condicionamiento pavloviano, en el que el agua fría pasó a tener el significado de tener el plátano? Lo que está claro es que la noción primigenia de obtenerla nunca desapareció, pero quedó sustituida por un miedo que infringían los que crearon el experimento, es decir, que agentes externos manipularon el grupo para generar un comportamiento muy concreto que, por su resistencia, servía de aviso a los que intentaban la azaña y se le castigaba de la misma forma, expresando la frustración y el terror que sintieron cuando se les aplicó el cruel castigo, algo que quedó en la mente de los chimpancés, no sólo porque lo sufrieron, sino por el mismo proceso de modelado y el aprendizaje vicario, según el cual sólo con ver qué le ocurre a otro chimpancé, el observador aprende lo mismo aunque no lo experimente. En este caso el miedo es aún mayor porque la imaginación puede generar la sensación de que te echan agua fría en forma de otra subjetiva e irreal, pero que se convierte en real para quien simplemente ve lo que sucede a un compañero.
Llegados a este punto, ya no hace falta echar agua fría, simplemente el hecho queda en la memoria grupal. Algo muy parecido ocurre con los humanos. La genética que compartimos con estos primates es casi del 100 por ciento de similitud, lo cual nos hace casi iguales, pero no exactamente. Nosotros desarrollamos creencias y esquema mentales altamente complejos, mucho más que los chimpancés, que se acaban uniendo como si fueran parte de una tela de araña, en la que, finalmente, no sabemos qué parte lo componen ni cómo se crearon, dado que el miedo y el trauma impiden recordar el proceso de manera fidedigna. Finalmente, el ser humano, víctima de su propia irracionalidad, llega a creer en ideas que son completamente falsas e ilógicas, sin consistencia alguna, que conducen al caos, al desorden absoluto en todos los planos (a nivel de armonía interna, de conciencia espiritual, tan buscada desde el inicio de los tiempos, y de operatividad social). Lo más peligroso de estas creencias, que se convierten en inconscientes en no pocos casos, es decir, que se activan de manera automática y sin relación estimular alguna, es que se convierten en las marcas o criterios que nos dicen si nos acoplamos al grupo social, del mismo modo qué ocurría con los chimpancés, si otros, al no hacerlo, nos ponen en un serio peligro de supervivencia o de si seguir ciertos normas no genera una falsa sensación de seguridad o de ausencia de castigo que, finalmente, tanto uso del miedo desde la ingeniería de masas, no se sabe cuál es exactamente, pero lo único que queda claro es creerse que algo malo puede suceder en cualquier momento, uno de los rasgos de la ansiedad, en forma de pensamiento catastrófico y, por ende, irracional.
Los que experimentaron con los chimpancés fueron científicos, los que lo hacen con nosotros son políticos, periodistas, agentes sociales pagados para desarrollar esos maléficos diseños que pretenden condicionarnos en nuestra libertad de decisión (coger la banana si nos apetece porque tenemos hambre) y someternos en la alimentación.
No se trata sólo de hacerlo en lo que comemos o no, sino en lo que nos genera sensación verdadera de equilibrio interno a nivel emocional y mental, con creencias que nos ayudan a adaptarnos a las situaciones de manera inteligente y práctica o de que nos sintamos bien con nosotros mismos, con nuestras capacidades intelectivas bien desarrolladas, es decir, empleando nuestra inteligencia en todo su potencial. ¿Hasta qué punto al estado le conviene que los españoles sean unos simples estúpidos, incapaces de pensar por sí mismos y con un terror inherente a hacerlo, so pena de sufrir un castigo o aplicando esa misma penalización a quien lo hace, mediante la destrucción gracias a la crítica maliciosa, hacer añicos su imagen social para que nadie tenga de este rebelde una buena opinión, algo en lo que los periodistas o matones informativos del poder tienen mucha experiencia y lo hacen siguiendo ciertos parámetros muy concretos? ¿Cumplen las normas de los delincuentes desde las instituciones del poder el deseo que protegerse de la sociedad cuando cometen delitos y asesinatos en masa para que nadie los descubra y para ello hay que destrozar cualquier perspectiva social crítica, haciendo ver la necesidad de cambiar lo inmoral por lo aceptable y lo legal, siguiendo los principios de la estrategia de la ventana de Overton, una técnica que se ha empleado para introducir en la sociedad españolas ideas tan distópicas como el feminismo, todo lo relativo al LGTBI, el cambio climático, o cualquier elemento asociado a la agenda satánica y globalista, como la aceptación del comunismo como modo de vida y considerar a la pobreza como un mal necesario para que sea un incentivo que nos haga reaccionar y buscarnos la vida?
Todo ello, acompañado de técnicas de limitación de información que, de hecho, ya incrementan aún más si cabe el sesgo de representatividad de lo que consideramos cierto (tomamos una parte pequeña de la muestra y creemos que es el todo, lo cual nos puede conducir perfectamente en una mentira como una gran verdad, aún a costa de nuestra seguridad más básica), provocando que diferenciemos entre información válida y moralmente correcta, porque se adapta a la norma interiorizada de manera sigilosa y demoniaca en nuestras mentes y que consideremos a la contraria simplemente como falsa, peligrosa, ilegal y enemiga de nuestra salud mental y cordura, en un momento en el que, podrá ver el lector, desaparece por completo el sentido común.
Estas peligrosísimas estrategias son utilizada por la psicología oscura por parte de los estados y sus estructuras de aprendizaje social, de modo que éste controla a la población, la domina y la regula a su gusto, bajo el diseño de una serie de creencias, conductas y reacciones interpersonales que se convierten en comportamientos deseados para que el vulgo nunca abra los ojos y así imponernos la dictadura en todos los sentidos sin que nadie se entere, la manera más efectiva y segura de conseguir que toda una sociedad se someta a la inmoralidad de la mentalidad mafiosa y criminal de sus amos y gobernantes, en una relación de clara esclavitud mental, peligrosa por cuando nadie la ve ni la siente, sin armas, ni tanques ni avisos porque ya nuestros familiares incluso nos recuerdan a qué bando debemos pertenecer, porque todo ello va de que no estemos nunca al otro lado de la barrera, en cuyo caso somos unos indeseables.
La mente del mafioso, de tener acceso a este tipo de control social, se convierte en un peligro de tal calibre que no necesita matar y se puede presentar como un protector, como un político responsable que cumple todas sus promesas y que ama a su pueblo, en una fantasía distópica en la que la reacción social es prácticamente nula ante el crimen del terrorismo de estado que somete, castiga y mata si conviene.
¿Es esto lo que sucede en España? ¿Qué parte de las ideas socialistas y comunistas del PSOE incluyen estas creencias, estos abusos para manipular a la población de manera diabólica? ¿Y, de ser así, por qué muchos españoles no reaccionan ante el abuso de poder, de corte claramente fascista del gobierno de España y sus matones a sueldo, muchos de ellos en medios de comunicación? Una lectura de este artículo puede aclarar mucho las dudas al respecto. Sólo queda entender el modus operandi de la gran mafia, orquestada por la ideología de la masonería y el sionismo internacional para desmantelar sus mentiras, aunque se corra el riesgo de que amigos, familiares y la mismas fuerzas de seguridad del estado, tribunales de justicia o ser cancelado al estilo de lo que se ha hecho a muchos que han sido considerados cabeza de turco nos apliquen el atroz castigo de la muerte civil o incluso física con un disparo o una plandemia, gracias a una supuesta vacuna si somos especialmente peligrosos.
El tiempo pasa, el valor para enfrentarlos ha de ser cada vez más alto para que sea efectivo y la cobardía de muchos españoles condenan al resto a la injusticia absoluta y a la mera existencia en el marco del sufrimiento, que los agentes pueden llegar a regular a su gusto. ¿Lo vamos a permitir?